18 de noviembre 2005 - 00:00

También militares decían que obispos hacían política

Obispos que tradicionalmente han permanecido callados ayer salieron a contestarle al Presidentepor su extemporánea reacción del miércolesal criticar el documento emitido por el plenariodel Episcopado. Los más sensatos coincidieron en señalar que la actitud del Presidente no ayuda al cardenal Jorge Bergoglio en su tarea de conducción de la Iglesia; más bien la complica al provocar que los prelados, que sólo rinden cuentas al Papa, se sientan víctimas de la iracundia de Néstor Kirchner. Y reaccionen lejos de la moderación que a la mayoría caracteriza.

En realidad, lo mismo que les dice Kirchner a los obispos se lo decían los militares a los obispos Jaime De Nevares y Esteban Hesayne cuando iban a pedir por los desaparecidos: «No se metan en política».


La discusión acerca de cuántos pobres hay en el país no es nueva, la tenían con Carlos Menem en los '90.

Distinta fue la actitud observada por Felipe Solá cuando se reunió con los obispos bonaerenses, haciendo el elogio del mismo documento que Kirchner criticó.

El obispo de San Nicolás, monseñor Héctor Cardelli, advirtió que el gobierno está «muy sensibilizado», al tiempo que ratificó que el documento difundido por el Episcopado «no se refiere» al desempeño de la administración nacional. «No porque hace poco que está y está haciendo un esfuerzo muy grande, pero me parece que está muy sensibilizado porque el documento no se refiere a él», enfatizó Cardelli.

Por su parte, el arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, advirtió que la Iglesia «jamás» sostuvo que «la reconciliación prescinde de la verdad y la justicia», con respecto a los hechos ocurridos durante la década del '70. «Después de los '70 hubo una visión en la que, para fortalecer la democracia, se cargaron las tintas, pero mirando sólo un aspecto», advirtió de todos modos Cargnello.

A su turno, el arzobispo de Paraná, monseñor
Mario Maulión, rechazó que la Iglesia sea « opositora al gobierno» y se pronunció a favor de que entre los obispos y la administración Kirchner prevalezcan «la concordia, el respeto y el trabajo por el bien común». «La Iglesia no es opositora al gobierno, y en el documento, como ocurre desde hace muchos años, pedimos que se reflexione sobre la manera de reconstruir el país entre todos, partiendo de un llamado a la esperanza de todos los sectores políticos, religiosos, gremiales, empresariales y sociales», explicó Maulión.

El obispo de Posadas,
Joaquín Piña, dijo que su impresión «es que el Presidente no leyó mucho o leyó muy rápido» el documento. Este prelado consideró que la carta pastoral no está dirigida precisamente a acusar al gobierno sino que se dirige a todo el pueblo de Dios, incluidos también nuestros gobernantes. La reacción del Presidente fue extemporánea, lamentablemente ya nos tiene acostumbrados a esto», se quejó Piña.

El obispo de Río Negro,
Néstor Navarro, también sostuvo que el texto no es contra el gobierno, ya que se reconocen los esfuerzos que se están haciendo, sino que «se está hablando de la brecha que parece crecer entre pobres y ricos» y pidió: «No hay que leer más allá de lo que escribimos».

Desde el gobierno, en tanto, el secretario de Culto, Guillermo Oliveri -cuidando de quedar en sintonía con Kirchner- reafirmó que el documento episcopal contiene «elementos» que el gobierno nacional no comparte «para nada» y señaló que si bien se trata de una «relación que en este momento tiene una diferencia», no hay una « pelea» con la Iglesia. En esa línea, el secretario de Culto graficó que «después de la tormenta, evidentemente, hay un momento de reflexión» y garantizó que «nada indica que en algún momento no haya que retomar el diálogo».

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