La medida apunta a descomprimir la superpoblación en cárceles y comisarías, que alentó ya el estallido de numerosos motines.
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La decisión se adoptó a pocos días de haberse conocido una advertencia realizada por el Ministerio de Seguridad provincial y la Comisión Provincial por la Memoria sobre las condiciones de hacinamiento en las que viven los detenidos en cárceles y comisarías, debido a la superpoblación.
A los beneficiarios -presos con buena conducta y que estén procesados por delitos leves- se les colocará esa pulsera (en rigor, una tobillera), que emite una señal que es captada y monitoreada por operadores del Servicio Penitenciario desde una central.
Actualmente un centenar de procesados son vigilados mediante este mecanismo, que se puso en marcha en 1997 y que en varias oportunidades logró ser burlado por el preso, por lo que su eficacia fue siempre cuestionada.
En la mayoría de los casos que tomaron público conocimiento, los presos que evadieron este sistema fueron recapturados por la Policía en momentos en que cometían otros delitos para los cuales se habían descartado de la tobillera.
Por caso, en setiembre de 2002, un preso de 25 años que se había descartado de la tobillera de control fue detenido por la Policía cuando robaba una vivienda en la localidad bonaerense de Necochea.
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