El nuevo lanzamiento del Tren de verano obedece a varios factores: primero, buscaron adaptar el precio dolarizado del año pasado (120 pesos convertibles) a las posibilidades del turista local (ahora cuesta 135 pesos y los menores de 12 años no pagan). Así, al ver disminuidos los ingresos con la nueva tarifa, la empresa resolvió acortar también el recorrido, en permanente ascenso y que insume 7 litros de gasoil por kilómetro. Segundo, el trayecto clásico se suspendía durante los meses de verano por cuestiones climáticas. Este año, Salta recibió la mayor afluencia turística de su historia, con lo cual optaron por ofrecer alternativas al Tren a las Nubes en lugar de suspenderlo, augurando que el fenómeno turístico se multiplique en los meses de verano. Y, tercero, las nuevas rutas apuntan al público familiar, pues son más cortas y llevaderas, en relación al recorrido habitual (quince horas en tren con dos paradas de media hora en San Antonio de los Cobres y La Polvorilla).
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Fue el ingeniero norteamericano Ricardo Fontaine Maury, quien diseñó el Tren a las Nubes, así llamado por varias razones. No sólo atraviesa altos viaductos, que dan la sensación de estar flotando en medio de las montañas -teñidas por momentos de fuertes rojos y anaranjados, con pinceladas de violáceos y blancos, o a veces tan secas como los cactus que secundan las vías- sino que su nombre responde asimismo a los frecuentes cumulus nimbus que aparecen a los pies de las vías y se ven, como en un avión, muy por debajo del trazado férreo. Es que el tren parte de Salta, ubicada a 1.187 metros sobre el nivel del mar, y tras el extenuante pero maravilloso viaje, llega a La Polvorilla, que se encuentra a 4.200 metros. La altura de las nubes oscila habitualmente entre los 2.000 y 3.000 metros.
El tren circula por inolvidables paisajes puneños y para posibilitar el ascenso entre las montañas no sólo corre en permanente pendiente sino que utiliza el sistema de zigzag: mediante ese mecanismo el tren llega a una estación, toma una nueva vía ascendente que deja ver, abajo, aquella por la que el ferrocarril venía y se traslada marcha atrás. Luego empalma con la tercera vía, que será por la que el tren seguirá subiendo. Por el ascenso y por el zigzag, la ida insume ocho horas mientras la vuelta se hace en siete.
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