21 de septiembre 2001 - 00:00

Tanto narcisismo no deja oír la música

Historias de Argentina en vivo.
"Historias de Argentina en vivo".
«Historias de Argentina en vivo» (Argentina, 2001, habl. en español). Dir.: A. Caetano, E. Capilla, A. Carri, G. Crámer y otros; Int.: G. Cerati, R. Blefari, F. Bochaton, J. Bocca, F. Páez y otros.

Si se anuncia una película con registros de una serie de recitales de artistas populares en diversos sitios del país, se supone que el público querrá ver, precisamente, a sus artistas populares, tocando en diversos sitios del país. Esa fue la base de «Argentinísima» y similares, que tan buena recaudación hicieron y buen recuerdo dejaron.

Pues bien, ahora la Secretaría de Cultura de la Nación ha dispuesto otra cosa. Al darles carta blanca a ciertos autores, resulta que varios de los músicos anunciados apenas se ven, y a veces ni siquiera se escuchan o se escuchan, pero no se ven. Lo importante pasa a ser el cineasta, como si la gente viera clips sólo por el cineasta y no por el músico. Peor la pasan quienes van al cine con ganas de ver algo de su pago. ¿Fulanito tocó en San Rafael o en Corrientes? No hay imágenes del lugar, daba lo mismo que hubiera tocado en Quilmes.

Por suerte, no todo está per-dido. En este rejunte de 13 cortos hechos por 14 cineastas, vale destacar a dos hombres de la vieja escuela: Marcelo Piñeyro, con su historia de dos hermanos misioneros ante la visita de León Gieco (que actúa con el Chango Spasiuk), y Miguel Pereira, con su emotivo documental de los habitantes de un pueblito cordillerano, que al son de melodías tradicionales salen a recibir a Mercedes Sosa. Lástima que, justo cuando la «Negra» va a cantar, se termina el fragmento (¿será una cuestión de derechos con la grabadora?).

También son apreciables los cortos de Fernando Spiner, con vaquitas de madera (dos bienudas de izquierda visitan Río Gallegos, donde están Los Ratones Paranoicos), Gustavo Postiglione (su paisano Fito Páez como bisagra de unos amores desencontrados en Neuquén), y Andrés Di Tella ( Divididos y los músicos de Ushuaia, documentados a lo «Woodstock»), aunque en este caso el asunto quizá daba para más. Lo mismo, el de Nardini-Bernard, con una «Mona» Giménez milagrera, y el de Bruno Stagnaro, que termina abruptamente el affaire entre el Bahiano y una mujer que, dicho sea de paso, también trabajó en la producción general de estas «Historias...».

En renglón aparte va el corto de
Jorge Polaco, con su habitual imaginería y feísmo, donde Julio Bocca recibe, muy tierno, a una viejita medio tocada, mientras se escucha aquello de «Criollita santiagueña»... Vaya uno a saber qué pensarán los santiague-ños. El resto, incluyendo unos separadores sexoleros, no pasa de lo ingenioso -por decir algo amable-.

Dejá tu comentario

Te puede interesar