22 de abril 2005 - 00:00

Garrahan, rehén de un conflicto entre sindicatos

Ingerencia del Estado nacional y porteño; salvajes disputas internas sindicales; pertenencia del personal a varios sindicatos; y división entre profesionales y no profesionales han terminado por convertir al hospital Garrahan -donde en promedio son internados 40 niños por día-, en rehén de un conflicto que ayer pareció querer normalizarse, si se aceptaban los reclamos gremiales de los no profesionales, nucleados en ATE y enfrentados con la conducción de este gremio.

En el Garrahan hay gente afiliada a ATE; a la UPCN que lidera Andrés Rodríguez; y al sindicato municipal local Sutecba, a cuyo frente están Amadeo Genta y Patricio Datarmine. Y todos aspiran a recoger algún rédito del conflicto desatado. De allí que ayer la cosecretaria general de la CGT, Susana Rueda -alegando ignorancia-, advirtió que «hay algo extraño» en el Garrahan que «no aceptan negociar».

La explicación es que en el Garrahan les resulta complicado ponerse de acuerdo porque, según los voceros de la conducción de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), «el tema se les fue de las manos», admiten personas de la propia organización sindical porteña.

• Pulseada

Explican «se les fue de las manos» porque la comisión interna del hospital es parte de una lista opositora ( Granate), que lidera el dirigente trotskista ligado al Polo Obrero, Gustavo Lerer. Gremialista que se enfrentó en la última interna con la lista Verde oficialista que encabezó Pablo Micheli, el adláter porteño del burócrata Víctor De Gennaro. Y les ganó el hospital.

Al consultársele ayer a
Rueda sobre los delegados internos del Garrahan, la integrante del triunvirato cegetista insistió en que «no sabemos a qué intereses responden, porque cuando un dirigente sindical no acepta negociar es porque hay otro interés que no es el de los trabajadores». ¿Disparó sobre el trotskismo del Polo Obrero? Como si fuera parte del gobierno, Rueda cuestionó las solidaridades en los paros, que han llevado a varias agrupaciones gremiales a asociarse con las que afrontan conflictos.

En medio de esta pulseada sindical, hace un mes la Ciudad dispuso un aumento de $ 300 para el personal no médico de los 33 hospitales porteños y el Garrahan quedó afuera. ¿La razón? Dicen que
este hospital es de organización mixta, porque en su Consejo de Administración hay delegados nombrados tanto por Néstor Kirchner como por Aníbal Ibarra. De allí la intervención del ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en el conflicto y no el gobierno de la Ciudad. Un aumento que recién ayer Tomada les ofreció pero con una condición: que de los $ 300 sólo se incorporen al básico $ 200, algo que la asamblea presidida por Lerer rechazó.

• Complicación

Ese aumento que se les negó le complicó el panorama interno a Lerer, que había levantado el plan de lucha que llevaba adelante desde hacía un año, por 60 por ciento de aumento salarial y mayor asignación por antigüedad. Y ahora este dirigente trotskista no quiere arriar sus banderas sin un aumento previo. Lo contrario entiende que sería claudicar frente al oficialismo de ATE, obligando de paso a Micheli y De Gennaro a acompañarlo en el reclamo.

En este alud de conflictos con raíz política que se extiende como una mancha de aceite hay que inscribir también al hospital Ramos Mejía, que procura un salario mínimo de $ 1.500. A este reclamo se han sumado el hospital nacional (el único que tiene el Ministerio de Salud; en el conurbano) Alejandro Posadas de Haedo; y los porteños Alvarez y Gutiérrez que están en estado de asamblea.

Por su parte, los médicos del Garrahan denunciaron problemas edilicios y la falta de camas para terapia intensiva -amén que de 10 quirófanos existentes se debieron cerrar 2 por falta de mantenimiento-, en ese centro de salud.

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