18 de agosto 2020 - 00:00

Pandemia: se suma más presión a paritarias tras "agujero negro" sin actualización salarial

La pérdida de hasta un cuatrimestre de aumentos de sueldo es otro de los efectos de la parálisis de la actividad que golpea a industriales, mercantiles, albañiles y estatales, entre otros.

Antonio Caló
Antonio Caló

La pandemia no sólo dañó la economía como pocas crisis en la historia argentina sino que provocó el primer “agujero negro” de las paritarias desde la reinstauración de este mecanismo de negociación, en 2004, con al menos un cuatrimestre sin aumento salarial para varios de los gremios con más peso. Algunos, como la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y Comercio, planean recomposiciones parciales mediante el pago de sumas fijas pero recién a partir de este mes o desde julio, en el mejor de los casos, con varios meses que se darán por perdidos como no había sucedido hasta ahora. La parálisis en la ronda de negociaciones alcanza, también, a otros sectores con altos niveles de empleo como la construcción, hoteleros y gastronómicos, estatales y en parte los docentes.

Dirigentes sindicales y sus asesores lo simplifican: mientras apenas un puñado de gremios, entre los que se cuentan camioneros, bancarios, aceiteros, alimentación, mecánicos y en el corto plazo, trabajadores de sanidad, lograron actualizar sus escalas salariales en plena pandemia, la inmensa mayoría debió resignarse a diferir sus negociaciones con la esperanza de hacer retroactivos los eventuales aumento, en el mejor de los casos, o directamente a ceder períodos completos sin aumento alguno. Son, en general, las mismas organizaciones que en lugar de incrementos se vieron forzadas a discutir suspensiones con rebajas salariales con sus contrapartes de empleadores.

El caso más visible, como explicó la semana pasada Ámbito, es el de la UOM: con la paritaria 2019 vencida desde abril el gremio de Antonio Caló sólo pudo sentar a la mesa de las paritarias a las cámaras patronales para adecuar el convenio marco de licenciamientos masivos que habían suscripto la CGT y la Unión Industrial Argentina (UIA) a las fábricas metalúrgicas. Hasta hace pocos días cualquier intento de discutir incrementos era inútil pero la presión de seccionales disidentes como las de La Matanza, Morón, Santa Fe y Córdoba empujó a una negociación todavía no saldada.

La única certeza de ese tira y afloja es que el posible resultado verá la luz a través de sumas fijas, no remunerativas, y en el mejor escenario con retroactividad a julio, tres meses más tarde del cierre de la paritaria del año pasado. En la cima de la UOM admitían, sin embargo, que era probable que los pagos se acordaran recién a partir de agosto y hasta fin de año, es decir por cinco meses, y con el objetivo de dejar pendiente el tramo final de la paritaria para 2021 cuando acaso el contexto de la pandemia ya fuese parte del pasado. Esa opción dejaría ampliaría a un cuatrimestre el “agujero negro” salarial.

La distancia, incluso con esas condicionalidades, hasta el viernes era vasta: el sindicato había reclamado el pago de $6.000 mensuales no remunerativos por el segundo semestre en tanto que las cámaras empresarias, con ADIMRA a la cabeza, habían ofrecido pagar $3.000 en agosto; dos montos de $3.500 por septiembre y octubre, y dos más de $4.000 en noviembre y diciembre. El reclamo de la UOM totaliza $36 mil y la oferta patronal, apenas la mitad, $18.

En Comercio, el gremio más numeroso por involucrar a más de un millón de trabajadores en su convenio colectivo, el escenario era similar. Si bien las grandes cadenas de supermercados se mantuvieron activas durante la pandemia, los reconocimientos a los empleados en esos centros comerciales se produjeron de modo individual, desparejo y mediante gratificaciones de entre 4 y 5 mil pesos que el sindicato de Armando Cavalieri negoció caso por caso. Para la inmensa mayoría de trabajadores mercantiles, asociados a locales y rubros sin actividad o con mínimos movimientos desde marzo, el ajuste salarial fue nulo cuando no negativo por haber sido alcanzados por el mecanismo de suspensiones acordado entre gremio y cámaras empresarias.

La paritaria, vencida desde mayo, recién promete cobrar algún movimiento en los próximos días a partir de una propuesta que el sindicato hará en una línea similar a la de la UOM. Es decir, sumas fijas y no remunerativas hasta fin de año, con la posibilidad cierta de aceptar la pérdida de varios de los meses pendientes de aumentos. En la organización sindical recuerdan que la paritaria 2019, con un último empuje de $ 2.000 en abril y la incorporación a los básicos de convenio de los $ 4.000 que decretó apenas asumió Alberto Fernández para todos los trabajadores privados, alcanzo una suba total de 52% casi en línea con la inflación interanual.

En otros sectores de mano de obra intensiva el panorama no es más alentador. La Unión Obrera de la Construcción (Uocra), que hasta 2015 exhibía orgullosa una nómina de representados que superaba los 450 mil albañiles, calcula que entre la gestión de Cambiemos y el parate de la pandemia redujo ese número a (bastante) menos de 300 mil. El sindicato que encabeza Gerardo Martínez es otro de los que tiene pendiente su paritaria desde abril y en el entorno del dirigente reconocen que más allá de algunos sondeos informales, no hay un esquema definido ni fechas concretas para llevar adelante una negociación con la Cámara de la Construcción (Camarco). El escenario exhibió a un Martínez inusualmente crítico hacia el Gobierno en reuniones de CGT por entender que las promesas de reactivación de obras públicas y privadas por parte de los funcionarios nunca llegaron a cristalizarse durante la cuarentena.

También los empleados estatales sufrieron en carne propia el agotamiento de las cuentas públicas. Tras los $4.000 que otro decreto de Alberto Fernández dispuso como aumento para los trabajadores con sueldos inferiores a 60 mil pesos en bruto y con la paritaria 2019 vencida desde mayo pasado el salario de los agentes de la administración pública no tuvo más modificaciones. A los gremios UPCN y ATE el Gobierno les pidió, de hecho, diferir las negociaciones por ingresos y que mientras tanto avanzaran sobre otros hitos como la carrera administrativa.

En otras palabras, un compromiso de estabilidad -no menor si se tiene en cuenta la sangría de estatales de bajos ingresos que produjo Cambiemos en sus dos primeros años de mandato- a cambio de congelar paritarias hasta después de la pandemia. Ese acuerdo es similar al que rige en los hechos con los gremios docentes: la paritaria nacional, disuelta durante la gestión de Mauricio Macri y reactivada por Alberto Fernández, alcanzó a prorrogar un pago duplicado del monto equivalente al Fondo de Incentivo Docente (Fonid) por $1.210 mensuales entre agosto y noviembre como único ajuste y dejó en las provincias la definición final de una discusión que quedó en los hechos en suspenso.

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