25 de septiembre 2007 - 00:00

Lester: "La crítica me mató y hoy me elogia"

Richard Lester
Richard Lester
San Sebastián (Enviado especial) - Sin un pelo en la cabeza, pero sin un pelo de zonzo, Richard Lester, el director de las películas de los Beatles, presentó ayer en el Festival la versión restaurada de «Help!», y regocijó con sus anécdotas, contadas en un aparte con un grupo de fanáticos y amigos de sus comedias.

«Ringo protagonizó «Help!», porque nos pareció el más vulnerable de los cuatro», contó Lester. «Era ideal para que lo asediaran los fanáticos de la diosa Kali. Además siempre llegaba con tal resaca de la noche anterior, que tenía un hermoso aspecto, muy natural, de 'no quiero estar aquí'. Cuando rodamos en la nieve, él odiaba la nieve, pero también odiaba la arena, y casi todas las comidas, de modo que igual lo obligamos a esquiar. Hubo mucha improvisación. Los llevé a la cima de la colina, 'ponte los esquís, te espero abajo'. Llevamos cuatro, volvieron cuatro, hemos triunfado. Ya veremos qué se hace con esto en la sala de montaje».

También recordó Lester: «Ellos eran algo indisciplinados. Hacían sus diálogos, pero se los dejaban en el auto. A veces se dejaban a ellos mismos en el auto. En la escena de 'Anochecer de un día agitado' donde los cuatro juegan en el campo, sólo tres son auténticos. El otro no vino, y yo debí reemplazarlo ante la cámara, al menos de lejos».

«Dirigí personas muy interesantes, que a veces también eran muy difíciles. Con Groucho Marx fue sólo un día de rodaje, y ambos estuvimos encantados de que fuera sólo un día. Con Buster Keaton fueron dos, maravillosos pero tristes a la vez, porque ya estaba muy enfermo. El quería correr, hacer su admirable rutina de humor físico, pero en algunas tomas lejanas preferimos usar un doble».

«Con Margareth Rutheford también fueron dos días, pero esto merece contarse. Ella iba a cumplir 70 años apenas comenzara el rodaje, necesitábamos un seguro médico, así que la llevé a un médico. El está tomándole la presión, y le preguntó a qué se dedicaba. 'Estoy haciendo teatro y cine'. '¿A su edad?' '¿Me está diciendo lo que debo hacer con mi carrera, jovenzuelo?'. Presión alta, enseguida.

Entonces, dos días antes de su cumpleaños, la sentamos en un banquito, le pedimos que diga los diálogos de todas sus escenas mirando a cámara, luego que los repita mirando a izquierda, etc. Ya teníamos todos los primeros planos. Si después se llegaba a morir, podíamos poner una doble de espaldas. Y ella: 'Si esto es el cine moderno, ya no quiero saber más nada'».

«Audrey Hepburn no había rodado en siete años. Sólo se sacaba fotos con un especialista de Hollywood. Llegaba al set de 'Robin y Marian', y preguntaba '¿Cuándo vamos a hacer mis pruebas de cámara?'. El director de fotografía era medio rudo. '¿Qué pruebas de cámara? Lo siento, cariño, debes jugarte como todas las demás'. Yo intercedí, y le hicimos las pruebas. Pero salieron tan horribles que las escondí debajo de la cama hasta que terminó el rodaje. Cuando estrenamos, por suerte, ella quedó encantada.»

«Soy un director económico. Para ' Juggernaut', donde alguien debe desactivar dos bombas en un barco en pleno Océano Atlántico, con todos los pasajeros muertos de miedo, contratamos un buque ruso de 250.000 toneladas. Le dije al capitán 'Vete lo más al norte posible, hasta encontrar una tormenta de fuerza 8, entonces quita los estabilizadores, y empezaremos a rodar'. Ahorramos muchísimo dinero».

«Del total de mi obra, estoy especialmente orgulloso de las dos de los Beatles, 'Los tres mosqueteros', 'Robin y Marian', 'Juggernaut', 'Petulia', y 'Cómo yo gané la guerra'. Soy un privilegiado: estoy orgulloso de siete de mis obras. Años atrás MTV me envió un pergamino, llamándome padre del videoclip. Exigí de inmediato un análisis de sangre. Hoy pediría un ADN».

«Muchos críticos fueron muy amables, generosos, y comprensivos conmigo. Otra parte de la crítica odiaba todo lo que yo hacía. Sigo aquí. Esa crítica ha muerto. No agrego detalles. ¿Qué hago ahora? Lo digo en español: jubilado. Un paraíso. Antes mi pesadilla era no tener trabajo. Ahora mi pesadilla es que alguien me quiera hacer trabajar de nuevo».

P.S.

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