El lunes comentábamos que preferíamos no aventurar opiniones -e intentamos mantenerlo-sobre lo que podría ocurrir con las dos empresas semipúblicas más grandes de los EE.UU., hasta que no se asiente un poco el polvo que ha generado su desplome. Esto no quiere decir que no podamos hablar sobre algunos efectos colaterales, y el primero y más notorio es lo ocurrido ayer cuando el Dow retrocedió 0,41 por ciento a 11.055,19 puntos. Antes de proseguir es justo aclarar que 1,17% que perdió el NASDAQ y 1,55 por ciento que perdió el Russell 2000, hablan a las claras que no fueron únicamente Freddie Mac y Fannie Mae quienes determinaron la suerte del mercado.
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Sin embargo, es claro que la reacción general que tuvo el mercado sugiere que el poder de persuasión de la Reserva Federal (el banco central más antiguo y poderoso del planeta), ya sea a través del duro y críptico lenguaje que suele emplear en sus comunicados o utilizando la parva de dinero que controla, está mermando y éste es un tema para muchos que sólo puede definirse como "grave". Dejando de lado la quiebra de IndyMac y la posible corrida contra las financieras Washington Mutual, National City e incluso el Wachovia, la decisión de la Fed y el Tesoro de "salvar" a las dos agencias alimentaron una suba de 1,25% a poco de iniciarse las operaciones en el Dow. Pero el optimismo no duró más que unos instantes y de ahí hasta el cierre lo que primó fue, sino el desánimo, la incertidumbre. ¿Por qué? En realidad no importa demasiado el porqué. Donde es claro que no tuvimos incertidumbre fue en el sector financiero, que al momento de sonar la chicharra de cierre perdía más de 6%, anotando la mayor caída diaria en más de 8 años. No sorprende entonces que los inversores se volcaran a buscar el refugio que brindan los bonos del Tesoro, cuya tasa a 10 años retrocedió a 3,873% anual. Afortunadamente el precio del petróleo morigeró su carrera alcista (sin dudas merced a la recuperación que tuvo el dólar frente a otras monedas), trepando un insignificante 0,1% a u$s 145,18 por barril. Son tiempos duros.
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