20 de septiembre 2019 - 00:02

Salta: una provincia de altura que ayuda a elevarse

Viajar en el Tren a las Nubes es, sin duda, una experiencia única. Pero entre sus cerros se albergan múltiples opciones para sentir, confiar y aprender. Sobran los motivos para llamarla "La linda".

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Cambiar de punto de vista enriquece y ayuda a aprender. Ante esa premisa, ¿qué mejor que elegir las alturas para no volver a ser los mismos, más si ni hace falta salir del país para vivir una de las experiencias más emocionantes a una altitud que supera los 4.200 metros? El Tren a las Nubes, calificado por la National Geographic entre los 10 mejores rieles del mundo, es una excursión que debe realizarse al menos una vez en la vida con fines que exceden lo meramente turístico: también ayuda a comprender qué pasa por nuestro propio cuerpo cuando baja la presión atmosférica, conocer una de las mayores obras de ingeniería jamás realizadas y emocionarse al ver flamear la bandera argentina en el punto álgido del recorrido.

Pero Salta ofrece mucho más, sin siquiera salir de la ciudad: peregrinaciones religiosas; la mejor gastronomía; una variedad de museos donde se pueden ver momias o bien aprender de nuestra historia con los últimos recursos tecnológicos; un teleférico con las mejores vistas de la ciudad y una quebrada con vegetación selvática a un solo colectivo de línea de distancia. Si además se toma en cuenta la amplia oferta de excursiones de día completo, sobran los motivos para llamarla “la linda”.

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Vías con historia

Allá por 1921, al ingeniero Richard Maury se le encargó realizar una obra gigantesca que llevó 27 años: el ferrocarril Huaytiquina, con un trazado de 42 estaciones que no había sido pensado con fines turísticos. Fue recién en 1972 cuando se realizó el primer viaje de este tipo y siguió funcionando con estos fines hasta 1990. La excursión salteña por excelencia se recuperó en 2014, cuando el gobernador Juan Manuel Urtubey decidió crear la sociedad del Estado Tren a las Nubes SFTSE para recuperar el servicio con estándares de calidad y seguridad internacionales y desde 2016 esta aventura se completa con tramos en cómodos buses.

La travesía comienza a las 7 en la estación de trenes de Balcarce y Ameghino, punto de encuentro de los micros de última generación que realizarán el tramo entre Salta y San Antonio de los Cobres para recién abordar el tren a las 11.45, no sin antes realizar distintas paradas turísticas con paisajes de encanto sobre la Ruta Nacional 51. La primera de ellas es en la localidad de Campo Quijano, donde se puede apreciar una locomotora antigua y en sus alrededores se montan puestos donde se vende el dulce de leche también llamado Campo Quijano (premiado como el mejor del país en la feria Caminos y Sabores) así como también la bebida api, que se ingiere caliente y se elabora con maíz morado, azúcar, canela y clavo de olor. La siguiente parada es en El Alfarcito, en donde se ofrece un desayuno campestre al aire libre incluido en el precio del boleto y se venden los populares papines andinos.

Pero como no sólo es importante el destino final sino también el camino, cabe aclarar que durante el recorrido se vislumbran todos los paisajes: el valle; la yunga (selva en altura); la quebrada (un paso entre montañas donde nacen ríos) y por último la puna (desiertos elevados). A la vez, puede apreciar el sitio arqueológico de Tastil, que en 2014 fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y diferenciar cómo varían las cactáceas con los distintos tipos de clima y suelo.

Una vez que se llega a San Antonio de los Cobres (el pueblo más alto del país, a 3775 metros sobre el nivel del mar) el contingente se prepara para abordar el cuarto tren más alto del mundo, no sin antes recorrer los múltiples puestos de artesanías que se ubican a su costado. Y una vez adentro, se puede apreciar la modernidad de los vagones y la preparación de las instalaciones para que todos los asistentes se sientan seguros sin temerle al mal de altura (está equipado con tanques de oxígeno y hay hasta un vagón que oficia de sala de emergencias). También cuenta con un salón comedor y un gift shop con una estación de correos en el que sellan el pasaporte a los visitantes extranjeros o bien, para los argentinos que no lo llevaron consigo, reparten postales que puede ser marcadas a modo de recuerdo.

