2 de noviembre 2020 - 00:00

Trump o Biden: Wall Street, a la hora señalada

Para los mercados la solución de shock no es drama. Lo que se teme es la posibilidad de una indefinición prolongada y hostil.

Jay Powell
Jay Powell

¿Trump o Biden? ¿O una pelea feroz en torno al escrutinio? Es matar, o morir, o desangrarse en una querella interminable en los tribunales. El tiempo es dinero: al domingo, 92 millones de personas ya habían votado por adelantado (más de 58 millones por correo). Para Wall Street, Donald Trump o Joe Biden, quien fuera, está bien. La solución de shock no es drama. Si se pudiera conocer el nombre del vencedor mañana mismo, con el cierre de los comicios, sería la gloria, y el trampolín para un rally de alivio (si el covid lo permite). En cambio, el estómago no resiste la corrosión del gradualismo. Lo que se teme, lo que arruinó la semana (la peor desde marzo), es la posibilidad de una indefinición prolongada y hostil; la eventual agonía de una reyerta salvaje en un país muy diferente del que cobijó Bush Jr. versus Gore en 2000. Alcanza y sobra ya con la tenacidad del coronavirus para tornar la vida exasperante.

Biden no es lo mismo que Trump, pero en principio da igual. Salvo que las encuestas acierten y los demócratas logren surfear una ola azul completa y adueñarse de la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso. Sólo con un triunfo aplastante sería posible concretar su plataforma de campaña. ¿Y cuán grave resultaría? En el pizarrón, en términos de crecimiento esperado del producto y del empleo, lo más expansivo a la vista. Si Wall Street ansía un paquete fiscal extra para contrarrestar la marea del covid, esta es su mejor carta. No importarán las objeciones de Mitch Mc Connell y los senadores republicanos, insensibles hasta a los ruegos del presidente. En ese sentido, Biden 2020 equivale a Trump 2016. Es la alternativa de mayor octanaje en el menú aunque a partir de una hoja de ruta muy distinta. La reforma tributaria demócrata revierte la agenda de Trump. No baja los impuestos, los devuelve al punto de partida de cuatro años atrás, y sube otros. ¿Y de dónde surge su potencia? De un aumento del gasto público muy superior. Usando una estimación a diez años (el supuesto convencional en las proyecciones presupuestarias en EE.UU.), los impuestos treparían 4,1 billones de dólares y el gasto, 7,3 billones. Claro que hoy, la economía requiere el impulso. Trump a fines de 2017 fue redundante y la FED izó cuatro veces las tasas de interés en 2018 a modo de contrapeso prudencial. Esta vez, Jay Powell, el mismo timonel que entonces, promete no tocar las tasas hasta 2023. Y así -con una inflación anestesiada- el plan aprovechará al máximo sus motores. Por supuesto, el aumento de tributos habrá que pagarlo primero. Y, en materia de impuestos personales, convendría hacerlo antes de fin de año. La debilidad reciente de las tecnológicas nos arroja una pista. ¿Y qué ocurriría si el escenario Biden recargado no se verifica? Un Congreso como el actual, donde cada partido controla una cámara, sería una postal del statu-quo. Gane quien gane, se impondrá la inercia. Desde ya que habrá diferencias, y muchas, en las políticas que no requieran pasaje parlamentario. Otro enfoque de comercio exterior es esperable, y una reducción de aranceles. Y otra relación con China, igual de severa si hiciera falta pero apoyada en una coalición de naciones amplia, con los vecinos de la región y Europa a bordo. Wall Street se beneficiaría. Y si Biden parece demasiado socialista, también Bill Clinton y Obama cuando en campaña. No olvidar, el propio Trump fue por años un aportante a tales cruzadas.

¿Qué pasaría, en cambio, si se demora (o paraliza) el conteo de votos por correo y Trump los ignora y se declara ganador? ¿Y si la elección depende de una votación cerrada en un estado como Pensilvania? Lloverían las objeciones de procedimientos. Allí, el gobernador es demócrata y la legislatura republicana, y cada uno podría designar listas de electores diferentes para el Colegio Electoral. ¿Resolverá la Corte Suprema cuya composición se sesgó hacia los republicanos? ¿Aguantará Wall Steet una película tormentosa de varias semanas? No tendrá más remedio, pero será a más bajas cotizaciones. Y conste que obviamos la ola de covid, que amenaza con extender aun más la atmósfera de encierro.

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