En «Por sus propios ojos», la directora Liliana Paolinelli cuenta una
historia pequeña pero interesante, con actores cordobeses que la hacen
creíble.
«Por sus propios ojos» (Argentina-Francia, 2007, habl. en español). Guión y dir.: L. Paolinelli; Int.: A. Carabajal, L. Núñez, M. Gallo, M. Santucho.
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Diez años atrás, la entonces jovencita Liliana Paolinelli debió cubrir un serio amotinamiento en una cárcel cordobesa. Y lo hizo desde una perspectiva muy femenina: centrándose en las mujeres, hermanas, y madres de los presos. Curiosamente, le costó trabajo que algunas dieran la cara ante la cámara. Vergüenza en ciertos casos, desconfianza en otros, quizá porque una cosa es la notera televisiva que ya forma parte de cada familia, y otra es una chica que nadie conoce, y que, en su ingenuidad, puede parecer sospechosa, o más aún, inconducente. Es que hay quienes se dejan grabar, sólo si pueden sacar algún provecho. Y en todo caso desprecian, y usan a su antojo, a todo aquel que se les acerca con el brazo descubierto, sin más intención que la piedad, la bondad, o el simple interés humano.
Con el tiempo, Paolinelli evaluó esa experiencia, la aplicó a una ficción, e hizo esta película. En ella, una estudiante de cine intenta entrevistar a las mujeres que visitan a sus seres queridos en la cárcel. Sólo la madre de un preso, típica madre de cierto barrio popular cordobés (vale decir, para quienes conocen, difícil de fiar, falluta, confusa, y compradora) accede, más aún, reclama ser entrevistada. Luego se echa atrás, hace perder el tiempo con citas que ella misma incumple, ofrece a la jovencita superficiales demostraciones de aprecio (por ejemplo, invitándola a su cumpleaños, donde conocerá a los demás parientes), etcétera, hasta que al fin promete sincerarse frente a la cámara. Pero, eso sí, con una condición, que convertirá a la chica en otra visitante.
Hasta ahí, el nudo del asunto. Que es pequeño, como el propio film, pero interesante, desarrollado en forma controlada, sin tensiones demasiado visibles, y con dos actrices que hacen creíble el asunto, y por eso se han ganado sus buenos premios en Biarritz, Manheim y Gramado: Ana Carabajal, que viene del hoy venerable grupo mediterráneo Libre Teatro Libre, y Luisa Núñez, con un aire de criatura que hace temer por su fragilidad. Completan el elenco Maximiliano Gallo, como el hijo que no parece sufrir demasiado la cárcel, y Mara Santucho, cantante de la banda local Los Cocineros. Rodaje en los penales de San Martin y Bower, y en un par de barrios cuyo nombre omitimos.
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