Joe Biden tiene tiempo hasta el 19 de agosto. ¿Quiere hacerlo? No. ¿El entorno más cercano -su mujer e hijos- quieren que lo haga? No. ¿Va a hacerlo? No… sabemos.
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Joe Biden, a contra reloj: el recuerdo de la frase racinguista "marquen a los nuestros"
Durante un partido de Racing de Avellaneda en 1998, su director técnico, Angel Cappa alcanzó el parnaso del futbol al gritarle a sus jugadores, que parecían estar haciendo lo posible para que ganara Banfield: “¡Marquen a los nuestros!”. Joe Biden no sabe nada de futbol, pero está hoy en la misma situación que estuvo Cappa, frente al Partido Demócrata y los medios.
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Joe Biden enfrenta una lucha desigual para las próximas elecciones, teniendo que enfrentar a Donald Trump, a una creciente presión de su propio partido que quiere que renuncie a la candidatura y a lo que sería más grave, sus problemas cognitivos.
Si bien era una cuestión que va más allá de los números, según las proyecciones de la agregadora de encuestas 538, hasta el 25 de junio Joe Biden lideraba a Donald Trump por 0.1 puntos en el favoritismo popular (para RCP, Trump estaba 1.3 puntos arriba).
Esos valores, a esa altura del ciclo eleccionario eran inusualmente bajos para un presidente en ejercicio, pero de todas formas colocaban a Biden a un tris de hacerse nuevamente de la Casa Blanca en noviembre.
Pero entonces vino el debacle, perdón, el debate del 27.
Desde que Trump y Biden se enfrentaron el mes pasado en las pantallas de televisión, el sesgo de los votantes en favor de Donald Trump no ha hecho sino crecer de manera ininterrumpida, alcanzando este fin de semana 2.5 puntos (3.3 para RCP), un máximo desde fines de enero.
El diagnostico de un médico “amigo”
Cuando en Agosto de 2020 le preguntaron al candidato presidencial Joe Biden si había realizado algún test cognitivo, paró de cuajo al reportero y le espetó “¡¿Porque diablos debería yo hacerme un test”?!.
Los problemas cognitivos Biden son conocidos al menos desde 2019, cuando durante las primarias de 2019 evidenció algunas dificultades del habla y perdidas en el hilo de sus pensamientos. En aquel entonces, su gente lo achacó a cierto tartamudeo del candidato (aquel 28 de noviembre cumplía 78 años) , fruto del cansancio de la campaña.
De todas formas, para acallar cualquier rumor que pudiera surgir, el 19 de diciembre -ya electo- se sometió a un chequeo médico. La conclusión: sufría de una arritmita leve, algo de colesterol, reflujo estomacal y algunas alergias estacionales. La medicación: tres remedios recetados y dos de venta libre. El escueto informe terminaba afirmando que Joe Biden era una persona “saludable y vigorosa”, “apto para ejecutar exitosamente las tareas de la presidencia”.
El firmante era el Kevin O´Connor, un osteópata y ex mayor del ejército, médico personal de Biden y su familia desde 2009 -de cuando era Vicepresidente de Barak Obama-, quien en febrero de 2001 fue nombrado Medico Jefe de la Casa Blanca al mando de un “staff” de 50 militares profesionales de la medicina.
Tras aquel memo, que pareció más una declaración política que un informe médico, O´Connor afirmó “off the record” que no había ninguna necesidad de efectuarle un test cognitivo al más poderoso de sus pacientes.
Los presidentes norteamericanos no están obligados a informar su estado de salud, si bien esto es algo que suele hacerse, aunque la realidad es que no muestran más que lo que ellos quieran revelar.
En 2021 O´Connor agregó a su informe algo de artritis que podía justificar los problemas en el andar del Presidente pero que no justificaba tratamiento y la hernia hiatal, como causa del reflujo y la carraspera. A esto sumó que el examen neurológico descartaba ACVs, esclerosis múltiple o Parkinson. De la idea de un test cognitivo, nada de nada.
El informe de 2022 fue prácticamente lo mismo, seis páginas comentando lo bien que estaba el Presidente, pero de la idea de un test cognitivo, nada de nada.
En el chequeo de este año participaron especialistas de 10 ramas de la medicina. Se informó que el Presidente había superado la infección de COVID de manera exitosa, y que se le habían extraído algunos melanomas de la piel. Para O´Connor “El presidente sigue siendo apto para el deber y ejecuta plenamente todas sus responsabilidades sin exenciones ni adaptaciones. De la idea de un test cognitivo, nada de nada.
