28 de septiembre 2019 - 00:01

Crear a "la vieja escuela" y vender en las redes: "Hacé lo que se te ocurra, si te equivocas no importa"

Gustavo Annoni tiene la marca que lleva su apellido con productos elaborados a "la vieja escuela" y, aunque abrió un local en Palermo, vende el 75% de sus creaciones a través de las redes sociales.

Gustavo Annoni.
Gustavo Annoni.

Trabajó durante una década como abogado en un estudio, con posgrado incluido, hasta que de un día a otro lo despidieron. Probó abrir su propio estudio, pero un año después “no le encontraba la vuelta”. Ese fue el clic: “Me chiflé y dije: ´No voy a trabajar más de abogado’”.

Inició un negocio con un amigo en San Antonio de Areco, pero una foto le despertó en la mente una idea surgida desde la nada, sin conexión con sus experiencias previas: ese día se propuso que aprendería a hacer bolsos de cuero. Hoy Gustavo Annoni tiene la marca que lleva su apellido con productos elaborados a “la vieja escuela” y, aunque abrió un local en Palermo, vende el 75% de sus creaciones a través de las redes sociales.

Fue uno de los participantes del programa de capacitación gratuita Impulsá con Facebook, para fomentar la inclusión de pymes y emprendedores en la economía digital, donde dialogó con Ámbito. La historia de un hacedor que hizo camino su camino al andar.

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Gustavo Annoni.
Gustavo Annoni.

Periodista: ¿Cómo empezaste?

Gustavo Annoni: La verdad es que no sé bien cómo empecé con esto, nunca había agarrado una aguja de coser. Un día vi una foto en Internet de unos bolsos que me gustaron y la novia de mi hermano me sugirió hacer un curso. Ahí aprendí a hacer los moldes en cuero, confeccioné un prototipo de cartera que zafaba bastante y la gente me empezó a decir: “Che, eso está muy bueno”.

P.: Y empezaste a tratar de venderlos…

G.A.: Un amigo les sacó unas buenas fotos y armé una página en internet, arranqué con Facebook y algo de Instagram. Iba y venía a Areco para trabajar, y cosía carteras al mediodía, fueron dos años de doble esfuerzo de lunes a lunes. Después de ese tiempo me di cuenta que iba bien, ya vivía de lo que ganaba vendiendo el producto a través de las redes sociales y se me ocurrió poner un local.

P.: ¿Qué le sugerís a alguien que quiere iniciarse como emprendedor?

G.A.: Que primero arme una página en Facebook o Instagram y pruebe si funciona, que no se les ocurra abrir un local. Yo lo necesitaba para salir un poco de mi casa y en cierto punto te puede aportar un poco de presencia a la marca, pero si armas tus redes sociales de forma sólida no es necesario. Yo hago el 75% de mis ventas a través de las redes y a toda la Argentina. Haciendo publicidad en internet, con $600 y una foto llegas a 25.000 personas, es una locura, es más gente de la que pasó por mi local desde que lo abrí. Otra sugerencia es hablar con tus clientes, asistirlos, tratar de que la satisfacción sea completa. Es muy importante prestar atención a eso. Y darle para adelante, porque la clave es trabajar más que lo demás: si en cada paso empezas a dejar que las cosas las haga otra persona por vos, se te va toda la plata.

P.: ¿Qué error no hay que cometer?

G.A.: La clave es hacer todo lo que se te ocurra, si te equivocas no importa. Probar, probar y probar, porque todo se puede arreglar, al final todo se soluciona. El peor error es tener miedo de hacer.

P.: ¿La confección de los bolsos y accesorios es 100% artesanal?

G.A.: Sí, porque trabajo el cuero como lo hacían en el año 1800. Me puedo tirar acá en el suelo con tres herramientas y te hago un bolso: necesito hilo, una aguja y algún elemento para hacer agujeros. Los hago de forma totalmente artesanal, de a uno, y a veces me duelen las manos, la espalda, estoy todo el día martillando, cortando, cosiendo y tirando del hilo. Recién ahora compré una máquina vieja restaurada, del año 1950, que me va a ayudar a hacer los 160 agujeros de cada bolso. La única forma de salir adelante es trabajando y nadie trabaja más que alguien apasionado.

P.: ¿Es la hora de pensar en formar un equipo?

G.A.: Está súper difícil contratar, sobre todo por las leyes laborales. Todos los que pusieron un local te dicen: “Tené cuidado”. Es durísimo, porque a mí me gustaría darle trabajo a gente que está sin laburo, pero me dan terror los juicios y las indemnizaciones, son líos que no quiero tener y tampoco tengo espaldas para bancar.

P.: ¿Cuánto dependes de variables como el dólar y la inflación?

G.A.: Es lo que decía antes: zafo bastante porque laburo todo el día, si dependes de diez proveedores que te hacen los trabajos y te cambian los precios, te matan. En cambio, si a mí el vendedor de cuero me aumentó la materia prima, subo un poco los precios y lo puedo absorber, porque la mayor parte de mi ganancia es mi mano de obra.

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Gustavo Annoni.
Gustavo Annoni.

P.: ¿Cuál será tu próximo paso?

G.A.: Firmé un convenio con un correo privado que me bajará bastante los costos de exportación y los bolsos llegarán más rápido. Me gusta cumplir con los plazos de los pedidos: hace un tiempo mandé uno a Malasia y tardó 60 días en llegar. Ahora por 50 dólares van a llegar a cualquier parte del mundo en una semana. Empezaré por lo más cerca: Brasil, Colombia, Chile, Bolivia y Uruguay, pero todavía tengo que generar el canal de ventas.

P: ¿Y si aparece una buena oferta de un estudio de abogacía?

GA: Una vez que conoces este lado del trabajo y te acostumbras a solucionarte los problemas, te parece una locura estar ocho horas en una oficina con un jefe. Más en momentos complicados como estos. Tengo muchos amigos con problemas de laburo y la pasan pésimo, con estrés y ataques de pánico. No volvería ni loco.

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