13 de febrero 2007 - 00:00
Murió Jorge Antonio, de Perón a Kirchner, con Menem de amigo
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Jorge Antonio
Sobre aquel momento, solía relatar: «El 16 de setiembre de 1955 Perón me manda a buscar. Estaba en la residencia, acá en Libertador. 'Mire, Don Jorge, lo que ha pasado; quieren una guerra y nosotros no podemos hacer una guerra así. Yo me voy a ir. Y usted ha estado muy ligado a nosotros y es una representación de lo que es la industria del peronismo. Usted se ha destacado y lo van a perseguir y no la va a pasar bien. Si yo me voy, lo invito a que se venga conmigo».
Y yo le dije: «No, general, le agradezco muchísimo, pero me quedo acá y aguantaré las consecuencias. No tengo nada que ocultar, no tengo nada que temer».
Terminó en la cárcel junto con John William Cooke, Héctor Cámpora y Guillermo Patricio Kelly. Con ellos (algunos disfrazados de mujer) después se fugó a Chile y terminó en Cuba, protegido por el gobierno de Fulgencio Batista que pronto iba a ser derrocado por la Revolución Cubana que encabezaba Fidel Castro.
«Estuve detenido 17 días en un barco -recordaba- y de ahí a Ushuaia; a la penitenciaría primero, donde estuve un mes de rigurosísima incomunicación. Después nos llevaron a Río Gallegos con otros 16. Ahí estuve unos dos años hasta que me escapé, me llevé cinco conmigo y me fugué a Chile. Yo ya estaba cansado de estar preso y sin causa. No tenía ninguna causa abierta. Todo eran suposiciones. Era todo perfecto, éramos de los primeros en pagar impuestos en el país, sin lugar a dudas... por más investigaciones que hicieran. Bueno, intervinieron todas las empresas. Algunas las anularon, otras las vendieron, otras las mantuvieron cerradas durante cuatro años. Mis cuentas bancarias fueron confiscadas. Y en el exterior yo no tenía dinero».
Aun así, en el exterior no le fue mal, sostuvo con asistencias a Perón y hasta compró con su dinero los terrenos donde el general construyó Puerta de Hierro. También promovió la candidatura de Vicente Solano Lima como compañero de fórmula de Héctor J. Cámpora en las elecciones de 1973, época en que volvió fugazmente a la Argentina cuando mantenía óptimos vínculos con jóvenes que se mostraban como revolucionarios y, al mismo tiempo, conservaba amistad con otros de marcada tendencia nacionalista. Toda una curiosidad este proceso, tiempos en que invirtió en una revista («Primera Plana»), a la cual sus colaboradores hundieron con sumo cuidado. Durante el gobierno de «Isabel», no pisó casi la Argentina: guardaba una profunda enemistad con José López Rega, una historia que arrastraban de Madrid, y en consecuencia tampoco era bien visto por la presidenta de entonces, a quien siempre Jorge Antonio calificó con gracia: «la pájara».
Raúl Alfonsín le produjo, años más tarde, una enorme alegría: lo indemnizó con bonos del Estado (una emisión especial) por las intervenciones pasadas en sus empresas. Por entonces, su poderío estaba claudicante, hasta había empeñado uno de los haras más hermosos del país, en Guernica. Pero, si de alegrías se trata, el mejor ciclo lo vivió con Carlos Menem, quien lo consideraba y apreciaba como pocos, quien lo invitaba casi siempre en viajes o a Olivos (para jugar a los naipes, claro). Fue consejero de Menem en muchas ocasiones, la más notoria cuando éste estuvo en crisis por su separación de Zulema Yoma y lloraba, impotente, en los hombros del empresario. A pesar de tanta simpatía, a «Don Jorge» no le atraían ciertos costados festivos del entorno de Menem. También, por supuesto, se lamentaba que alguien tan peronista hasta lo perdonara a Isaac Francisco Rojas: decía no excusar a Menem por esa acción, aunque también afirmaba que lo comprendía. Con Néstor Kirchner casi no hubo contacto personal, pero sí telepatías comerciales: la familia Antonio participa de negocios de la pesca caros al primer mandatario y, personalmente, «Don Jorge» luego se asoció con amigos del santacruceño en Palermo. Tanto que hasta se permitió gracias con Kirchner, de quien dijo que tenía algo de Perón y también de Frondizi. Siempre fue, en su trascendencia, un hombre con razonable sentido del humor.
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