"Abrió fuego el BCE"
El periodista dialoga con el experto en mercados internacionales personificado como Gordon Gekko, de la película «Wall Street», que cree que el Banco Central Europeo podría volver a retocar las tasas. No será en agosto, pero podría ser en setiembre u octubre, dijo. «No sería una cadencia inusual para una institución que gusta de la cocción a fuego lento. Si el BCE definió que la inflación es su principal objetivo, no puede pensar que va a remediar el problema con un solitario retoque», explicó.
G.G.: Nadie embistió contra el dólar a pesar de ser un blanco fácil, indefenso. Si se considera que Jean-Claude Trichet, el titular del BCE, anticipó la suba de tasas de interés el 5 de junio, la invitación a acribillar la divisa no es reciente. Lleva más de un mes en cartelera.
P.: Y no se le prestó atención. Es llamativo.
G.G.: Fíjese que, en el camino, las Bolsas adquirieron el ticket definitivo al mercado «bear». Las acciones de los bancos se hincaron de rodillas ante el discurso de tasas en alza. Como ve, los dichos de Trichet no cayeron en saco roto, pero nadie se atrevió a explotarlos en el mercado de cambios.
P.: ¿Sigue pensando que ya asistimos a los valores mínimos del dólar, que lo peor de su caída ya pasó?
G.G.: Hubiera sido sencillo desmentirlo. No se pudo. ¿Por qué, entonces, cambiar de opinión?
P.: ¿En cuánto influyó la manera en que Trichet comunicó la suba de tasas? Decir que el BCE carece de «sesgo» en la política monetaria es señalar que se trata de un único aumento. Es debut y despedida.
G.G.: Nadie quiere provocar un cataclismo. Trichet tampoco. Pero no se confunda. El BCE sólo anunció que no piensa elevar las tasas de nuevo en su próxima reunión. Punto.
P.: Es un intento de poner paños fríos, pero no un compromiso firme sobre el futuro de las tasas de interés.
G.G.: El BCE está jugando fuerte. Basta con echar una ojeada a la Europa del Mediterráneo (o Irlanda) para darse cuenta. No debe exagerar. No puede moverse como una tromba. No sólo porque el Viejo Continente no lo resistiría: dudo que exista consenso en el seno del Banco. Pero las puertas permanecen abiertas para repetir la dosis si las circunstancias así lo requieren. No será en agosto, pero podría ser en setiembre u octubre.Ya lo hemos dicho: no seríauna cadencia inusual para una institución que gusta de la cocción a fuego lento.
P.: Si los bancos no hacen pie, será difícil que el BCE pueda ajustar otra vez el torniquete monetario.
G.G.: En ese caso, tal vez, tampoco sea necesario. Sin embargo, hoy por hoy, el crédito bancario al sector privado no financiero está creciendo a paso redoblado.
P.: ¿Los bancos no están cortando sus líneas de préstamos?
G.G.: En EE.UU., sí. En Europa, no es el caso. El financiamiento a empresas creció 14,2% interanual, según los últimos datos disponibles. Es precisamente el pilar monetario -con el M3 aumentando a un ritmo superior 10% anual- el que le prende la luz verde al BCE para tomar su decisión.
P.: ¿Cree que la retracción que muestra el petróleo obedece a una segunda lectura de la actitud del BCE, como la que sugiere?
G.G.: Sinceramente, no. Parece más bien una pausa para descansar. Pero esta segunda lectura, como la llama, sobrevendrá más adelante. Es natural. Si el BCE definió que la inflación es su principal objetivo, no puede pensar que va a remediar el problema con un solitario retoque. Sería, además, muy extraño que el petróleo se derrumbe con un único baldazo de agua fría como si fuera un gigante con pies de barro. Uno escucha al titular de la OPEP -que, en forma constante, publicita nuevos aumentos de precio- y se da cuenta de que el cartel que regula la oferta tratará de combatir toda declinación. Queda claro que cualquiera se acostumbra rápido a la buena vida.
P.: Hay factores -como un eventual ataque a Irán- que escapan del control de los bancos centrales. Hoy (por ayer) las noticias hablan de una descompresión de las tensiones y el crudo recorta su cotización. Mañana puede ocurrir todo lo contrario. Y, pasado mañana, incluso, podría desatarse el conflicto. ¿Cómo debe responder la banca central?
G.G.: Tiene que convivir con el riesgo. Es una gravísima complicación latente. Aunque una confrontación no sería, a esta altura, de ninguna manera, una sorpresa.
P.: ¿Estará incorporada, entonces, en los precios del barril?
G.G.: Sólo en forma parcial porque dista, en mucho, de ser una certeza.
P.: Cuando Israel invadió el sur del Líbano, en forma imprevista en 2006, se esperaba que el crudo rompiera la barrera de los 80 dólares. Y, sin embargo, ocurrió lo contrario: comenzó una rápida merma que no concluyó hasta tocar 50 dólares. ¿Será posible que se repita?
G.G.: La diferencia crucial es que un ataque a Irán interrumpirá, sí o sí, el suministro de crudo. Ello no ocurrió en 2006. Estaríamos reinstalando un shock de oferta tradicional. Como el de 1973/74 o el de 1979/80.
P.: ¿Qué habría que hacer con la política monetaria? ¿Volver a cambiar de rumbo y bajar las tasas de interés?
G.G.: Esa es la lección de lo que no hay que repetir. Sería el peor de los mundos. Si hay menos petróleo disponible, el crecimiento mundial deberá ajustarse a la baja. No hay escapatoria. Estimular la demanda no capearía la recesión; sólo serviría para elevar la tasa de inflación.
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