Alejandro Cerúndolo es un exjugador que llegó a competir a nivel ATP y alcanzó el puesto 309 a comienzos de los 80. Tan ligado está al tenis que su hijo menor, Juan Manuel, nació mientras miraba el partido de su dirigido Martín Vasallo Argüello –hoy dirigente- ante David Nalbandian en el Challenger de Buenos Aires. El mayor de los hermanos es Francisco, y muchos años después, ambos comparten la competencia en el mismo torneo.
Entre raquetas y estudios: los hermanos Cerúndolo, herederos de una familia de puro tenis
Francisco, el mayor, y Juan Manuel, el menor, avanzan en sus primeros pasos profesionales. En diálogo con Ámbito, contaron cómo es convivir en el circuito y con dos padres que fueron tenistas y una hermana (Constanza, la del medio) que es Leona.
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Los tres años de diferencia que se llevan Francisco y Juan Manuel los hace estar en momentos distintos de sus carreras, pero de a poco empiezan a coincidir en más citas. Y claro, hay transmisión de experiencias y consejos.
“Yo le voy contando cómo es el nivel de los Futures o los Challengers, cómo juegan todos, cómo son los lugares, los hoteles. Trato de contarle esas cosas para que cuando él llegue no esté sorprendido y esté bien preparado de primera”, le cuenta el nacido en 1998 a Ámbito en el Racket de Palermo, donde el Challenger de Buenos Aires va escribiendo sus últimos capítulos.
Juan Manuel tiene casi 18 años: ese episodio en pleno partido ocurrió el 15 de noviembre de 2001. Este fue su primer cuadro principal en los campeonatos del segundo escalón ATP, y cuenta con una nutrida actividad en juniors. “Cuando juego torneos nuevos y no sé cómo es el nivel, pregunto. El paso de Future a Challenger es diferente, hay gente con más ranking, juegan un poco distinto. Esas cosas se aprenden a medida que uno va a los torneos”, explica.
“Por la diferencia de edad jugamos poco juntos, pero estamos coincidiendo cada vez más. Obviamente ayuda, él vive experiencias y me las cuenta. Está bueno poder competir juntos y ayudarnos entre nosotros”, sigue el más chico de los Cerúndolo.
Pero la condición deportiva de la familia no termina allí. Mamá María Luz tuvo una destacada carrera en los torneos profesionales argentinos, y fue la formadora de los dos hermanos. Constanza, la única mujer que tuvo el matrimonio, tiene 19 años, juega al hockey en Belgrano Athletic y es una Leona. El año pasado ganó la medalla de oro con la Selección nacional en los Juegos Olímpicos de la Juventud.
“En casa siempre se habla de deporte y a todos nos gusta, eso te incentiva. Pero nos metimos nosotros solos, nuestros padres nos pusieron en el deporte amateur y nosotros elegimos nuestras actividades y nos fuimos dedicando profesionalmente”, argumenta “Fran”, para quién “está bueno” que su hermana juegue al hockey “así no se habla siempre de tenis”.
Los caminos de cada uno hasta llegar a este presente fueron bien diversos. Francisco, derecho y con 21 años recién cumplidos, no tuvo actividad en juniors y se basó en los torneos profesionales nacionales. De allí saltó a las giras ITF World Tennis Tour, donde acumuló siete títulos Futures y paulatinamente escaló hasta el ranking 266 de la ATP. Esta temporada hizo sus primeras armas en Challengers y formó parte de la delegación argentina en los Juegos Panamericanos.
Juan Manuel -zurdo- fue un proyecto muy diferente. Encaró una carrera juvenil, donde fue top ten y compitió en los Grand Slam. Sin embargo, este año decidió proyectarse al primer peldaño del mundo profesional y ganó dos Futures, los M15 de Tabarka y Helsinki y hoy está 550 en el escalafón. “Este fue mi primer Challenger. No me sentí cómodo en cuanto a resultados, pero la experiencia estuvo increíble, agradezco la invitación”, referencia sobre el wild card recibido.
Ambos tienen su experiencia representando al país, porque Francisco jugó los Odesur Santiago 2018 (fue plata en singles) y los Panamericanos de Lima que se disputaron hace pocas semanas. “La primera fue una experiencia muy buena, pero la otra, más grande, con muchos deportistas de elite, fue única”, afirma.
Juan Manuel viene vistiendo la camiseta nacional desde el Sudamericano Sub 12, y tiene un objetivo claro: “Jugás por algo más, no sólo por vos mismo. En mi caso, es una motivación. Quería ir a los Juegos de la Juventud, me quedé afuera porque, aunque tenía el ranking, eran sólo dos por país. En el futuro quiero jugar los Panamericanos o lo Olímpicos”.
Los Cerúndolo son jóvenes y tienen una buena perspectiva en el tenis. Sin embargo, el mayor de los hermanos no se queda con eso sólo y amplía las posibilidades: está en el segundo año de Economía en la UBA. “No es nada fácil. El año pasado fue el primero, se me hizo fácil, pero en la segunda mitad empecé a levantar en mi ranking. Lo terminé impecable”, relata.
“Ahora sigo estudiando, pero se me hace cada vez más difícil, porque mejora el ranking, eso implica más viajes, mejores torneo. En los tiempos libre leo, estudio, copio algo, y no me atraso tanto. Cuando estoy acá trato de ir a rendir. Si me va mal no me enojo porque no es mi única prioridad”, sentencia con tranquilidad sobre sus pasos a seguir.
Para Juan Manuel las cosas son más lacónicas: “Estoy terminando el colegio, y por lo menos por dos años no tengo pensando estudiar. Estoy 550 y creo que vengo bien. Si veo que me estanco con el tenis, estudiaré. Me gustan los números, tal vez seguiría Economía o Ingeniería”.
En familia las cosas salen mejor. Mientras los dos varones progresan en el tenis, Coni es una Leona y sigue la carrera de Ingeniería, siempre con los consejos de Alejandro y María Luz bien de cerca. “Nos prepararon bastante. Es importante tener padres que te apoyen”, suelta el más chico.
Al tiempo que Fran aspira a entrar a la clasificación del Australian Open, Juanma quiere terminar el año rompiendo el límite del puesto 500. Hacia allí apuntan todos sus esfuerzos. Juntos o separados, iguales o diferentes. Como todos los hermanos.
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