5 de julio 2005 - 00:00

Reúne una muestra 33 años del arte de Diana Dowek

«Desde el fondo de la tierra», una de las obras que podrán verse en la muestra «Fragmentosde una historia inconclusa» (1972-2005), de Diana Dowek, una artista siempre preocupadapor lo social.
«Desde el fondo de la tierra», una de las obras que podrán verse en la muestra «Fragmentos de una historia inconclusa» (1972-2005), de Diana Dowek, una artista siempre preocupada por lo social.
Diana Dowek expone «Fragmentos de una historia inconclusa», en el Fondo Nacional de las Artes (Alsina 673). Desde sus trabajos de los años '70, como el políptico «De lo que vendrá (1972), hasta la instalación «Pausa en la Larga Marcha», 2001-2005, las obras de Dowek son fragmentos de un relato sin fin de una artista incansable. Sus propuestas se suceden año a año investigando problemáticas humanas y sociales, con una vigencia permanente y abierta, por eso su historia con la lente de la preocupación por los demás no ha concluido.

Con «La larga marcha» obtuvo uno de los Premios en el Certamen Aerolíneas 2003, llevado a cabo en el Museo Nacional de Bellas Artes. Los personajes remitían a la parábola de nuestra época: la humillación de los débiles,los imperativos sociales y la violencia. Con una imagen contundente, casi realista inició en ese momento una nueva representación, por supuesto, coincidente con la perspectiva de su obra anterior.

Dowek
formó parte de la corriente surgida hacia mediados de la década del '70, que se presentó con el nombre de «Postfiguración», en el Museo de Arte Moderno, en el CAYC y más tarde, en el Museo Castagnino de Rosario. La postfiguración trata de abordar al hombre y sus objetos como entidades inseparables. Se acerca a los neofigurativos con su sentido del sarcasmo y el dolor, y se vincula con los pop como representación y método descriptivo. Pero a diferencia del arte popular, el discurso postfigurativo acude a la descripción de la realidad como un medio, no como un fin (caso de Warhol, que se exhibe en este momento en el Centro Borges).

En el prólogo, Rosa María Ravera dice «La producción de Dowek es un mensaje rebeldepero asimismo, sin descanso, una pregunta sobre la condición humana. El camino elegido fue el de la reivindicación, una vía que no borra la persistencia de la inquietud, de la búsqueda, del interrogante.» Su preocupación ha sido siempre una incitación crítica, presente en todas sus obras y muy clara y tajante en algunas como «Las heridas del Proceso», de 1985. El espectador encuentra su interpretación personal que puede o no coincidir con la de la artista, porque en forma continua está explicándose a si misma: tal es lo que Dowek quiere suscitar entre quienes contemplen sus pinturas.

En la presentación del catálogo para la Universidad de Lanús, ha escrito «1972-2004 Una larga marcha por la tragedia argentina. Estudiantes, graduados, docentes, autoridades de la universidad, vecinos de Lanús, para ustedes son las obras que intentan resumir estos años vividos.»

Dowek sostiene que no trata de contar cuentos ni de ilustrar una historia; de ahí, su búsqueda: es decir más con lo mínimo de elementos que le son cotidianos. Su propósito es perfilar las contradicciones humanas: plenitud y vacío, libertad y opresión, placer y dolor, apertura y encierro, acentuando el drama que importa la presencia inexorable de estos conflictos. «Quisiera que mis contemporáneos encontraran en mi obra un momento de sus vidas colectivas, identificados con un árbol que no pudo crecer, con un pasto que desafía al cerco...». Este anhelo es aun más vasto, porque ella menciona las vidas colectivas, o sea, la sociedad entera. Trata de promover un testimonio que más allá de sus representaciones individuales, la conduzca a englobarla, o situarla en la pluralidad humana, para convertirla -como sucede con el creador de todo hecho artístico- en la primera espectadora de sus telas.

Sus obras marcan y recuerdan las contradicciones que de tan familiares, el hombre las suele perder de vista, ignorarlas.Son situaciones de choque con pocos personajes u objetos, uno solo a veces, que modifica a través de mutaciones de luz, color y espacio. Estas parábolas de nuestra época aparecieron ya en los alambrados,
« Atrapados con salida», de 1977. También, veinte años después en «La Zona», de la serie de 1996, con edificios fracturados, como el Congreso Nacional o el Palacio de Justicia, en la que planteó alegóricamente su crítica a la corrupción.

Dowek
estudió en las Escuelas Nacionales de Bellas Artes Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredón, donde se graduó en 1964. Obtuvo reconocimientos, como el Premio al Artista del Año, de la Asociación de Críticos de Arte (1994); la Beca de la Fundación Pollock-Krasner, Nueva York (1995); y la Beca a la Creación, del Fondo Nacional de las Artes (1998). En la muestra antológica que presentó en 2001, en el Museo de Bellas Artes, incluyó obras de distintas series, como «De lo que vendrá» (1972-73); «Atrapados con salida» (1977-89); «Pintar la pintura» (1981-83), telas cosidas con alambre; «Las heridas del proceso» (1983-85); «La ciudad y los amantes» (1987-90); «Homenaje a Beuys», (1990-94), uno de los creadores más importantes de la segunda centuria del siglo XX; y «Desde el fondo de la tierra» (1994), un homenaje al fotógrafo brasileño Sebastián Salgado. «Son muchos los ascensos y muchas las caídas, el movimiento es constante y continuo, y las escaleras muy altas y la tierra muy honda; hombres y mujeres que luchan, fracasan, vuelven a luchar... así hasta la victoria.» Estas palabras de Diana Dowek corresponden a su pinturainstalación «Desde el fondo de la tierra», 1994; pero su pensamiento remite a toda su obra, tanto en sus compromisos sociales como los estéticos.

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