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El recorrido ida y vuelta por la precordillera de los Andes llega hasta el imperdible Viaducto de la Polvorilla, una emblemática obra de ingeniería a 4.220 metros de altura que deja sin aliento y debe ser una de las más fotografiadas a nivel mundial. En ese punto, cuando todos los pasajeros llegan, se iza la bandera argentina mientras suena la canción Aurora, en un momento digno de las lágrimas.

Cuando se vuelve a abordar el tren, a los pasajeros que estuvieron sentados al lado derecho en el tramo de ida se les solicita que se cambian al izquierdo y viceversa, así todos tienen las mismas posibilidades de tomar las instantáneas. Y al descender, se les da tiempo a los pasajeros de almorzar en San Antonio de los Cobres, donde más de un niño se acercará para cantar una copla a los visitantes. La última parada es en el pueblo de Santa Rosa de Tastil, donde se sirve la merienda.

Como anécdota de color, los guías invitan a cada visitante a hacer el reto de la botella de agua, que consta en cerrar una botella vacía al inicio de la travesía y mantenerla así hasta el regreso, a las 20 horas. Al verla achatada, se ve el impacto de la baja de la presión atmosférica, algo que también le sucede al cuerpo humano con la altura. ¿Qué mejor manera de explicar el soroche?

La organización merece una mención aparte, ya que cada uno de los vehículos sale con 15 minutos de diferencia para que los contingentes disfruten de cada lugar sin aglomeramientos. Y además de toda la hilera, viaja un micro vacío de respaldo y una ambulancia para el cuidado de los pasajeros, todo incluido. Esta excursión, que sale martes, jueves y sábados, posee distintas tarifas y descuentos para residentes argentinos, jubilados y grupos familiares.

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Arqueología e historia

En las proximidades de la Plaza 9 de julio, a pasos de la Catedral, se encuentran dos museos imperdibles. Uno de ellos es el Museo Martín Miguel de Güemes, que abrió hace apenas dos años y fue montado en la casa donde vivió en la niñez este héroe nacional. La propiedad fue adquirida en el año 2010 por el Gobierno de la Provincia de Salta y, tras restaurarse, se montó este lugar que se vale de todos los recursos tecnológicos para aprender sobre nuestra historia. Posee diez salas, en donde, por medio de sensores, los visitantes activan animaciones y hasta un muñeco autómata que replica la figura de nuestro héroe nacional salteño, quien se integró en la causa independentista en 1810.

Otra visita imperdible es el Museo Arqueológico de Alta Montaña (MAAM) en el que se exhiben las tres momias del Llullaillaco (de a una por vez, y se rotan para su preservación) que fueron un gran hallazgo y que son conservadas con la última tecnología: una es “La Niña del Rayo”, que al momento de fallecer tenía 6 años y que lleva ese nombre porque una descarga eléctrica quemó parte de su rostro; “La Doncella”, de unos quince años y con un vestido típico y “El niño”, de unos siete años, con una túnica gris. En otra de sus salas se muestra a “La Reina del Cerro”, los restos humanos de una niña que fue ofrendada a las divinidades incas y cuya tumba había sido violentada en 1920, así como también los objetos de su ajuar. Tras pasar por distintas colecciones privadas, volvió a Salta gracias a la colección del Doctor Mateo Goretti.

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Recreos en altura

Dentro de la ciudad, existen salidas de altura que son aptas para todo público, entre ellas El Complejo Teleférico Salta, que tiene su salida en el Parque San Martín y su llegada, tras un ascenso de diez minutos, en la cumbre del Cerro San Bernardo. Allí se puede disfrutar de una bella cascada artificial, puestos de artesanos, un bar, un mirador con las mejores vistas a la ciudad y una reserva para disfrutar, recorrer, y avistar aves. Este paseo, ideal para los fines de semana, también tiene descuento para jubilados. Pero el recreo por excelencia de los salteños es la Quebrada de San Lorenzo, a la cual se llega por un colectivo de línea y se puede disfrutar de los ríos, la vegetación de yungas y distintos caminos para hacer senderismo, sin ningún costo adicional.

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