27 de junio 2002 - 00:00

Una megaexposición revivirá voz y figura de Tato Bores

Tato Bores
Tato Bores
E n el Centro Cultural Recoleta se montó un Tato Bores gigante, construido a través de sus íconos característicos: el frac, la peluca y los lentes de marco negro, todos de inmensas proporciones. También se exhiben sus accesorios y el verdadero vestuario que fue el mismo durante los 30 años en que Tato representó su personaje.

La familia llegó a rogarle que cambiara de peluca y de frac porque estaban muy deteriorados, pero él siempre se negó. Tato explicó en uno de sus monólgos el origen de su atuendo: «Al principio yo no aparecía en frac, ni con peluca. Entraba con mi propio cabello todo revuelto y en campera. La idea del frac nació porque, en los tiempos de Frondizi, se cambiaba de ministros como de camiseta y a mí me pareció gracioso sugerir la idea de que a cualquiera podía tocarle y que para afrontar la situación había que tener disponible el frac».

Será el martes próximo cuando toda esta megamuestra cobre vida, «Tato, tributo al Primer actor cómico de la Nación». La exposición se despliega en ochocientos metros cuadrados divididos en diversas secciones, que exhibirán desde fotografías y objetos hasta instalaciones y videos. También habrá debates y podrá visitarse hasta el 1 de septiembre.

No faltará junto a la caracterización gigante de Tato, el plato de tallarines de cinco metros de diámetro, con su salsa, una gran botella de champagne con dos copas y una hielera. Dicen que cuando sus hijos comenzaron a incursionar en la producción de los ciclos, Tato les advirtió que había un gag sobre el que no negociaría: la mesa de los fideos y el invitado. Y así fue. En la muestra estarán también los infaltables patines gigantes y cuatro frases célebres de Tato escritas en neón. Las fotos, pertenecientes al album familiar de los Borensztein, han sido aumentadas con la última tecnología en diseño de imagen.

El joven Mauricio Borensztein estudiaba en el industrial Otto Krause pero ponía mayor atención en merodear por los alrededores del Teatro Cervantes para relacionarse con público y artistas de la noche. Primero, abrió puertas de los autos de los concurrentes, luego transportó instrumentos de las orquestas de René Cóspito y Luis Rolero hasta que, en 1944, con apenas 20 años, ya recorría varietés, boites y night clubs. Su destreza para contar chistes se hizo notar desde el primer momento.

Carlos Ulanovsky
, responsable del guión e investigación periodística de la muestra, se refirió a la vigencia de Tato Bores: «Me sorprende que en uno de los monólogos, en 1971, Tato decía 'Fui a casa a buscar una cacerola para cacerolear'. En otro, de 1962, se quejaba Tato de los sueldos a los maestros, la corrupción, y aparecía la palabra crisis. Me pregunto si esa circularidad no será la razón de nuestra desdicha».

Quien fue uno de sus guionistas, Santiago Varela, opinó: «El vigente no es Tato sino los pésimos políticos que tenemos y los modelos que se mantienen. Tato era el pintor de cierta época, y lo que siempre está volviendo no es el molde sino los personajes».

En la entrada de la exposición habrá una cronología que cruza los hitos en la carrera de Tato con datos del país en cada momento: presidente de derecho o de facto; cotización del dólar; índice de inflación y monto de la deuda externa. La destreza de Tato Bores para pintar la cíclica historia Argentina se plasma, por caso, en su monólogo 2000, donde ofrecía una reseña sobre los últimos 30 años de historia argentina.

Aquí un fragmento:
«Cuando allá por 1960 puse la jeta por primera vez delante de los orticones, no existía la televisión color, no existía Maradona, no existía el Austral -es decir el Austral tampoco existe ahora pero es otra historia-no existía el control remoto, no existía el yogur descremado, pero sí, sí existía Don Alvaro; si señores, sí: Don Alvaro, el papá de la nena, que empezó a curtir gabinete como ministro de Industria allá por el ´55, en la «Libertadora», que no tiene nada que ver con la Copa Libertadores, porque recién con Arturo Frondizi se convirtió en ministro de Economía».

División

La megaexposición tendrá cuatro minisalas con 12 asientos para que el público vea videos: se proyectará el monólogo del 26 de agosto de 1990; exhibirán el programa más viejo, que data de 1962; darán un compendio del programa dedicado a Servini de Cubría y también habrá un videoclip con todas las aperturas y cierres de los 30 años de Tato en televisión.
En 1957, el cómico se inició en televisión con comentarios ácidos sobre política, que luego se perfeccionarían en sus monólogos característicos. El programa «Caras y Morisquetas», con libros de
Juan Carlos Colombres (Landrú), se emitía por «Canal 7» y en 1960 Tato se mudó a «Canal 9», con el ciclo «Siempre en domingo». Dos años más tarde, la revista Life publicó una nota donde lo bautizaba «el capocómico de la televisión argentina».

