10 de noviembre 2006 - 00:00

Bush acepta ya negociar su estrategia para Irak

George Bush se rodeó ayer de su gabinete para ofrecer a los demócratas negociar la política hacia Irak (arriba). Rumsfeld ayer en una conferencia, en la que el fotógrafo lo capturó, sugestivamente, cerca del cartel de «salida» (abajo).
George Bush se rodeó ayer de su gabinete para ofrecer a los demócratas negociar la política hacia Irak (arriba). Rumsfeld ayer en una conferencia, en la que el fotógrafo lo capturó, sugestivamente, cerca del cartel de «salida» (abajo).
Washington (AFP, Reuters, EFE, ANSA) - El presidente estadounidense, George W. Bush, comenzó a enfrentar ayer la nueva realidad de tener que tender la mano a los demócratas y buscar un consenso sobre Irak, tras la severa derrota en las elecciones legislativas que dejó al Congreso bajo control de la oposición.

Después de una reunión con su gabinete un día después de que anunciara la salida del cuestionado secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, el mandatario sostuvo que está abierto a sugerencias demócratas sobre la política estadounidense en Irak. La invitación resultó significativa, dado que hasta el momento había mostrado una actitud impermeable sobre la cuestión. Además, obliga a la oposición a superar sus propias diferencias y a compartir posibles costos políticos a futuro.

«Estoy abierto a cualquier idea o sugerencia que nos ayude a alcanzar nuestros objetivos de derrotar a los terroristas y asegurar el éxito del gobierno democrático de Irak», dijo Bush en una breve declaración televisada, flanqueado por los miembros de su equipo de gobierno. «De cualquier partido que venga, todos tenemos una responsabilidad de asegurar que esos soldados tengan los recursos y apoyo que necesitan», agregó.

Bush almorzó luego con la próxima presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, una liberal fuertemente crítica de la gestión del gobierno en Irak y del propio jefe de la Casa Blanca.

Dan Bartlett, asesor del presidente, dijo a la cadena televisiva CNN que Bush «aceptó los resultados de la elección y espera trabajar con sus nuevos colegas demócratas». «Los próximos días y semanas son una oportunidad tanto para los demócratas como para los republicanos para discutir los difíciles desafíos que enfrentamos en esta guerra (en Irak) y esperamos lograr un mayor consenso. Ese fue el mensaje que dio el pueblo estadounidense la noche del martes (día de las elecciones). Quieren a sus dos partidos en Washington trabajando juntos para resolver estos temas por el bien mayor del país», agregó.

Bartlett aseguró: «Tenemos una oportunidad con este Grupo de Estudio sobre Irak bipartidario, miembros de los dos partidos políticos trabajando juntos para lograr un mayor consenso a un asunto crítico para la seguridad de nuestro país». Se refirió así a la decisión del Congreso de crear en marzo dicho grupo de trabajo, que fue puesto bajo la presidencia conjunta del ex secretario de Estado republicano James Baker y el ex legislador demócrata Lee Hamilton.

El Partido Demócrata basó buena parte de su campaña electoral en las críticas a la política del gobierno hacia Irak, donde permanecen desplegados cerca de 140.000 soldados de EE.UU.

Ahora, tras las elecciones, algunos líderes de ese partido comienzan a trabajar en pos de una retirada gradual de las tropas estadounidenses.

«El primer paso para la estabilidad en Irak es el repliegue» de las tropas, dijo ayer el legislador demócrata John Murtha, uno de los más firmes partidarios de la vuelta a casa de los soldados. En declaraciones a la cadena de televisión CNN, Murtha expresó su deseo de que el diálogo que el presidente ha ofrecido vaya en esa dirección porque, según él, en Irak EE.UU. se ha convertido «en el enemigo» y «las encuestas indican que los iraquíes 'quieren' que las tropas estadounidenses se vayan».

  • Retirada sin fecha

    Bush, que sin embargo no parece dispuesto a fijar la fecha para una retirada, acusó recibo del descontento de los electores por la situación en Irak, donde la violencia sectaria va en aumento, y donde en octubre murieron 103 soldados estadounidenses -la cifra más alta desde enero de 2005-, lo que elevó a más de 2.800 el número de militares norteamericanos o personal asimilado fallecidos desde que comenzó la invasión en 2003. Horas después, anunció la sustitución de uno de sus más leales colaboradores y el miembro más antiguo de su gabinete, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien desde su puesto, en el que asumió en 2001, fue responsable de la invasión de Afganistán primero e Irak después.

    Bush confirmó la designación al cargo del ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Robert Gates.

    Ahora el presidente deberá conciliar muchas de sus decisiones en sus dos últimos años de mandato con un Congreso en manos de la oposición, que mira con optimismo la posibilidad de recuperar también la Casa Blanca en los comicios presidenciales de 2008, cuando finalizará el segundo período de Bush.
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