Washington y Nueva York (DPA) - Estados Unidos se prepara para una de las semanas más caras de su historia. Con una inédita inyección de 700.000 millones de dólares, el gobierno de George W. Bush se propone estabilizar su tambaleante sistema financiero. Son muchos los expertos que no dan por seguro el éxito de la operación porque buena parte de sus métodos nunca fueron aplicados.
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Los próximos días serán decisivos para la mayor economía del mundo, y por lo tanto también para el resto del globo.
Estos son algunos de los puntos más controvertidos del paquete.
Costos: el gobierno estadounidense ya destinó más de 300.000 millones de dólares para apagar incendios puntuales de la crisis, como la intervención de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac. El precio de la nueva medida eleva la factura en 700.000 millones de dólares, y los pesimistas auguran nuevas cargas para los contribuyentes. El déficit fiscal podría alcanzar los 11,3 billones de dólares. A pesar de todo, los expertos aseguran que se trata de un «mal menor». También el presidente Bush subrayó: «El riesgo de no hacer nada es mucho mayor».
Campaña electoral: el paquete de rescate del gobierno de Bush restringirá sensiblemente el margen de acción de la próxima administración. Por eso, a pesar de su apoyo, demócratas y republicanos reclaman conocer los detalles del plan. «La consecuencia será más impuestos, menos gastos o una mezcla de ambos», advirtió la experta Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland a «The New York Times». La economía es hace rato el principal tema de la campaña. El candidato demócrata, Barack Obama, exige ayudas «para el ciudadano común y el pequeño propietario», no sólo para Wall Street. Los diarios rebosan de cartas de lectores preguntando cómo es posible que no haya dinero para seguridad social, infraestructuray educación, pero de repente se destinen ingentes sumas para salvar a los bancos.
Sistema financiero: durante un buen tiempo habrá más movimientos en el mundo financiero, según los expertos, que esperan nuevas -aunque quizá menos espectacularesquiebras, fusiones y adquisiciones. La crisis crediticia, que ya costó a los bancos más de medio billón de dólares en amortizaciones, está lejos de terminar. El plan del gobierno quitará a las entidades estadounidenses sus deudas contaminadas, pero es probable que para hacer la transferencia efectiva se necesiten más correcciones contables millonarias. «Contando todos los problemas en el mercado inmobiliario, será necesaria una amortización por otro billón de dólares», dijo el experto en finanzas Daniel Alpert al «The New York Times». El plan, además, sólo beneficia a las entidades con sede en Estados Unidos.
Economía real: la crisis financiera es, para el historiador económico Robert Aliber, totalmente nueva. Al contrario que en la Gran Depresión de 1930, por ahora forzó una desaceleración en la economía real, pero sin hundirla. «El tren de la recesión ya partió, pero su viaje durará 18 meses en lugar de cinco años», estima el profesor de economía Nouriel Roubini.
Controles: las voces a favor de una regulación más estricta de los mercados financieros se oyen cada vez más fuerte también en Estados Unidos. La tradicional resistencia de Washington y Londres contra los mayores controles propuestos por muchos países de la Unión Europea parece declinar. La canciller alemana, Angela Merkel, renovó el fin de semana su llamamiento a una mejor supervisión. Las perspectivas de éxito son buenas: la creencia en el libre mercado se tambalea en el mismo bastión del capitalismo. «La gente dice ahora: el mercado es el problema, el gobierno es la solución», resumió el historiador financiero Richard Sylla en «The Wall Street Journal».
Bolsas: el amenazante colapso de las acciones de muchas entidades financieras obligó al secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, y al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, a dar un espectacular giro de 180 grados. Los mercados celebraron la solución propuesta con fuegos artificiales. El comienzo de la semana financiera mostrará si se trata sólo de humo de paja, según un operador de Wall Street. «Si los mercados vuelven a caer, la cosa se verá muy mal.»
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