15 de diciembre 2020 - 00:01

Saba: "El incendio de La Ranchería inauguró una historia de intolerancia"

El hecho real, ocurrido en tiempos del Virreinato, es metáfora de un país sometido tanto tiempo a episodios de censura, violencia y racismo.

Mariano Saba. Un incendio, inicio de una historia de intolerancia.

Mariano Saba. Un incendio, inicio de una historia de intolerancia.

“El público de teatro sabe que ver teatro en streaming no es lo mismo que ver una película o un programa de TV. Que la obra fue hecha por gente de teatro pensando en teatralidad. El cine nos ha permitido en todo este tiempo refugiarnos ante la pandemia, el cine le dará cobijo al teatro hasta que pueda cuidarse solo”, dice Mariano Saba, autor de “Civlización”, que puede verse desde el último fin de semana en la plataforma del Teatro Nacional Cervantes. Se trata de la segunda obra filmada que ganó la convocatoria lanzada por dicho teatro durante la pandemia. Dirigida por Lorena Vega, el elenco está integrado por Julieta Brito, Andrea Nussembaum, María Inés Sncerni, Mariano Sayavedra y Gonzalo Urtizberea. Dialogamos con Saba.

Periodista: ¿De qué trata la obra y qué resonancias tiene con la dicotomía de Sarmiento?

Mariano Saba: Parte de un acontecimiento real que es el incendio del primer teatro en tiempos virreinales. La Ranchería y su incendio inaugurarían una genealogía funesta ligada a incendios de otros teatros en el porvenir de la argentinidad, ya sea relacionada con cuestiones políticas como por abandono. Hay tres hermanas, que dos son criollas y la tercera mestiza, por cuanto las criollas se contemplan a sí mismas como europeas, hasta que una decide incendiar el teatro para así asesinar a la mestiza. El relato se cruza con La Cenicienta y también con la dicotomía de civilización y barbarie, todas cosas que me interesan, un teatro ligado a ciertas cuestiones de la argentinidad, y también un guiño irónico de determinados textos literarios que a veces funcionan como matriz para contener la mirada del espectador. Lo mismo hice en “Remar”, con La odisea de Homero.

P.: ¿La obra fue escrita en pandemia? ¿Aparece algo de eso en el texto?

M.S.: La escribí durante los meses de verano sabiendo que habría una convocatoria del Cervantes. Venía recopilando material sobre ese incendio, tengo cuadernos abiertos en esas búsquedas de temas. Lo paradójico fue que, entre las cosas apuntadas, me encontré con que en el momento de aquel incendio había epidemia de viruela. Eso me permitió hacer flotar por la trama algo de la cercanía con estas circunstancias pero no toca la pandemia de forma expresa, sí lateralmente.

P.: ¿Qué puede decir de las nuevas generaciones de dramaturgos?

M.S.: Estoy inmerso en la escritura teatral, tengo una revista online llamada ¨La llave universal¨ que es sobre dramaturgia, y noto que a diferencia de otras décadas, hay una variedad enorme de lenguajes, hay una desjerarquizacion de un tipo de dramaturgia para dar paso a la coexistencia de muchas. Ese valor plural tiene que ver con un estar de la cultura más democrático y la apertura a la experimentación. Hay puentes con el pasado también y el teatro vuelve a pensar sobre la zona política y nos vincula mucho con generaciones que nos precedieron, y no sólo Discépolo sino más cercanas en el tiempo.

P.: ¿A quién se refiere concretamente?

M.S.: Tengo un grupo de estudio de la UBA sobre procesos de enseñanza y dramaturgia en el siglo XX y los referentes son Mauricio Kartun y Ricardo Monti. Ellos modificaron la escritura en generaciones subsiguientes porque volcaron en la pedagogía de la dramaturgia mucho de lo que ellos hicieron en la práctica, y sobre todo porque valoraron algo de una dramaturgia que ya no era didáctica o técnica sino que le daba importancia al proceso creador surgido a partir de las imágenes y no tanto de las ideas y temas. Kartún, más allá de su indagación en el lenguaje, trabaja sobre lo político. Y en los 90 no sólo dramaturgos sino directores como Bartís Veronese o Gambaro presentan resonancias que son difíciles de medir. Argentina es una usina de dramaturgos.

P.: ¿Cómo vislumbra el futuro del teatro y las actividades culturales?

M.S.: Este es un momento inédito y trágico. Hay espacios de la cultura independiente, no sólo teatros, que requieren de mayor ayuda pese a que ya las hubo. Lo que es protocolar está permitiendo un regreso con cuidado por la pandemia pero para proyectos ligados a lo comercial. El teatro está probando acuerdos transitorios con lo cinematográfico o televisivo pero son paliativos y formas de irradiar lenguaje mientras se espera la vuelta de la presencialidad. El público es simétrico a los creadores y adhiere a las alternativas del teatro por streaming pero el teatro como ritual ancestral se va a mantener indemne. Encontrará otras formas o supervivencia de formas viejas, nada será igual. El teatro mutó tanto que esta no será la excepción, algunos lenguajes teatrales se verán convocados para producir nuevas formas, más allá de la aparición de nuevos temas. Así como el teatro ha tenido que salir de las salas para buscar espacio en otras partes, como en tiempos de guerra, habrá expansiones por la post pandemia.

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