15 de enero 2007 - 00:00

Para jefe de las fuerzas de EEUU en Irak el plan de Bush no tiene "garantías de éxito"

George Casey
George Casey
El nuevo plan de seguridad para Bagdad, que será aplicado en los próximos días, no tiene "garantías de éxito", declaró hoy el jefe de las fuerzas norteamericanas en Bagdad, el general George Casey.

"No hay garantías de éxito y no se hará en un día", declaró el general Casey durante una conferencia de prensa. "Pero con esfuerzos redoblados puede funcionar", precisó.

El primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, prometió para las próximas jornadas la instauración de un plan de seguridad en la capital por parte de las fuerzas de seguridad iraquíes con el respaldo del ejército norteamericano.

Casey aseguró que los primeros soldados "ya están en el lugar", en referencia a los 17.500 militares estadounidenses suplementarios prometidos por el presidente George W. Bush para reforzar la seguridad de la capital iraquí.

"Todos los barrios de Bagdad serán tratados de la misma forma: nos ocuparemos de todos los que violen la ley", previno el general respondiendo a una pregunta sobre Sadr, el bastión de las milicias chiitas acusadas de numerosas atrocidades y que hoy en día es una zona sin ley para las autoridades iraquíes.

"El primer ministro de Irak fue claro: las milicias no están autorizadas a formar una alternativa al Estado y a tomar en cuenta la seguridad", prosiguió.

El líder del Ejecutivo iraquí, Nuri al Maliki, anunció la puesta en marcha en los próximos días de un plan de seguridad para la capital dirigido por las fuerzas iraquíes con el apoyo del ejército de Estados Unidos.

Bagdad es el teatro de intensos actos de violencia interreligiosa entre milicias armadas chiitas y grupos de insurgentes sunitas que cada día provocan casi un centenar de muertos, en su mayoría civiles.

"El plan fue concebido por los iraquíes, los iraquíes tienen la comandancia pero nosotros estamos implicados en todas las etapas", subrayó el general Casey.

El presidente Bush anunció el miércoles el refuerzo de 21.500 soldados en Irak, 17.500 de los cuales irán a Bagdad, sumándose a los 132.000 hombres que ya están en el país.

En opinión de Bush, el gobierno iraquí (dominado por los chiitas) se comprometió, especialmente en el marco de este plan, a desarmar a las milicias armadas confesionales que en la actualidad causan estragos en el país.

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