3 de agosto 2000 - 00:00
"UNA TORMENTA PERFECTA"
-
La historia de "Perrito", una obra de teatro para enseñar a cuidar a las mascotas
-
Cuáles fueron las escenas más peligrosas del cine de Hollywood que casi les cuesta la vida a sus artistas
•omparaciones
Pero el problema no es lo obviamente ficticio de la presunta historia verídica. Lo malo es que si van a inventar, lo mínimo que se puede pedir es que inventen algo medianamente convincente y entretenido. Al lado de los tiempos muertos y la falta de profundidad dramática de «Una tormenta perfecta», viejas aventuras acuáticas ya semi olvidadas, como el «Moby Dick» de John Huston o «El viejo del mar» de John Sturges, traen recuerdos maravillosos. Y ni hablar de «Tiburón» de Spielberg, que a 25 años de su realización se devoraría a estos marineros de agua dulce en un santiamén.
George Clooney es el capitán de un rasposo barco de pescadores que, acosado por una racha de mala suerte (ataque de escualos, peleas a bordo, accidentes casi mortales, poca paga y sólo tres videos a bordo) se encuentra ante la disyuntiva de dejar que se pudra su carga o enfilar al puerto atravesando la peor tormenta del siglo. Entre la tripulación hay buenos actores como M ark Wahlberg y John C. Reilly, pero igual que Clooney (en un papel que hubiera mejorado un Al Pacino) están todos desaprovechados en medio de un guión que sin ser tan tonto como el de «Twister», tampoco ofrece mucha sensación de verosimilitud, conflictos originales ni imágenes tan espectaculares como las que podía deparar la historia. Un ejemplo de lo desaprovechado del argumento es la falta de intensidad de un gigantesco tiburón que ataca a los pescadores. En manos de un equipo más creativo, la secuencia sería lo más fuerte, intenso y vertiginoso de la película. A cargo de Petersen y sus escribas, la situación pasa sin pena ni gloria.
•larde
Lo mismo pasa con casi toda la película que, para colmo, en un alarde de lentitud casi preocupante, espera hasta después de los 60 minutos de proyección para hacer despegar del todo el conflicto central. Antes hay que presenciar el entusiasmo de un meteorólogo mirando animaciones de huracanes en el monitor de su PC, o la decoración de interiores de la casa de Diane Lane y Mark Wahlberg.
En una matiné la película puede ser entretenida, pero para eso es mejor esperar a que salga en video. La gran pantalla ancha y el sonido digital del cine sólo sirven para apreciar adecuadamente la última media hora del film, cuando recién Petersen comienza a hacer olas en serio. Igual, cuando den este superproducto de 120 millones de dólares de presupuesto en alguna tarde futura de cine de super acción, grandes y chicos seguirán prefiriendo «Krakatoa al este de Java» o «La aventura del Poseidón».
Dejá tu comentario