Las asociaciones médicas norteamericanas aconsejan que la gente con algún síntoma inusual de pérdida de memoria, de más de 65 años, se haga uno de estos test, que resultan casi mandatorios para los más de 80 (especialmente en alguien que ya tuvo -dos aneurismas cerebral como Biden). El test, que se utiliza para estimar si se deben realizar otras pruebas mas profundas, no solamente no duele, sino que no toma mas de 10-15 minutos.
De hecho, siendo Presidente, Donald Trump se sometió a una Evaluación Cognitiva de Montreal en 2018 y el Medico de la Casa Blanca, Ronny Jackson, comentó los resultados a la prensa (en Noviembre pasado, lo repitió y su médico personal, Bruce Aronwald lo calificó de “excepcional”).
A pesar de esto, O´Connor que a diferencia de sus antecesores nunca habló con el periodismo, sigue rechazando la idea que Biden sea sometido a una de estas pruebas, lo que lo ha puesto hoy en la mira de los opositores, y especialmente de “los propios” (legalmente no le cabe ninguna responsabilidad por negarse a aconsejar el examen)
Por alguna razón, que no fue informada desde agosto del año pasado, Kevin Cannard, uno de los especialistas más reputados en Parkinson de los EE.UU., visitó la Casa Blanca ocho veces, para reunirse con O´Connor. ¿Hace falta decir que los rumores vuelan?
Los medios se dan vuelta
En agosto de 2022 el FBI allanó la casa de Donald Trump en Mar-o-Lago, Florida , encontrado una serie de documentos clasificados y se le inicio una causa judicial al expresidente (hoy la causa esta pospuestas indefinidamente, y lo más probable que caída luego que la Corte suprema Declarara la inmunidad presidencial).
Si bien la maniobra le venias de perillas a los Demócratas, por las dudas Biden envió a sus abogados para que revisaran sus papeles, no fuera el caso que se encontrara en un atolladero similar. En noviembre de 2022 una serie de documentos clasificados fueron enviados a los Archivos Nacionales y en enero del año pasado el Departamento de Justicia nombró un “consejero especial” -Rober Hur” para investigar el caso.
Este 8 de febrero Hur presentó su informe, que como era de esperarse, declaraba no culpable al Presidente: “la evidencia no establece la culpa del Sr. Biden más allá de la duda razonable”.
Las conclusiones daban para festeja…, pero estaban los argumentos de Hur: “En un juicio, el Sr. Biden probablemente se presentaría ante el jurado, como lo hizo durante nuestra entrevista (se vieron durante 5 horas), como un anciano comprensivo, bien intencionado y con mala memoria”, “sería difícil convencer a un jurado de que debería condenarlo -para entonces un expresidente bien entrados los ochenta años- por un delito grave que requiere un estado mental de plena conciencia”. Biden “ardió”. Pocos minutos después de difundirse el informe realizó una conferencia de prensa en la Casa Blanca fijando su posición, pero por primera vez los periodistas acreditados abandonaron su clásica obsecuencia.
P: “El fiscal especial dijo en su informe que una de las razones por las que usted no fue acusado es porque, según su descripción, usted es un “anciano bien intencionado y con mala memoria””.
JB: “Tengo buenas intenciones, soy un hombre mayor y sé qué diablos estoy haciendo. He sido presidente. Puse a este país nuevamente en pie. No necesito su recomendación”.
P: ¿Qué tan mala es su memoria? ¿Y podrá continuar como presidente?
JB: Tengo tan mala memoria que le dejo hablar (a usted).
P:¿Siente que su memoria ha empeorado, señor presidente?
JB: Mire, mi memoria no ha... mi memoria está bien. Mi memoria: eche un vistazo a lo que he hecho desde que asumí la presidencia. Ninguno de ustedes pensó que podría conseguir ninguna de las cosas que conseguí.
Hay que tomar esa fecha, 8 de febrero, como aquella en que el establishment mediático norteamericano y mundial, que hasta ese momento había hecho hasta lo indecible para minimizar y ocultar los problemas cognitivos de Joe Biden, se “le dio vuelta”.
Un gran error
Se suponía que el “affaire de los papeles” era manejado por “manos amigas” (gente nombrada por Biden, o por los que Biden puso en sus puestos), y que la resolución judicial iba a poder ser utilizada para azuzar el escándalo de Mar-O-Lago en contra de Trump. Pero de repente, no hizo mas que abrir la Caja de Pandora.
La respuesta de los asesores de Biden fue: El presidente tiene que hablar y mostrarse más, para que los norteamericanos viesen que capacidad mental del Presidente estaba incólume. Si bien pasó desapercibido, esto podría haber sido el mayor error en la campaña de Biden.
No hay otra forma de decirlo: Biden es “una maquina” de hacer… disparates, cometer errores y experimentar lapsus de memoria.
