7 de junio 2006 - 00:00

Sobre pingüinos

Cristina Kirchner y Carlos Rovira
Cristina Kirchner y Carlos Rovira
Sobre el pensamiento íntimo del presidente Néstor Kirchner acerca de su posible reelección en 2007 todavía parece lo más importante algo que le dijera, hace más de un año y medio, a uno de los actuales gobernadores de su mayor confianza: «Sería candidato si viera que hay algún peligro de que lo nuestro se interrumpiera». Por tanto que ahora haya dicho públicamente que en la fórmula presidencial del gobierno para el año próximo habrá «un pingüino o una pingüina con apellido Kirchner» no sería gran novedad. Se descuenta que se refirió con esos simpáticos animalitos del frío a él o a su esposa Cristina porque no cabe pensar en Alicia Kirchner -su hermana hoy senadora- ni en sus hijos.

Al mes de asumir, en 2003, Cristina Fernández de Kirchner en un reportaje en una revista dijo otra frase espontánea y significativa: «Soñábamos (con su esposo) que seríamos como Bill y Hillary Clinton». La única variante entonces con relación al famoso matrimonio norteamericano sería la mutación de los tiempos. Bill Clinton fue presidente durante 8 años y ahora Hillary intentará suplantar al republicano George W. Bush en 2009 por 4 años, si logra ganar la candidatura del Partido Demócrata. Los Kirchner, en cambio, podrían variar a un período de 4 años el esposo, quizá 4 u 8 su mujer para, posiblemente, retornar luego Néstor Kirchner en una sucesión que escapa al análisis político por ser futurología.

Estos proyectos tendrían su lógica en la óptica del gobierno: le sería más fácil a la Sra. Kirchner ganar ahora, en 2007, que en 2011 cuando 8 años de gestión Kirchner podrían generar más resistencia y requerir allí la candidatura de nuevo del actual primer mandatario.

Catorce años duró la gestión de Felipe González en España, 16 años la de Helmut Kohl en Alemania, Franklin Delano Roosevelt tuvo 3 períodos en los tan democráticos Estados Unidos, aunque por fallecimiento no pudo concluir el tercero con lo cual hubiera llegado a 12 años.

En verdad, los argentinos somos más veletas en apasionamientos bruscos, más infieles y mucho menos democráticos que los europeos en liderazgos públicos. Claro, depende del carisma del político. Carlos Menem no pudo pasar de 10 años y medio y al probar seguir solo reunió 25% de los votos. Ya había cansado. Juan Perón en años seguidos duró 9 y hubiera llegado hastiando a los 12 con su segundo período de 6 años (con la reforma constitucional a su medida en 1949 que se lo permitía). A Arturo Frondizi, el mejor presidente en progreso del siglo pasado, ya le votaban en contra en 1961 a los 3 años de asumir, y a los 4 lo voltearon los militares ante la indiferencia de la gente. Sólo Julio Roca presidió el país 12 años pero discontinuos con tres períodos de seis cada uno en el medio.

Aunque se niegue a hablar de reelección y de candidaturas por ser muy prematuro -en realidad lo es porque faltan 17 meses para los comicios presidenciales de octubre del año que viene, si el gobierno, por conveniencia electoral, no los adelanta- Néstor Kirchner ha dado una definición importante: «pingüino» o «pingüina», o sea yo o mi esposa.

Si nos remitimos a la condición también citada dependerá el sexo del pingüino a si el triunfo de la continuidad está asegurada con cualquiera de los dos Kirchner. Ese es el problema a dilucidar por la Casa Rosada en el tiempo que vendrá.

