15 de julio 2021 - 21:52

CGT: cumbre para invitar a Moyano a reincorporarse en una nueva jefatura colegiada

La "mesa chica" de la central reunió a dirigentes afines al camionero para proponer la reedición de un formato similar al triunvirato de 2004.

Hugo Moyano.

Hugo Moyano.

En reserva la CGT tuvo su primera cumbre exploratoria de una fórmula de unidad para la renovación de autoridades pautada para este año. Fue la semana pasada en el gremio de estatales UPCN con la participación de referentes de los sectores más tradicionales, los denominados “gordos” y los “independientes” que sostienen la actual conducción, y de aliados de Hugo Moyano, el mayor rival interno y quien concentra el bloque opositor más importante con su Frente Sindical por el Modelo Nacional (Fresimona). El sondeo para reincorporar a ese sector apuntó a una nueva conducción colegiada con un integrante del espacio.

El encuentro, programado como parte de una serie de reuniones que la “mesa chica” de la CGT mantuvo en los últimos meses con varios espacios internos de la central, fue con la jefatura de la poderosa Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT). Entre los adherentes de este sello figuran Omar “Manguera” Pérez, mano derecha de Moyano en el gremio de Camioneros, Juan Pablo Brey (Aeronavegantes) y Roberto Coria (guincheros). Como representantes de los intereses del líder de los choferes los gremialistas se comprometieron a trasladarle el resultado de la conversación.

La convocatoria corrió por cuenta del cosecretario general de la CGT, Héctor Daer, junto a Andrés Rodríguez, dueño de casa y secretario adjunto de la central, Gerardo Martínez (albañiles, Uocra) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Entre los invitados estuvieron también Omar Maturano (maquinistas de trenes de La Fraternidad) y Juan Carlos Schmid (portuarios), exintegrante de la jefatura colegiada electa en 2016.

Antes la “mesa chica” había tenido charlas del mismo tenor con otros espacios internos como la Catheda (gremios de la energía), el Semún (Sindicatos en Marcha por la Unidad Nacional, del ferroviario Sergio Sasia) y esta semana con la Casia, el sello que agrupa a los sindicatos del rubro alimentario, en la sede de Villa Lugano de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Todas las reuniones se produjeron bajo la premisa de avanzar hacia un cronograma de recambio de autoridades con el 20 de octubre como fecha tentativa más firme para la realización de un congreso, tal como adelantó este diario.

Sin embargo la cumbre con la CATT fue leída por todos los protagonistas como el primer acercamiento de la CGT al espacio orientado por Moyano para hacerle llegar una propuesta de retorno al Consejo Directivo que abandonó, vía sus socios, en 2018. Aquella salida, que arrastró consigo a más de media docena de dirigentes del mayor órgano ejecutivo de la central, se concretó tras la ruptura del camionero con Mauricio Macri en el contexto de los intentos de la gestión de Cambiemos por negociar con el movimiento obrero una reforma laboral.

El plan expuesto por la “mesa chica” para convencer a Moyano plantea una eventual reedición del triunvirato de líderes que lo tuvo como protagonista junto a Lingeri (por los “independientes”) y Susana Rueda, la dirigente de Sanidad que eligió Carlos West Ocampo para representar los intereses de los “gordos” de los grandes gremios de servicios, aunque no con esos nombres. Fue un reconocimiento implícito de que aquel formato, 17 años después, todavía representa el balance de poder entre los principales sindicatos que componen la CGT.

Claro que no se trató de una propuesta cerrada ni siquiera al número de miembros de la jefatura (alguna vez la CGT fue conducida por un quinteto de secretarios generales) pero que fue pensada para el eventual desembarco de Pablo Moyano, el hijo mayor del camionero, por primera vez como secretario general de la central con el contrapeso de otros dirigentes. Para un escenario de eventual acuerdo los gremialistas deberán contemplar a otros actores como Luis Barrionuevo (gastronómicos), que desde 2016 ocupa una pata de la jefatura con su delegado, Carlos Acuña (estaciones de servicios) o la Corriente Federal de Trabajadores donde talla el bancario Sergio Palazzo. De prosperar la vuelta del camionero perderá fuerza la iniciativa del mercantil Armando Cavalieri de ungir en soledad a Gerardo Martínez.

La oferta a Moyano también implica la admisión de que la CGT perdió peso con cada gobierno desde la ruptura interna que se produjo durante la gestión de Carlos Menem. Por eso los más veteranos rezongan con que ya no hay margen para encontrar un gremialista por sí solo capaz de conducir al resto como sucedió hasta la jefatura del cervecero Saúl Ubaldini en la gestión de Raúl Alfonsín. Ese formato de liderazgo o el de José Ignacio Rucci suelen ser mencionados como exponentes de un pasado de brillo y poderío que parece lejos de retornar.

En función de la respuesta que se esperará de Moyano los referentes de la CGT acometerán otros dos ítems que generarán debates internos complicados: la inclusión efectiva de un cupo femenino para los cargos del Consejo Directivo, por ahora un total de 35, y la eventual incorporación de los grupos piqueteros a algún espacio del edificio de Azopardo 802. Por ahora la opción más firme en este punto es la creación de un Observatorio de Movimientos Sociales para darles un carácter similar al de socios adherentes sin derecho a voto.

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