Argentina se posiciona entre los países con mayor consumo de medicina estética en el mundo, especialmente en lo que respecta a procedimientos no quirúrgicos. Según un estudio realizado por La Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS), el país ocupa el 5.º lugar global en la aplicación de ácido hialurónico, con 233.250 procedimientos que representan el 4,2% del total mundial. En el caso de la hidroxiapatita de calcio, figura en el 6.º puesto con más de 48.094 aplicaciones, mientras que con la toxina botulínica alcanza 208.277 intervenciones, lo que equivale al 2,3% del total.
La Argentina, en el top de los países que más consumen medicina estética
La preferencia por técnicas no quirúrgicas y mínimamente invasivas refleja una cultura estética que prioriza resultados naturales y rápidos.
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En un mercado en expansión como el argentino, también proliferan prácticas no reguladas que ponen en riesgo la salud de los pacientes.
Las razones detrás de este fenómeno son diversas y se relacionan tanto con la cultura estética del país como con la evolución de las técnicas médicas. “Argentina siempre ha tenido una fuerte tradición en materia de belleza, estética y cuidado de la imagen, y esto se refleja en la demanda constante de tratamientos faciales y corporales. A diferencia de las cirugías plásticas, las intervenciones mínimamente invasivas ofrecen resultados rápidos, visibles y con menos tiempo de recuperación. Además, el acceso a profesionales altamente calificados y la constante innovación tecnológica hacen que el país se destaque como un mercado competitivo y confiable en este ámbito”, señaló Diego Martinez, CEO de PH, distribuidor oficial de la marca brasileña Rennova en Argentina.
Los efectos que buscan quienes recurren a estas técnicas se centran en la armonización facial, la prevención del envejecimiento y la revitalización de la piel. El ácido hialurónico, por ejemplo, es utilizado para hidratar profundamente, aportar volumen y suavizar arrugas de forma natural. La hidroxiapatita de calcio, en cambio, es un potente bioestimulador que activa la producción de colágeno, mejorando la firmeza y la textura de la piel. Por su parte, la toxina botulínica, más conocida como bótox, actúa relajando los músculos responsables de las líneas de expresión, logrando un aspecto más descansado y juvenil.
Los beneficios de estos tratamientos explican su creciente demanda. “Al tratarse de procedimientos ambulatorios, la mayoría de los pacientes puede retomar gran parte de su vida cotidiana inmediatamente después de aplicarlos. Además, ofrecen resultados progresivos y naturales, sin las marcas visibles que suelen dejar las intervenciones quirúrgicas. Otra ventaja es su versatilidad: pueden aplicarse en diferentes zonas del rostro, adaptándose a las necesidades específicas de cada paciente.” agregaron desde Rennova.
Iniciar con estos procedimientos, depende más de las necesidades individuales que de un número específico. Muchas veces se comienza con toxina botulínica en pacientes jóvenes, desde los 25 ó 30 años, como método preventivo contra la formación de arrugas profundas. El ácido hialurónico suele recomendarse a partir de los 30 ó 35 años para mantener la hidratación y volumen, mientras que la hidroxiapatita de calcio es más frecuente en pieles maduras que buscan recuperar firmeza. La clave está en un diagnóstico profesional que determine cuál es el tratamiento adecuado en cada caso.
En un mercado en expansión como el argentino, también proliferan prácticas no reguladas que ponen en riesgo la salud de los pacientes. Contar con médicos estéticos habilitados garantiza el uso de productos aprobados y técnicas seguras, reduciendo complicaciones y maximizando resultados. La importancia de asistir a especialistas certificados es un aspecto que no puede subestimarse.
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