Mozart es una de las startups uruguayas más prometedoras del ecosistema regional de inteligencia artificial. Su especialidad es el desarrollo de agentes conversacionales de voz que hablan por teléfono, gestionan deudas, realizan cobranzas, ventas o soporte, y lo hacen con una naturalidad sorprendente.
Llega a la Argentina una startup uruguaya que creó un agente de IA para cobrar deudas sin insultos ni peleas
La empresa Mozart desarrolló agentes conversacionales entrenados para generar empatía con sus interlocutores humanos. También se usan para ventas y atención de call centers.
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Mozart desarrolla agentes de IA que pueden mantener conversaciones con humanos en tiempo real.
Fundada hace menos de dos años por los emprendedores uruguayos Christian Valdomir, José Ignacio Verde y Diego Sánchez, la compañía logró expandirse a más de una docena de mercados y captar la atención de fondos, corporaciones y aceleradoras internacionales.
Lo que diferencia a Mozart de otras propuestas similares no es solo la aplicación de IA en tareas repetitivas, sino la visión de construir lo que -en una entrevista con Ámbito- su CEO define como "el trabajador virtual del futuro".
"Lo que buscamos nosotros es emular el trabajo humano, pero no reemplazarlo. Sacarle esa tarea tediosa que tienen las personas para cobrar, vender o atender a los clientes, y liberar a esas personas para las tareas más creativas, más humanas", enfatiza.
Valdomir también destaca que estos agentes conversaciones creados con IA tienen la habilidad de "generar mayor empatía" con las personas, ya que están entrenados para no responder a agresiones, pueden tolerar insultos sin enojarse y buscar siempre la forma más amable para avanzar sobre su interlocutor. Esta característica es más relevante si se tiene en cuenta que el uso principal es la cobranza de deudas.
"Suena paradójico, es cierto, pero la realidad es que la inteligencia artificial no se cansa ni se frustra, por eso tiene mayor capacidad que una persona de carne y hueso para generar empatía con un ser humano”, responde ante la consulta de este periodista.
De Urubank a Mozart: la reinvención durante la pandemia
Antes de fundar Mozart, Valdomir lideraba Urubank, una fintech que aspiraba a convertirse en un banco digital. Sin embargo, las restricciones regulatorias frenaron el proyecto. “Mi idea de Urubank era hacer una especie de Ualá, pero acá había mucho tema de licencia, mucho tema de permisos, no nos dio la moto”, recuerda.
Cuando llegó la pandemia, la necesidad de mantener la operación de las empresas a pesar del cierre de sucursales cambió el rumbo del negocio. "Me decían que el problema real que estaban teniendo era: estoy cerrando las sucursales, tengo que seguir operando, y el canal principal es WhatsApp", explica. Así comenzaron a desarrollar bots personalizados para filtrar mensajes, gestionar colocaciones de crédito o resolver consultas, en una época en la que todavía no existía la explosión de los chatbots actuales.
Pero el verdadero punto de inflexión llegó cuando Valdomir entendió que el problema no era solo colocar créditos, sino cómo cobrarlos. “Vendíamos muy bien, pero el problema estaba en la cobranza. Y así nos lo hicieron notar nuestros primeros clientes en Urubank. Nos dimos cuenta que estábamos echando más leña al fuego de la incobrabilidad”, comentó.
Esa experiencia los llevó a enfocarse en un objetivo ambicioso: resolver el endeudamiento en Latinoamérica a través de una cobranza más "empática y eficiente".
Así, a comienzos de 2024, Urubank se transformó definitivamente en Mozart, con un modelo centrado en la inteligencia artificial aplicada a cobranzas y procesos de atención. “En febrero comenzamos Mozart. Y en noviembre ya estaba muy convertida en una empresa de cobranzas con IA”, relata su fundador.
"Comenzamos con solo u$s5.000 y ya llevamos invertidos más de u$s200.000 en el producto que tenemos actualmente. Sin considerar que se sigue invirtiendo mes a mes, porque es un producto caro ya que dependemos de mucha IA y capacidad en la nube de AWS", detalló.
Los agentes virtuales que conversan, cobran y venden
El corazón tecnológico de Mozart es un motor conversacional propio que permite que los agentes virtuales hablen y reaccionen como humanos reales. “Tenemos un motor conversacional muy bueno, es un desarrollo propio. Lo que hace es tomar toda la data, embeberla en ese orquestador -por eso se llama Mozart- y transformar todo eso en tareas ejecutables”, explica Valdomir.
