18 de diciembre 2001 - 00:00

De semejantes músicos, se esperaba mucho más

Kenny Barron
Kenny Barron
Cierre del ciclo «Contemporánea Live 2001». Actuación de Kenny Barron (piano). Con el Trío da Paz, integrado por Romero Lubambo (guitarra), Duduka da Fonseca (batería) y Nilson Matta (contrabajo). (Hotel Sheraton, 15 y 16 de diciembre).

(18/12/01) Sobre un mismo escenario, había antecedentes de sobra. El guitarrista brasileño Romero Lubambo -líder del Trío da Paz-ha tocado con Michael Brecker, Dianne Reeves, Diana Krall, Tony Braxton o con orquestas sinfónicas. El baterista Duduka da Fonseca ha grabado y tocado con músicos como John Scofield, Astrude Gilberto, Phil Woods o John Patitucci. El contrabajista Nilson Matta, integró, entre otras, las formaciones de Naná Vasconcelos, Charlie Byrd, Herbie Mann y Lee Konitz. Y ni qué hablar, por supuesto, del pianista norteamericano Kenny Barron quien, en su abultado currículum registra actuaciones junto a James Moody, Dizzy Gillespie, Stan Getz, Roy Haynes, Herbie Hancock, Charlie Haden y una larga lista de etcéteras.

Por cierto, toda la historia que suman estos músicos se notan a la hora de tocar. Lubambo es un guitarrista brillante, que mezcla en su estilo el folklore de su país, las herramientas del jazz y una fuerte influencia de Heitor Villa-Lobos. Da Fonseca es un baterista sutil, que jamás pretende sobresalir pero que demuestra claramente su talento. Matta sorprende con su destreza técnica, con su afinación impecable y con su inteligencia en los solos.

Y Barron no necesita demostrar nada, ya que posiblemente sea uno de los más grandes pianistas vivientes de jazz.

Invitado

Sin embargo, toda esta suma de capacidades no alcanzó para entregar actuaciones inolvidables, como sí había sido, por ejemplo, el set de Barron con un trío de jazz en el último festival de Lapataia, en enero pasado. En esta suma de jazz y música brasileña que ofrecieron -donde Barron jugó, en rigor, el papel de invitado de lujo del trío-, y salvo por momentos, los músicos no estuvieron a la altura de sus enormes posibilidades.

Hubo, por supuesto, ráfagas de buena música -en la versión de
«All blues» de Miles Davis, en el dúo de Barron-Lubambo para «Triste» de Jobim, en algunos solos de todos los integrantes del cuarteto-pero eso no alcanzó para alcanzar el nivel superlativo que prometía la reunión de estos artistas.

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