Como en el tan parafraseado título de García Márquez, la crónica de una batalla anunciada contra la IA, o Inteligencia Artificial, se ha desatado —o mejor dicho, intensificado— la semana pasada, después de la querella que el diario The New York Times interpuso contra la OpenAI, la empresa creadora del popular ChatGPT.
Inteligencia artificial en Hollywood: crónica de una batalla anunciada
The New York Times se sumó a la querella del año pasado de los actores y guionistas de Hollywood. Exige que Open AI comparta regalías por apropiarse no sólo de contenidos sino también de formatos
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Los editores de The New York Times persiguen una oferta legal, o dicho de otro modo, un cobro de regalías, para permitirle a la empresa de IA escanear y utilizar artículos publicados en el diario. No se trata de un artículo en concreto, ni siquiera de un contenido, sino del sistema entero: The New York Times alega que Open AI crea y edita sus resultados, desde la sintaxis al formato mismo, con datos ajenos, en este caso el mismo diario, que tienen su correspondiente copyright.
De acuerdo con la revista Forbes, “los probables resultados legales de este caso serán enormes y, en última instancia, se aplicarán a casi todos los fabricantes de IA y a todas las aplicaciones de IA generativa. Está en juego el futuro de la IA generativa”.
OpenAI procede, en sus algoritmos, de la misma manera que el resto de las marcas importantes de IA, sin pagar y ni siquiera pedir permiso para apropiarse, formalmente y en contenido, de trabajos publicados en Internet que están protegidos por derechos de autor. Habitualmente, los dueños de las empresas de IA sostienen que es lícito. Señalan que el público tiene acceso a ese contenido, y la elaboración de datos por parte de la IA tendría el mismo derecho.
Sin embargo, los editores y los titulares de derechos de autor refutan ese razonamiento, y alegan que la IA se apropia en forma ilegal de tales contenidos sin el permiso de los propietarios. Todo esto en un contexto en el que los que ganan fortunas por ese procedimiento son los fabricantes de IA y no las víctimas de tal apropiación.
Forbes cita un blog de la Harvard Law Review titulado "NYT v. OpenAI: The Times's About Face" (NYT contra OpenAI: la cara oculta del Times), que plantea los siguientes puntos:
"The New York Times ha demandado a OpenAI y Microsoft por el uso no permitido de artículos del Times para entrenar grandes modelos de lenguaje GPT".
"Estas herramientas son grandes modelos lingüísticos (LLM), que se construyen mediante el "entrenamiento" en corpus masivos de texto".
"En la raíz de la queja del Times está que este conjunto de datos contiene una masa de contenido protegido por derechos de autor del Times".
"La acusación principal del Times es que OpenAI está infringiendo los derechos de autor mediante el uso y la reproducción sin licencia y sin autorización de obras del Times durante el entrenamiento de sus modelos".
"El caso podría tener un impacto significativo en la relación entre la IA generativa y la ley de derechos de autor, particularmente con respecto al uso justo, y en última instancia podría determinar si se construyen modelos de IA y cómo."
La batalla, la última de ellas, es sólo una parte de la escalada de los creadores de contenidos contra la Inteligencia Artificial.
Hollywood
El año pasado, durante las huelgas de Hollywood, uno de los puntos más ríspidos —casi tanto como el de los salarios— era el uso de los chatbots que imitan a los humanos. Los actores fueron a la justicia acusando a las empresas de IA de infracción masiva de derechos de autor. Y el argumento fue el mismo que emplea ahora The New York Times.
No se trata de casos de recreación puntuales —como el famoso que protagonizó la actriz Scarlett Johansson, cuando descubrió que una publicidad empleó su propia voz para vender un producto, y ordenó cancelarla—. Los actores argumentaban que sus trabajos se utilizaban como material de entrenamiento para la IA. Lo que todos en el sindicato de actores se preguntaron en ese momento fue: ¿por qué ningún gran estudio se ha sumado a la demanda para proteger su propiedad intelectual? ¿O acaso no son ellos también perjudicados?
Se aventuró, en ese caso, la posibilidad de que estuvieran negociando con empresas de IA con el objetivo de llegar a un acuerdo de licencia. Pero las versiones más tenebrosas —compartida por gran parte del sindicato de actores y guionistas— fue que la auténtica razón de su silencio es que esos estudios quisieran valerse de las herramientas de la IA para reducir los costos laborales.
A los estudios no les faltaban pruebas ya que los generadores de imágenes de IA producen réplicas casi exactas de fotogramas de películas. El caso citado por la publicación especializada en Hollywood era el siguiente: cuando se le pregunta por "Thanos Infinity War", Midjourney —un programa de IA que traduce texto en gráficos hiperrealistas— devuelve una imagen del villano en un fotograma que parece directamente extraído de la película de Marvel.
Una toma de Tom Cruise en la cabina de Top Gun se produce de forma similar por el citado programa. Los chatbots pueden reproducir casi cualquier estilo de animación, generando personajes que van desde “Shrek”, de DreamWorks, a “Ratatouille”, de Pixar. No parece, en consecuencia, muy lejano el momento en que el público elija, como si se tratara de un juego, crear sus propias películas con herramientas de IA a partir de títulos cinematográficos famosos.
Estas advertencias fueron publicadas en enero de este año por el experto en IA Gary Marcus y el artista conceptual Reid Southen, que ha trabajado en “Los juegos del hambre”y “Transformers”, entre otros tanques hollywoodenses. "Lo que hemos demostrado —concluían— es que probablemente haya motivos para muchas más demandas en el ámbito visual.Esencialmente están apropiándose de material con copyright sin ningún tipo de atribución".
Consultado por THR, el abogado especializado en derechos de autor Justin Nelson sostuvo: “Los estudios y las entidades de producción tendrían una demanda convincente por infracción de derechos de autor. La única forma de obtener estas imágenes es hurtando al menos una parte de la película”.
"Si yo fuera un estudio —continuaba— y el dueño de esta propiedad intelectual, llamaría inmediatamente a mis abogados para tratar de averiguar cuáles son mis derechos ".
Hasta el momento, las demandas existentes no prosperaron, por lo cual la iniciada por The New York Times podría fortalecerlas. Los modelos de IA son “cajas negras”. Además, OpenAI dejó de revelar información sobre las fuentes de su conjunto de datos después de ser demandada, de forma que el público ignore que se utilizó un trabajo específico en la creación de un chatbot.
La única prueba que pueden aportar los demandantes es una respuesta generada por un chatbot que sea sustancialmente similar a la obra que supuestamente infringe. El Gremio de Autores, en su demanda contra OpenAI, señaló que ChatGPT producía resúmenes y análisis de sus libretos o libros.
Considerando, además, que la Inteligencia Artificial recién está en sus primeros pasos, la necesidad de una legislación firme —como lo es la ley antimonopolios— parece más imperiosa que nunca.
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