¿Cuántos deportes pueden vincularse a la ciencia? En principio a todos, aunque algunos como el tenis tienen una raíz más profunda en lo científico, ya sea por el empleo de la física al aprenderlo o jugarlo, o por los aportes de un conocimiento exacto en su evolución. Sin embargo, desde hace un tiempo las matemáticas se metieron de lleno en los courts para brindar una herramienta diferente y muy poderosa.
La matemática, al servicio del tenis
El actual supervisor deportivo de la Confederación Sudamericana de Tenis (COSAT) produjo varios estudios específicos que lo llevaron, en 2012, a trabajar con Franco Davín y Juan Martín Del Potro.
-
Copa Davis: Argentina ya conoce sus rivales y la sede para la fase de grupos finales
-
Tenista se descompensó en medio de un partido del Masters 1000 de Miami
Actualmente existe una importante corriente de matemáticos, estadígrafos y numerólogos que los jugadores suman a sus equipos, del mismo modo que emplean médicos, entrenadores o psicólogos. Ser cada vez mejor es la meta máxima, y todo recurso es válido.
En la Argentina, uno de los especialistas más reconocidos y con más trayectoria es Marcelo Albamonte, contador, coach y un “curioso” voraz por los números. “Un partido de tenis esconde mucha información. Es muy geométrico, desde arriba todo se ve como una línea recta. La matemática te ayuda a descifrar todo lo que hay ahí dentro”, elabora en una extensa charla con Ámbito.
Las variables (una palabra tan fácil de encontrar en las ciencias exactas) en un partido de tenis son incalculables, de allí que Albamonte considere que “uno no controla todo, pero hay ciertas cosas que se pueden hacer para que el match se juegue como vos querés o te conviene”. Allí entran los programas, las planillas y los cálculos.
Todo comenzó hace más de dos décadas cuando el hoy supervisor deportivo de la Confederación Sudamericana de Tenis (COSAT) diseñó un estudio puntual. Entrenaba a una joven promesa nacional y quería saber si sus instrucciones eran correctas o si los intentos del deportista eran acertados. “Saqué su margen de rendimiento y comparando cómo le iría con sus decisiones o con mis indicaciones, él tenía razón”, recuerda.
Desde ese momento produjo miles de estudios específicos que lo llevaron, en 2012, a trabajar con Franco Davin y Juan Martín Del Potro. Entre sus tareas hay investigaciones sobre el punto exacto para sacar, hacia dónde servía el tandilense, la distancia que mantienen dos tenistas y muchísimo más. Sin embargo, Albamonte deja en claro que el común denominador son frías cifras, y lo que realmente sirve está más allá.
“Hay un montón de programas que te dan datos crudos, pero esos son diferentes a la información. A partir de esos números hago testeos, evaluaciones y finalmente brindo información”, manifiesta. Por pedido de un entrenador, encontró que el tenista que dirigía tenía problemas al sacar luego de un descanso, situación que no ocurría si el que iniciaba el punto era su rival.
La relación con Davin prosiguió luego de cortar el vínculo con “Delpo” al punto que juntos coescribieron "Game, Set, Math". Albamonte es uno de sus colaboradores más estrechos y suelen hablar a diario. “Lo que él más me pide es lo que ocurre en los primeros cuatro tiros, porque cree que ahí se marca todo el desarrollo de un punto. Y lo que más usamos es aquel estudio inicial que hice sobre quién tenía razón con mi dirigido”, detalla.
En base a esa valoración, el equipo logró establecer que el italiano Fabio Fognini perdía un promedio de 12 puntos por partido producto de “enojos”. Si él lograba reducirlo a 7, su rendimiento lo haría pasar del puesto 40 al 20. “El cálculo arrojaba, sobre la cantidad de puntos ganados y perdidos, que podía subir 20 lugares”, explica Albamonte. El de San Remo llegó a las manos de Davin a fines de 2016 cerca del escalafón 50, y este año logró ser Top Ten y ganó en Montecarlo su primer Masters 1000.
“Pero con todo esto ves más cosas, aunque no controlás todo, sino que lo hace la intuición. La inteligencia es más rápida que el pensamiento. (Lionel) Messi gambetea, biomecánicamente es perfecto, pero él no sabe cómo lo hizo. A mí me interesa la ciencia, el estudio, pero también el talento, que es irremplazable”, argumenta el entrenador de Lourdes Carlé.
Albamonte considera que todo aporte de “la parte física, lo nutricional, mental, las ciencias” ayudan en gran valor, “pero lo que hay que lograr es que se sepa jugar al tenis”. “Por eso los buenos son difíciles de estudiar, son la excepción, como Roger Federer. Cuando armamos el programa, lo hice junto a doctores que seguían a los jugadores por diagnóstico de imágenes según el centro de gravedad. Al único que no podíamos seguir era a Federer”, devela.
¿Cómo se recaba tanta información en el tenis?
Reunir tantos datos puede parecer una tarea titánica, pero después de tantos años, Albamonte encontró su propio sistema, ya sea con una tablet y una cancha dibujada en la que traza los peloteos e impactos, o a mano, en un papel, siguiendo los desplazamientos de cada jugador.
“Anoto el saque, la devolución, la cantidad de tiros y cómo fue el golpe ganador. También uso planillas que voy usando para diferentes cosas y las tengo automatizadas”, explica Albamonte, a quien le gustaría trabajar con Nick Kyrgios: “Me encantan los locos talentosos”.
En tanto, utiliza variantes que su jugador debe hacer o no en función del rival. “Me anoto tres columnas. Las debilidades del otro, las cosas que no sé si buenas o malas pero las hace, y lo que realiza bien. Después lo conecto con lo que debería evadir, lo que debe aprovechar y aquello que no conviene que mi jugador haga”, deduce.
Confiesa que, pese a trabajar mucho con los profesionales, le gusta entrenar a los más jóvenes y allí advierte que las matemáticas pueden ayudar en la evolución, porque “muchos no saben cuál es su punto fuerte”. “Hoy es más fácil copiar que inventar, hay que buscar, ver qué se encuentra, y hoy todo es muy cómodo. Muy pocos tienen personalidad propia, son todas imitaciones de Federer, Nadal o Djokovic”, se enoja.
Entre su tablet, planillas y cálculos, Albamonte sigue de cerca los pasos de Carlé, uno de los proyectos más importantes del tenis femenino nacional. “Es muy talentosa, tiene todo para ser una buena jugadora”, opina sobre la oriunda de Daireaux. Ella también trabaja junto a Davin, al igual que su coach. Juntos hacen un tándem sólido y muy eficaz. Como las matemáticas y el tenis.
Dejá tu comentario