Los agentes de Mozart pueden realizar llamadas telefónicas, enviar mensajes de WhatsApp, escribir correos electrónicos y registrar interacciones directamente en los sistemas del cliente. Su ventaja competitiva está en la capacidad de adaptación. Por ejemplo, un agente puede cambiar su tono y estrategia según el tipo de deuda: “Si tenés una deuda temprana, te llamo más empático. Si tenés una deuda que es tardía, te voy a llamar con un tono más del estilo ‘quiero evitar un posible proceso judicial’”, grafica.
La latencia de respuesta, que es inferior a un segundo, permite mantener conversaciones fluidas y naturales. Los agentes toleran interrupciones, insultos, desvíos temáticos y son capaces de mantener el contexto de la conversación. Esa combinación de velocidad, empatía y personalización los ha convertido en una herramienta valiosa para bancos, fintechs, call centers y empresas de retail que buscan optimizar costos sin perder calidad de atención.
En este sentido, Mozart pasó de vender un software como servicio (SaaS) a ofrecer resultados medibles. “Dejamos de vender una herramienta para empezar a vender resultados tangibles. Nuestra gente no solamente llama, manda WhatsApp o correos, sino que empieza a ejecutar tareas”, explica Valdomir.
Se viene el desembarco en Argentina
Hoy Mozart tiene clientes en 14 países, que son Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina, Perú, Chile, Colombia, Honduras, El Salvador, México, Bolivia, Guatemala, Panamá y España. Algunos mercados aún están en fase piloto, pero todos forman parte de un mapa de expansión cuidadosamente diseñado.
Argentina es uno de los mercados prioritarios para Mozart en 2025. “Estamos trabajando ya con seis o siete clientes en Argentina: financieras, una casa de apuestas, call centers, una empresa de retail”, cuenta Valdomir. “Ahora lo que estamos buscando es abrir una posición de country manager para ordenar esa operación”.
El objetivo es abrir una oficina y crear un equipo local de soporte y tecnología que permita personalizar los agentes y mejorar la integración con las empresas clientes. “Algo que está muy atado a nosotros es la personalización de cada agente y la integración después de esos agentes dentro de cada empresa. Entonces lo que tenemos pensado es crecer muy fuerte en los países donde empezamos a ver que realmente se está poniendo seria la cosa”, señala.
Actualmente, Mozart factura cerca de u$s15.000 mensuales solo en Argentina, cifra que según su fundador “es un indicio bueno para empezar a trabajar este equipo”. La meta es ambiciosa: cerrar el año próximo con más de u$s3 millones de facturación global. “La idea es arrancar con fuerza en enero, para crecer fuerte ahí en Argentina”, adelanta Valdomir desde el otro lado del Río de la Plata.
Además, la compañía está en proceso de cerrar una ronda de inversión de u$s1,5 millones, con varios fondos interesados. “Venimos hace un tiempo largo ya reuniéndonos con muchos fondos, y seguramente la cerremos ahora a fines de octubre porque ya tenemos casi todo el budget completo”, afirma.
Esa inversión financiará la expansión operativa, el fortalecimiento del equipo técnico y el desarrollo de nuevas verticales, detalló.
Las tareas de Mozart más allá de la cobranza
Aunque la cobranza es el principal foco, Mozart ya amplió su rango de servicios hacia ventas, soporte, prevención de fraude y e-commerce. “Ya estamos trabajando en otras verticales de negocio, no solamente en cobranza. Estamos en venta, prevención de fraude, soporte, hasta recuperación de carritos abandonados en e-commerce, incluso apuestas deportivas”, detalla Valdomir.
La lógica detrás es la misma: automatizar tareas operativas repetitivas sin deshumanizar la relación empresa-cliente. Los agentes pueden entrenarse con audios, scripts, textos o documentos, del mismo modo que se entrena a un nuevo empleado. “Así como entrenás a un empleado, hoy en día se entrena a Mozart para ponerlo a hacer llamadas o contactar por WhatsApp. Sentimos que estamos yendo hacia una especie de cerebro operativo en las organizaciones”, resume.
Esa noción de “cerebro operativo” apunta a un horizonte más amplio: no solo digitalizar interacciones, sino transformar la manera en que las empresas trabajan internamente. En lugar de reemplazar personas, se busca potenciarlas con inteligencia artificial que ejecute tareas de bajo valor pero alto volumen, y libere tiempo humano para la estrategia y la creatividad. Para que ese cerebro sea cada vez más inteligente, se lo entrena con más de 100.000 llamadas reales, con todas las opciones posibles de conversación.
“Estamos parados en una revolución nueva, como pasó con la revolución industrial. En ese entonces las máquinas venían a sustituir el músculo; ahora estamos tratando de sustituir o potenciar, si se quiere, el cerebro humano”, completó Valdomir su charla con Ámbito.
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