28 de junio 2007 - 00:00

EE.UU.: una máquina para fabricar ricos

Nueva York - Bienvenidos a Richistan, la nueva nación de elite que sólo concede la ciudadanía a quienes ingresan más de diez millones de dólares al año. Pese a tales cifras, Richistan tiene una población de dos millones de personas sólo en Estados Unidos.

«Richistan» es el nombre del nuevo libro de Robert Frank (Crown, 2007), en el que describe la explosión de riqueza de los últimos veinte años, desde las fortunas procedentes de la tecnología, como la de Bill Gates -56.000 millones de dólares- hasta la riqueza obtenida en los pelotazos financieros de Wall Street. Casi ocho millones de estadounidenses tienen fortunas superiores al millón de dólares frente a los 5,4 millones de 1998. Pero los verdaderos habitantes de Richistan son los dos millones que poseen entre 10 y 100 millones de dólares, así como los 400.000 millonarios estadounidenses con patrimonios superiores a los 1.000 millones de dólares.

  • Tercera ola

  • Frank sólo habla en su libro de los norteamericanos. [La cantidad de millonarios en dólares en el mundo tuvo un alza de 8,3% en 2006 en relación con 2005, mientras que en América latina los poseedores de más de un millón de dólares crecieron aún más, 10,2%, indicó un estudio de Merrill Lynch y Capgemini publicado ayer.] Pero Richistan es una nacionalidad transfronteriza. Acoge a los nuevos multimillonarios chinos, rusos, latinoamericanos y españoles, desde el mexicano Carlos Slim -el número dos del ranking de «Forbes»- hasta Amancio Ortega, de Inditex (Zara), cuya fortuna llega a 24.000 millones de dólares.

    A escala mundial hay 946.000 millonarios con un patrimonio de 3,5 billones de dólares, equivalente al PBI de todo el este asiático, China incluida.

    Frank califica la actual expansión de riqueza ostentosa como la «tercera ola» de la historia del capitalismo estadounidense. La primera fue la Gilded Age, la edad de oro de finales del XIX, cuando el petróleo creó las primeras fortunas del capitalismo y James Rockefeller emergió como primer milmillonario de la historia. La segunda: los Roaring Twenties, los años de decadencia y de fortunas quiméricas como la de Jay Gatsby en la novela de Scott Fitzgerald.

    Hay muchos candidatos a Gatsby en la tercera ola. Stephen Schwarzman, por ejemplo, hijo de un tendero de Filadelfia, que va a embolsarse 7.500 millones cuando el fondo de inversiones -private equity- Blackstone salga a bolsa este mes. «The Wall Street Journal» describió a Schwarzman en Palm Beach (Florida) comiendo patas de cangrejo a 400 dólares la pieza. Schwarzman gasta 3.000 dólares cada fin de semana en comida para él y su mujer. Schwarzman celebró su 60 cumpleaños en la vieja Armería de Park Avenue, con actuación de Rod Stewart, langosta de Alaska y vino Louis Jadot Chassagne Montrachet.

  • Combinación

    La tercera ola «ha rebasado de lejos las dos anteriores», asegura Frank. La mitad de la riqueza de hoy en Estados Unidos se ha creado en los diez últimos años. Frank atribuye cada oleada a la combinación de nuevas tecnologías y mercados especulativos. En las dos anteriores, se produjo una reacción en contra, bien a través de la lucha de clases en el siglo XIX, bien con la intervención estatal a partir del new deal de los años treinta. En la víspera del crac de 1929, la mitad de la riqueza de EE.UU. estaba en manos del 1% de la población. Pero luego, se invirtió la tendencia. Richistan perdió terreno por primera vez en la posguerra, y ya a finales de los 70 sólo 20% de la riquezaen EE.UU. correspondía al 1 por ciento. Los ricos devinieron «consumidores discretos con complejo de culpa y miedo a ofender», coinciden los economistas Claudia Goldin y Robert Nargin. Con Ronald Reagan en la Casa Blanca, recuperaron su autoestima. Desde la desregulación financiera y la implosión sindical de los 80, el porcentaje de la riqueza correspondiente al 1% ha vuelto a subir al 33%. Y esta vez no hay indicios de cambio de tendencia.
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