Dejemos de lado, cosas como la repetida aseveración que los caníbales se comieron a su tío durante la Segunda Guerra Mundial, que Putin está perdiendo la guerra en Iraq o que Nancy Pelossi sacó la economía norteamericana de la Gran Depresión (1930´s).
En lo que va entre enero y abril de este año, la gente de prensa de la Casa Blanca realizó 118 -en realidad fueron 148- correcciones, aclaraciones o justificaciones a los comentarios, discursos y declaraciones de Biden, en las que confundió a los lideres de varias naciones, daba nombres equivocados a personas, cargos y grupos, o presentaba números o ideas absurdas.
The Economist, un “progre”, disfrazado de “conserva”.
Tal vez el mejor ejemplo del brutal giro que han experimentado los medios lo vemos en las tapas de una de las revistas político-económicas mas prestigiosas del mundo: la inglesa The Economist.
Tradicionalmente liberal en lo económico y de centro derecha en lo social y político, la llegada de “Zanny” Minton Bodes en 2015 al cargo de editora en jefe supuso un giro hacia una posición “Woke”.
Así la revista fue desde un principio una feroz critica a Donald Trump. Cuando este ganó la presidencia en 2016 calificó el hecho como una tragedia para los EE.UU.
Lo que es aun peor lo acusó (algunos dirán que premonitoriamente, por los sucesos de enero de 2020) prácticamente de ser un guerrillero e incendiario
Sobre la política económica, que, según los cánones históricos de la publicación, iban en la línea correcta, la definió como “peligrosa” a pesar de que terminó siendo los suficientemente exitosa como para que el rubio este hoy nuevamente a las puertas de la Casa Banca.
Esto contrasta de lleno con la posición que se tomó ante Joe Biden. La revista se jugo de lleno a hacer campaña por él, como nucas antes se vio
Y cuando ganó la presidencia lo presentó como el hombre que iba a limpiar la administración norteamericana de todas las lacras que había dejado su antecesor.
Incluso apoyaron la política economía de Biden, si bien esta chocaba de frente con todas las ideas que venia sosteniendo la revista desde 1843.
Es por esto que sorprendió la tapa de la primer semana de este mes que, mostrando un “andador” y el sello presidencial, dice: No es la manera de Manjar un país (la nota de fondo se titula: Porque Biden se tiene que retirar (de la campaña presidencial)
Te acompaño hasta la puerta del cementerio, pero en la tumba no me meto
Este jueves (no entra en la estadística anterior) en una entrevista radial Biden dijo: “Estoy orgullosos de ser la primer mujer negra en servir bajo un presidente negro”….
Si hay algún medio que se ha convertido -siempre lo fue- en el vocero de los Demócratas este es el New York Times.
El día después del debate, la editorial del NYT pedía a Biden que diera un paso al costado.
El martes pasado publicaron una nota titulada: “Se dice que los lapsus de Biden están siendo cada vez más comunes y preocupantes”, esto en base a las declaraciones de gente que ha estado en los últimos meses junto al Presidente.
El miércoles subieron la apuesta y publicaron una encuesta por la que Trump superaba a Biden por 6 puntos entre los probables votantes y por 8 puntos entre los registrados.
Este sábado, ante una entrevista realizada por ABC, le aplicaron un “Fact Check” en el que calificaron sus respuestas de exageradas, faltas de contexto y engañadoras.
Axios.com, un medio tradicionalmente pro-Demócrata y que el año pasado resaltaba constantemente el “vigor” de Joe Biden, el miércoles pasado, lo presentó como un títere en manos de su esposa, Jill Biden, su hermana Valerie Biden, su amigo Ted Kaufman y un grupo de asesores en la Casa Blanca, a los que definió como “la oligarquía”.
NBC, otro medio de los azules, develó que el hijo del presidente, Hunter -quien no tienen cargo oficial alguno y el mes pasado fue condenado por intentar comprar ilegalmente un arma y mentir sobre su posesión de drogas, a más de una serie de escándalos por nepotismo y corrupción-, integró en más de una reunión cumbre en la Casa Blanca sin ningún justificativo.
Es claro que los medios están presentando un panorama negrísimo, que excede a lo que muestran los propios republicanos y los medios independientes. La pregunta de fondo es: ¿obedece esto a elementos que no conocemos o se trata de forzar la renuncia del Biden candidato?
Los aliados dudan
El temor de los demócratas es que la derrota de Biden -y los números de las encuestas han comenzado a apuntar en este sentido- sea tal que los haga perder la mayoría en el Senado y no les permita recuperar la Cámara Baja.
El sábado el senador Mark Warner comenzó a armar un grupo de senadores para tratar de convencer a Biden que renuncie a su candidatura, lo que discutirán este martes.