«Creo que la gente extraña ver un gran programa de televisión, como era el de Tato»,
reflexiona Ulanovsky. «El clip que muestra todas las aperturas y cierres se convierte en un documento que marca, involuntariamente, la evolución de la televisión en estos 50 años. En el primer ciclo, los créditos aparecían con un cartel y hasta se filtró la mano que sostenía el cartón. Y en el último programa la apertura es obviamente electrónica. O sea que se ve el pasaje del blanco y negro al color y de la producción artesanal a la sofisticada».

En la exposición podrá verse un video con las 100 tapas de revistas en las que Tato apareció y las promociones de su programa publicadas en la prensa gráfica. Habrá también dos centros sonoros para escuchar audios de programas televisivos, pues no existen cintas de sus ciclos radiales. Tato debutó en la radio en 1945 y dos años más ya integraba el staff de «La escuela humorística Toddy», en Radio Splendid, con su personaje El niño terrible Igor. En 1949, su niño ganó un programa propio, con «Las aventuras de Igor».

La muestra contará con cuatro rincones con gigantografías pegadas del techo al piso donde se expondarán notas de la prensa sobre cuatro temas: censura, críticas, su muerte y libretos. Se obsequiará a los asistenes un afiche con el texto completo del monólogo del 26 de agosto de 1990.

El que sigue es un fragmento peculiar de uno de sus monólogos:
«¡Cómo me gustaría ser Woody Allen! Pero, seguro, nunca voy a llegar a serlo, porque fundamentalemnte él es un tipo de una solidez cultural impresionante y yo no.Y eso no se alcanza con buenos deseos. En algunas cosas nos parecemos: los dos somos bajitos, judíos y nos encanta Nueva York. Benny Hill es un fenómeno y me podrían decir que detrás suyo tiene 21 libretistas, pero yo diré que no siempre talento y presupuesto van juntos. Benny Hill tiene las dos cosas y se ve que las aprovecha».

Se dice que
Tato era tan disciplinado que estudiaba con rigor sus monólogos, tanto que hasta era capaz de recitarlos de atrás para adelante. Varela se refirió a la importancia del guión y a la tendencia actual a la improvisación: «Tato se aprendía todo de memoria y 98% de lo que decía era guionado. Era un lujo tener un actor como él que respetara a rajatabla lo que yo escribía; se estudiaba un monólogo de 8 a 10 minutos durante toda la semana.Actualmente se improvisa mucho en televisión, por falta de tiempo y por recurrencia al chiste fácil. Se abandonó el monólogo como género, que siempre se asoció en nuestro país, desde Pepe Arias en adelante, con lo político. Pero en Estados Unidos o España no pierde vigencia, los Oscar son guionados, 'Los Simpsons' tienen seis guionistas. Es un género que debería volver pero creo que no aparecen nuevos capo-cómicos porque los actores tienen temor de que los comparen. En lo que a mi concierne estoy esperando que aparezca alguno así me contrata».

Vacío

Ulanovsky expresó: «El humor político en la actualidad se sitúa en 'Los raporteros' o el 'Gran cuñado' de Marcelo Tinelli donde se ve el contenido más crítico. Después se ve humor político producido involuntariamente en 'PNP' o 'TVR' o en 'Caiga quien Caiga'. Pero sigue habiendo grandes monologuistas como Antonio Gasalla, Enrique Pinti o Nito Artaza. Pero ninguno trabaja en televisión».

Respecto del humor político, Tato dijo en una nota a la revista Extra en 1966: «Nosotros no hacemos humor ácido.Algunas veces, hay políticos que nos piden que los carguemos para darles notoriedad. Si son los humoristas los que crean la imagen del presidente, varios ministerios no tienen razón de ser».

Durante 1986 y 1987
Tato no trabajó en televisión y denunció que ninguno de los canales del Estado lo contrataba. En 1989 regresó con «Tato al borde de un ataque de nervios», en Canal 13 y en 1990 hizo «Tato en busca de la verdeda del sol». Al año siguiente fue «Tato, la leyenda continúa» y en 1992 «Tato de América». En 1993, con «Good Show» por Telefé ofreció su última apareción en televisión. La exposición contará con un videowall donde se proyectará «La Argentina de Tato», especial que realizaron sus hijos en 1999.

Por la circularidad de una Argentina con una capacidad única de copiarse a sí misma en el pasado, los contenidos de
Tato, más que premonitorios, siguen resultando vigentes. Para aquellos que se siguen preguntando los domingos qué diría Tato sobre tal o cual tema, he aquí una respuesta posible, extraída del cierre de su monólogo 2000: «Si pusiéramos la máquina de cortar boludos dentro de la máquina del túnel del tiempo y se pusiera a cortar boludos históricos con retroactividad.. otra hubiera sido la historieta hoy!».

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