Desde analistas como Mariano Grondona, que lo escribe, a los empresarios, que lo dicen, entre los que no quieren dan por sentado que en 2007 los Kirchner ganan la elección. ¿Será así? ¿Lo será si por decisión del Presidente (o del matrimonio) la candidata fuera la esposa? Aquí juega muy fuerte lo que ya se analizó como «billetera derrota a galán» o «a un populismo con plata nadie lo saca del gobierno». El populismo y dinero abundante para repartir desde el Estado se aplica perfecto a Hugo Chávez y también les cabe a los Kirchner. Los pueblos latinoamericanos son hedonistas por necesidades más que por vicios. Las sociedades más evolucionadas y con prosperidad pueden pensar de otra forma. California, que si fuera nación independiente de Estados Unidos ya de por sí sería el quinto país del mundo en producto bruto, se pudo dar el lujo, la exquisitez política de votar como su gobernador a un actor conocido de gran musculatura como Arnold Schwarzenegger que además no nació en Norteamérica. En Latinoamérica, a fines de los '80 y a mediados de los '90, había encuestas que señalaban preferencia por los militares en el poder si aseguraban bienestar.

  • Encuestas

    Todo juega, es cierto, para que Néstor Kirchner repita y si quiere haga elegir a su esposa para el orden nacional en 2007 como la hizo ganar en 2005 la elección en la provincia de Buenos Aires. Ganó Cristina Kirchner sin conocer ese territorio, sin recorrerlo, sin sacrificadas giras, sin exponerse a una sola conferencia de prensa. El propio Presidente dice: «Las encuestas le dan muy bien a Cristina». No hay que olvidar esa referencia que hizo el cardenal Jorge Bergoglio en el reciente tedeum del 25 de Mayo al exponer su incisiva homilía cuando mencionó «el relativo juicio de las encuestas». Y habría que agregar que es más «relativo» cuando las hacen sátrapas a favor de quien les paga, distinguiendo las que le muestran al patrón de las agrandadas que difunden como parte de la misma contratación.

    Tema de discusión es qué podría pasar para que el triunfo de un Kirchner el año próximo peligrara o, lo que es lo mismo, obligara al Presidente a que la fórmula ante las urnas sea del pingüino macho.

    Que «no haya hoy oposición» -también comentario generalizado- no es decisivo. En definitiva, un apurado Eduardo Duhalde inventó un candidato presidencial en 3 meses, como fue el propio Néstor Kirchner que ganó. Tampoco puede haber oposición «sólida» a año y medio de los comicios frente a un gobierno con sus «cajas» públicas abarrotadas de dinero, esencialmente proveniente del buen momento mundial no del manejo económico interno, aunque habilidad y suerte nunca se distinguen con nitidez en la abundancia. Un gobierno racional, por caso, hubiera abierto los grifos públicos en 2005 para ganar los comicios, como lo hizo -es la eterna tradición argentina-, los hubiera cerrado bastante en 2006, porque no es año eleccionario, para poderlos volver a abrir en 2007 y asegurar el triunfo. Ahorrar en la gestión Kirchner es una abstinencia casi imposible y si subsidia continuamente, comprometerá la economía, aun con toda la bonanza internacional a su favor. Tiene una inflación taponada, sectores productivos congelados que ni lo arañarían con un paro, ahora, pero es distinto en un año electoral como el que viene.

    Si no pudo evitar que los sindicatos recuperaran en sueldos 10% de la inflación transcurrida y adelantaran -algo insólito en la historia económica de cualquier país- otro 10% de la inflación «que vendrá», ¿qué podrá hacer el Presidente el año próximo ante presiones salariales cuandolos sindicalistas ya están exacerbados e irán a especular con que pueden afectar urnas próximas? La economía es, precisamente, algo que puede restar certeza a la reelección por la posibilidad de estallidos y rebelión, además de los sindicalistas, de los agentes sometidos a congelamiento de precios. Si observamos la historia argentina, veremos que los riesgos de los golpes militares contra gobiernos constitucionales rigieron 46 años (desde 1930 a 1976) pero antes y después (en 2001 Duhalde y Alfonsín contra De la Rúa) fueron «golpes civiles», como la revolución de 1890 de Alem, Yrigoyen, Aristóbulo del Valle y otros, haciendo renunciar al presidente Juárez Celman; la conspiración contra Carlos Pellegrini en 1892, la revolución de Hipólito Yrigoyen en 1893. Además, hubo rebeliones de provincias enteras y de productores ganaderos. El bolsillo es un arma muy fuerte.

