6 de agosto 2001 - 00:00

Jurado: "Es absurdo otro organismo"

Jurado: Es absurdo otro organismo
La enorme cantidad de películas, afiches, fotos y libros de la Fundación Cinemateca Argentina, ha comenzado recientemente una colección especial, más o menos creciente, de cartas. No son cartas de gente de cine, sino simples notas oficiales, breves y muy ilustrativas. Las comenta Guillermo Fernández Jurado, director de la entidad.

Guillermo Fernández Jurado: Como todos saben, el mayor problema de Cinemateca es haber creído en el Estado. Cuando Domingo Cavallo, en el gobierno anterior, nos dio una parte de aquel famoso subsidio, rápidamente compramos el edificio «Crítica», y lo amoldamos a nuestras necesidades, gastando a cuenta.

Periodista: ¿Qué pasó entonces?

G.F.J.: En aquel momento, el secretario de Hacienda, doctor Gutiérrez, vino a ver el edificio. «Es la primera vez que veo dónde se invierte la plata de un subsidio», nos dijo. «Ahora puedo dormir tranquilo».

P.: Y ahora usted no puede dormir.

G.F.J.:
Creímos que el Estado cumpliría su palabra, y contrajimos deudas. Es decir, debimos entrar en créditos, agobiantes como cualquier tipo de crédito, salvo los que da el INCAA para hacer películas. De lo que prometió, el Estado todavía nos debe más de un millón. Ya sé, nunca lo vamos a recibir. Le ofrecimos que nos diera 200.000 y con eso dábamos como saldada la cuenta, pero no hay caso. Ni 200, ni 20, ni 2... En cambio recibimos unas cartas lacónicas.

P.: ¿Por ejemplo?

G.F.J.:
Una de marzo del 2000, donde me dicen les recuerde el tema dentro de unos meses. Y, más recientemente, otra de la Secretaría de Hacienda, donde después de algunas consideraciones generales nos dicen que saldremos del paso gracias a las nuevas normas de competitividad en el orden de la actividad cultural. Hoy estuve en Hacienda. Según lo que pudieron explicarme, esas normas aluden a ciertas exenciones impositivas. Pero las fundaciones ya estábamos exentas de los impuestos al IVA y a las Ganancias, y ahora hay nuevos cambios.

En otra carta me decían su solicitud de subsidio, como si estuviera iniciando un trámite, cuando estoy reclamando un saldo, y hasta les ofrezco rebaja. Bueno, qué puedo esperar. Fíjese, nosotros trabajamos desde hace décadas en la sala Lugones. Cuando
Fernando de la Rúa asumió como intendente, pasó prácticamente todo un año sin pagarnos, y entretanto debimos solventar todos los nuevos gastos exclusivamente de nuestro bolsillo.

P.: ¿Y qué pasa en el INCAA?

G.F.J.:
La última carta que les mandamos fue el 27 de junio, pidiendo un crédito, no un subsidio (un crédito por la mitad de lo que se le otorga a cualquier película), pero hasta ahora no recibimos ni una respuesta protocolar. Me gustaría que el director José Miguel Onaindia viniera a conocer nuestro edificio. Ya va para dos años que lo estamos invitando.

P.: ¿Qué opina de la formación de la Cinemateca Nacional, llamada Cinain?

G.F.J.: Hacer un superorganismo como ése, ahora que están cerrando tantos organismos, resulta un poco absurdo. La del Cinain fue, ¿cómo decirlo? una alegre compensación al alejamiento legislativo de Pino Solanas. Bueno, no diría alegre, pero si los congresistas votaron esa ley, la verdad es que ni les importa, porque ya han votado leyes peores todavía.

P.: Se entiende que la Cinain será un organismo autónomo, con directivos votados por concurso y presupuesto mínimo, proveniente del propio INCAA.

P.: Mire, las normas se modifican con cada cambio de gobierno. ¿Qué continuidad hay en los organismos estatales? A cualquier secretario de Cultura se le ocurre suspender los concursos, pone sus propios contratados, acomoda gente de los comités, no se puede confiar en eso. Yo conozco a los que hoy están luchando por la concreción de esa Cinemateca Nacional. Muchos de ellos tienen verdadero amor al cine. Pero no tienen experiencia en la lucha con el Estado. Ellos también se equivocan con la Argentina, como nos equivocamos nosotros.

P.: ¿Es decir?

G.F.J.:
No pienso hacer más reclamos ni voy a dármelas de perseguido. Pero igual daremos batalla. No vamos a aflojar ni un tranco. Este es un eterno vaivén. Más tarde o más temprano el vaivén irá a favor nuestro.

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