Si Edgar Morín, filósofo y sociólogo francés, allá por la década del ´50 afirmaba que el mundo tenía el desafío de “navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certezas,” que nos diría hoy ante la gran velocidad con la que se producen los cambios y la limitada capacidad que tenemos para predecir lo que puede pasar en el futuro. En este contexto se hace muy difícil tomar decisiones. A la incertidumbre se suma la complejidad causada por la interconectividad e interdependencia de múltiples factores del entorno que dificultan su comprensión y la ambigüedad, fruto de la falta de claridad en la información que refuerza la incertidumbre.
El futuro es humano y está en nuestras manos
Hasta hace poco describíamos el contexto con el acrónimo VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo, en inglés). Ahora hablamos de entornos BANI (Bien frágil o quebradizo por Brittle en inglés, Ansioso, No Lineal, Incomprensible), que ayudan a entender lo complicado que es encontrar respuestas ante situaciones caóticas o impredecibles.
Este concepto BANI resume de una manera clara y contundente el contexto actual en el que se desarrollan las empresas. La primera nota, la fragilidad, está asociada a la debilidad y a las condiciones que pueden ser inestables y fácilmente cambiantes. La ansiedad hace referencia a la sensación de inquietud o preocupación que traen consigo situaciones estresantes e incontrolables. No lineal se refiere a un entorno en el que las cosas no suceden de manera predecible, siguiendo una lógica de causa-efecto. Por último, lo incomprensible implica la dificultad de interpretar situaciones que se presentan de manera confusa o con señales contradictorias.
La exponencialidad con que se dan los fenómenos es otra muestra bien clara de este contexto. La desproporcionalidad de las consecuencias nos sorprende y nos lleva al apresuramiento o nos deja paralizados, incapaces de tomar decisiones ante las dudas, las críticas y la cantidad de información disponible pero no siempre confiable.
Acostumbrados a tener todo bajo control, no es fácil de entender que muchas cosas no tienen una explicación lógica. Tenemos que acostumbrarnos a vivir en un mundo que está en constante transformación y demanda que sepamos acoger el cambio y movernos con él, sin pretender encontrar respuestas para todo, sin intentar comprender el porqué de lo que pasa. Tal vez con el tiempo lo sabremos, mientras tanto, las transformaciones se suceden unas tras otras y está en nuestras manos estar alertas para sacarles partido.
Los entornos BANI nos brindan oportunidades para reinventarnos, ayudándonos a buscar soluciones creativas, a tomar decisiones “por fuera de la caja”. Más que describir lo que pasa, lo que se busca es dar significado a un mundo en constante cambio que requerirá una nueva forma de pensar y de explorar alternativas. BANI nos ofrece una lente a través de la cual ver el futuro con una mirada optimista porque siempre la persona estará en el centro de ese porvenir. Eso no quita que habrá que dejar atrás viejos modelos mentales y estar abiertos a nuevas oportunidades y relaciones, tanto en el ámbito familiar como en el laboral.
Los entornos irán y vendrán, pero quienes permanecerán siempre serán sus protagonistas. Ante este océano de incertidumbres y cambios exponenciales surge claramente la necesidad de adoptar un estilo de vida sostenible que va mucho más allá de lo relativo al cuidado del medio ambiente. Implica relacionarse con otros, empezando por la propia familia, y construir vínculos que requieren tiempo e interés. Esto nos lleva a afirmar que más allá de todos los avances que se vienen, el cuidado estará siempre en el centro de las relaciones humanas.
En efecto, en los últimos tiempos se está viendo el alcance de la inteligencia artificial, formando parte del día a día de personas de distintas generaciones, culturas y condición social. Más allá de sus efectos transformadores, permanece la persona y con ella, la necesidad de proteger la ecología humana. Nuestro mundo, hiperconectado y en entornos BANI, no puede dejar de entenderse como una red de relaciones en la que todos sentimos la necesidad de cuidar y ser cuidados. Se abre así un panorama sin límites porque está abierto a la gratuidad y al servicio.
La lógica de la gratuidad y del servicio a veces no entra en la cuenta de resultados, pero sin dudas está presente en el camino de la felicidad, como un horizonte esperanzador en medio de tantas encrucijadas.
El cuidado de la ecología humana parte de una identidad que elegimos y decidimos y que busca ser y vivir mejor, de una manera más responsable, mejorando el bienestar de cada persona y de su familia. Este compromiso se lleva también a todo el ecosistema laboral que tiene que asumir la responsabilidad de crear un ambiente flexible, colaborativo y psicológicamente seguro, poniendo la prioridad en las personas. Y sin dudas, a partir de las familias y de las empresas, se llegará a una verdadera transformación social centrada en el desarrollo integral de todos.
Por todo esto, el futuro es humano y está en nuestras manos. Depende de cada uno cómo nos preparemos para hacerlo realidad.
Directora del Centro Conciliación Familia y Empresa (CONFyE) de IAE Business School
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