  • Interrogante

    Si con un híbrido -le adjudican tanto ser de derecha como de izquierda- tipo Roberto Lavagna se alarmó tanto la Casa Rosada y salió todo el contorno del kirchnerismo a atacarlo, ¿qué pasará si se estructura una oposición seria?

    Aparte está el problema del carisma para 2007, algo que siempre preocupó a los Kirchner porque saben que no lo tienen, ni él ni ella.

    No tiene lógica política que el populismo de Alfonsín quiera pelear el centroizquierda, donde con más inteligencia están los socialistas -sobre todo de Santa Fe- más la punzante Elisa Carrió, y el propio kirchnerismo con mucha plata. Puede llegarse, eso sí, a un centroizquierda menos iracundo y más técnico. Pero ¿lo puede representar Roberto Lavagna? La aternativa a Kirchner es un centroderecha aglutinante de la actual dispersión.

    Si con tremendo uso de aparatos municipales y provinciales logró el gobierno 120.000 personas en el acto del 25 de Mayo y otras 30.000 aprovecharon que las habían mandado del interior para ir a conocer la Ciudad de Buenos Aires cuando hablaba el Presidente, hay claros síntomas de una falta de atracción por las figuras en escena. En 2003, el gobierno logró sólo 40% de los votos pese a dominar «cajas» abultadas y Cristina Kirchner ganó en la provincia de Buenos Aires pero con menos votos que cuando, en 1997, una ingravitante Fernández Meijide derrotó a Chiche Duhalde como candidata a senadora cuando su esposo era el poderoso y manoabierta gobernador. Además estaba aceitado al máximo el aparato bonaerense duhaldista.

    La economía mundial puede tener convulsiones, fundamentalmente financieras, de aquí a los comicios de 2007 pero los chinos no dejarán de importar alimentos. Esto hace que la Argentina mantenga alta demanda dirigida en este cambio mundial donde la producción primaria pasó a tener una nueva y espectacularrevalorización internacional. Esto hace que si el actual gobierno tiene dificultades económicas lo sean más por el manejo interno de la economía que por el retroceso en el contexto mundial. Lo peor es que coincidieran ambas.

  • Nitidez

    El último factor en pos de la necesidad del pingüino macho para 2007 es algo que pocos políticos analizan pero ya surgió nítido tras la elección de octubre pasado. El gobierno ganó con sólo 40% de los votos, pese a todo el esfuerzo financiero que puso en juego, pero lo más sorprendente es que no lo votó tanta gente pese a que sabía que cualquiera fuera el resultado seguiría por dos años -precisamente hasta octubre de 2007- manejando las engordadas cajas del Estado y los subsidios. Es correcto que los argentinos, sin fijarse mucho en ideologías, se pasan fácilmente de un lado a otro en política si vislumbran dinero, gozar parte del poder o seguir vigentes en la vida pública. Pero para 2007 no hay seguridad, como había en octubre pasado, que un Kirchner seguirá manejando las «cajas» pues bastaría para ello que perdiera la elección y surgiera otro presidente. ¿A qué conduce esto? A que desde aquí a los comicios no habrá tantos «borocoteados», no estarán tan seguros de que volverse sumisos al gobierno les asegurará su futuro político. Al contrario podría oscurecerse para siempre si la obsecuencia hacia los santacruceños fue demasiado rastrera.

    Puede pensarse que en estos 17 meses próximos habrá políticos como el formoseño Gildo Insfrán, el jujeño Eduardo Fellner y también el misionero Carlos Rovira que desde la primera hora en 2003 apostaron decididamente a Néstor Kirchner cuando nadie daba aún dos centavos por su triunfo. Y hasta Eduardo Duhalde dudaba en anunciarlo. Cualquier Kirchner es premio en 2007, pero el lance político siempre existió y no es de menospreciar.
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