El economista Pablo Goldin advierte que todos los nuevos gobiernos enfrentan un test de gobernabilidad pero el de Milei, como todo “presidente outsider”, la tendrá más difícil. Pero a esto se le sumará media docena de test económicos, interrelacionados, que prometen un verano movido. A continuación el reportaje al director de Overview.
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Pablo Goldin: "El gran test del verano será acomodar precios sin descontrolar la inflación"
El director de Overview explica cuáles serán los seis desafíos económicos que enfrentará el nuevo gobierno en los próximos meses.
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Movido. Pablo Goldin anticipa un período estival repleto de pruebas..
Periodista: ¿Para usted el fantasma de la hiperinflación sigue lejos?
Pablo Goldin: Cuando en campaña electoral Javier Milei fogoneaba dolarizar la economía o liberar el mercado cambiario y que el dólar valiera lo que tuviera que valer, el fantasma de un mega-fogonazo inflacionario o una híper merodeaba. Forzar dolarizar o apresurarse a liberar el dólar en esta Argentina pueden provocar dinámicas de alto riesgo. La historia argentina nos dice que las peores explosiones inflacionarias se dieron cuando el dólar (o los dólares) enloquecen de golpe. Por eso, haber cajoneado “hasta nuevo aviso” ambos proyectos (dolarizar y liberar “de una”) es una buena noticia. Eso no quita que entramos a una transición inflacionaria de riesgo. El nuevo gobierno hereda la inflación en dos dígitos mensuales inestables, con un diciembre alto entre los altos, inflación reprimida en la gatera, un salto cambiario en puerta, la nafta a la mitad de lo que debería costar, tarifas de luz y gas muy baratas (a pesar de la suba segmentada que aplicó el Gobierno saliente) y el boleto de colectivo y tren en el AMBA regalados. El desafío es acomodar todos estos precios sin echar más leña a la inflación y con los salarios y las jubilaciones muy detrás de la suba de los precios. Que sea el punto de partida para un programa de estabilización y no el alimentador de un mega-fogonazo inflacionario sin hoja de ruta. En los meses preparatorios antes del Austral y de la Convertibilidad, la inflación pegó una acelerada (por acomodar dólar, tarifas, nafta, salarios, etc.). Solo como ejemplo, en febrero de 1991 la inflación fue 27%. Pero a seis meses de lanzada la Convertibilidad, se había derrumbado a 1% y pico mensual. De la crisis de 2002 no se salió con un “plan con nombre propio”, pero tras un fogonazo inflacionario de cuatro meses después se estabilizó (eso sí, con una brutal recesión). El gran test de este verano será acomodar los precios relativos sin que la inflación se descontrole.
P: El futuro ministro del Interior habló de un dólar de $650 como algo “razonable”¿Cuál considera Ud. que puede ser el valor en la transición?.
P. G: El régimen cambiario que debute el 11 de diciembre tiene que estar pensado de forma tal y funcionar con un tipo de cambio tal que haga que el BCRA sea comprador de dólares. Porque no tiene más; la caja está en cero. De haber una brecha (que la habrá porque van a quedar controles), no puede ser alta (sabiendo que ya no estará el BCRA venteando reservas ni los exportadores vendiendo divisas en el CCL). Superávit comercial 2024 va a haber: hasta puede ser récord histórico (u$s20.000 millones o más). El tema es que la demanda de dólares será también muy grande. Hay que: pagarle a los bonistas del canje 2020, acumular reservas para achicar el negativo en dólares del BCRA, cubrir la demanda flujo de personas y empresas, pagar las importaciones flujo sin pisarlas más, pagar importaciones viejas que se adeudan, remitir dividendos retenidos, pagarle al FMI y demás organismos (el neto de eventuales desembolsos) y está la deuda en yuanes con China. Un dólar a $650 es históricamente “alto” en términos reales: es el dólar promedio de los cinco años de Néstor Kirchner. Hay que ver si a ese valor el BCRA compra suficiente cantidad de dólares dada la conformación del nuevo mercado (cuán “único” y cuán libre sea), cuán fuerte sea la demanda y cómo arranque el resto del programa macro y la brecha. No será fácil mantener un dólar alto en términos reales porque serán meses de muy alta inflación. El BCRA podría comprar más dólares a un tipo de cambio menos alto si hubiera un mercado desdoblado comercial y financiero (sabiendo que un régimen así conlleva dificultades micro y de instrumentación).
P: ¿Cuál sería la clave a monitorear en los primeros 100 días del nuevo gobierno?
P.G: Habrá un test político de gobernabilidad: el arranque de la gestión, la “muñeca” parlamentaria, el manejo de la calle, la pulseada de la caja con las provincias, cuánto derecho de piso se pagará. Concretamente, ver qué suerte corre la Ley Ómnibus que se mandaría de entrada al Congreso. Todos los gobiernos que arrancan enfrentan un test de gobernabilidad; éste lo tendrá más bravo. Los “presidentes outsiders” suelen tenerla más difícil. Habrá seis test económicos para el verano: 1) el reacomodamiento de precios (empezando por el dólar) y la dinámica mensual que tome la inflación; 2) el tamaño de la brecha (termómetro del éxito del programa macro); 3) si el BCRA compra dólares y si se consigue plata prestada; 4) cuánto emite el BCRA en la transición; 5) qué suerte corre la crucial política fiscal de déficit cero; 6) la relevancia o irrelevancia de lo que se haga con la deuda remunerada del BCRA (Leliq y Pases). Todos test vinculados entre sí.
P: ¿Qué lectura hace, hasta ahora, de las designaciones en el equipo económico?
P.G: Más allá de las personas, viene un período donde será vital que el Ministro de Economía (codo a codo con el Presidente, el resto del Gabinete y el BCRA) lleve las riendas integrales de la política económica. Que le dé a la gestión una impronta macroeconómica. Que no quede especializado ni encapsulado en un área o dos como viene sucediendo hace años. También será fundamental que el Ministerio de Economía tenga una estructura fuerte porque hace a la mayor coordinación de la política macro. Por lo que se vislumbra hasta ahora, los únicos dos ministerios fuertes serán Infraestructura y Capital Humano; no Economía. Vamos a ver cómo se desenvuelve la gestión económica dentro del nuevo organigrama y con un presidente economista.
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