Si veinticuatro horas atrás jugábamos con la idea de que la fortaleza del precio del petróleo había quemado el buen humor de los inversores, ahora corresponde decir que el desplome del crudo resultó ser el principal combustible de la suba accionaria. Desde ya que se podría argumentar que, al haber sido la de la víspera la mayor baja diaria del "oro negro" desde setiembre de 2001 (bajó 7% a u$s 45,45 por barril) y al ser éste (el precio del petróleo) uno de los factores que más ha gravitado negativamente sobre las acciones durante 2004, la suba podría haber sido mayor. Pero el mercado que tenemos es el que vemos, ya sea con sus reacciones desmedidas o con sus reacciones acotadas. Es así como la reacción de ayer casi se puede definir como "acotada", a pesar de 1,56% que ganó el Promedio Industrial al cerrar en 10.590,22 puntos, o 1,98% que trepó el NASDAQ, en una de las jornadas más activas del año (se hicieron operaciones con casi 1.800 millones de acciones en el NYSE y 2.300 en el NASDAQ). Es que salvo el dólar, que siguió perdiendo terreno ante el euro, se puede generalizar en que todas las demás noticias fueron positivas. Desde el crecimiento inesperado del índice ISM (actividad manufacturera), pasando por el gasto, los ingresos e, incluso, la tasa de ahorro personal. De hecho, salvo el de las petroleras y las empresas de servicios públicos, las subas fueron generales para todos los sectores de la economía, y se llevaron las palmas las firmas de transporte y las de alta tecnología. Ayer se vivió algo muy parecido a la euforia en el mercado accionario, que tal vez no se reflejó del todo en los precios.
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