En una reunión convocada ayer por el líder de la Cámara Baja a los jefes de las comisiones, los diputados Jim Himes y Mark Takano -que se suman a otros cinco diputados que ya lo hicieron de manera pública-, pidieron que el presidente de un paso al costado.
Biden pasó este fin de semana llamando y visitando distintos miembros del Congreso, prometiéndoles no renunciar y redoblar sus esfuerzos de campaña, buscando abroquelarlos en su alrededor.
Mientras tanto, la gente de la campaña -que decidió minimizar las entrevistas “cara a cara” y circunscribirlas sus más fervientes adeptos/entrevistadores- está tratando “a toda máquina” de demostrarle a los norteamericanos que su presidente esta mentalmente apto.
Este sábado le efectuaron dos entrevistas radiales. En la primera, una radio de Wisconsin el locutor recibió de antemano las cuatro preguntas que podía hacer y que eran “no negociables”. La segunda, una radio de Filadelfia, fue algo más flexibles, la locutora podía elegir cuatro -avisando cuales- de una lista de ocho preguntas.
Nada nuevo y que no ocurra también en nuestro medio, pero es algo de lo que “no se habla”, así que la revelación resultó en un escandalete.
La gota que colmó el vaso de agua
El debate del 27 de junio fue la gota que colmó el vaso. La gente de Biden, dijo que el Presidente había tenido una mala noche, que estaba resfriado y no había tomado medicación, que estaba afectado por el “jet lag” de sus últimos viajes (¿dos semanas atrás, y después de 6 días de semi-descanso en Camp David?), tratando de instalar que su mala performance había sido una “eventualidad” y no el reflejo de una “condición” (Nancy Pelossi es quien lanzó este planteo como legítimo). Nadie lo tomó en serio.
Que Trump ganó el debate no está en discusión. Entre el “antes” y “después” su imagen saltó 3 puntos en la preferencia de los votantes. No tanto porque su presentación y argumentos fueran superiores a los de Biden, que lo fueron, sino porque cuando tuvo la oportunidad de “matar” a su rival, no lo hizo. Esto, que casi parecía un acto de magnanimidad, fue especialmente significativo para los votantes independientes. De todas formas, en el agregado, solo el 43% de los norteamericanos tienen una imagen favorable de él, algo prácticamente invariable en los últimos cuatro años.
Que Biden perdió el debate no está en discusión. El problema es que la perdida no fue tanto entre los votantes independientes, sino entre los propios. Así, la ola dentro del partido que venía creciendo en su contra desde febrero, se convirtió en una inundación y quien hasta entonces lideraba las chances de un triunfo Demócrata pasó a ser visto por los propios como su mayor lastre.
El eje de la campaña cambió entonces de intentar convencer a los “independiente,” a tratar de evitar que los “propios” no vayan a votar por quien ahora veían como un viejo decrépito y tratar de frenar las voces internas que están reclamando -ante lo que se ve como una derrota segura- que dé un paso al costado.
Durante la administración Trump, los demócratas intentaron dos veces introducir leyes que crearan una comisión independiente de médicos y políticos retirados, capaz de juzgar la salud física y mental del Presidente y declararlo inapto, para aplicar la enmienda 25 y forzarlo a renunciar. Apenas asumió Biden este proyecto desapareció de la vista y seguramente más de un líder demócrata se arrepiente hoy de ello.
Kamala, una candidata con las manos atadas
En el partido Demócrata no existe un procedimiento explicito para cambiar los candidatos a presidente ni para que los lideres del partido lo remuevan. Biden tendría que renunciar de manera voluntaria y habría que convencer en privado a los 4,000 delegados que van a la convención que apoyen al nuevo candidato.
La candidata natural es entonces la vicepresidenta Kamala Harris, pero en este juego está en una posición incómoda y lo más probable es que no vaya a mover un dedo. Cuando asumió en 2020 lo hizo con la evidente esperanza de convertirse en la primer mandataria, ante un retiro anticipado de Biden. Esto no ocurrió.
Hoy, si el presidente decide no renunciar y percibe que ella hace algo sin su anuencia, la puede dejar de lado para el nuevo mandato, lo que acabaría su carrera política.
Si se porta bien y los Demócratas conservan la Casa Blanca, las chances que Biden no llegue a finalizar su segundo mandato en 2028 -tendría entonces 86 años- y que ella asuma, crecieron astronómicamente (en el mundo solo Malawi, Zimbabue, Túnez y Cameron, han tenido presidentes más viejos).
Finalmente, si se mantiene en el molde y el octogenario decide dar voluntariamente un paso al costado y apoyarla, es difícil que el establishment demócrata no la escoja para reemplazar a su jefe.
Casi lo que se dice una posición “win-win” (el otro candidato, pero allá lejos, es Barak Obama). Claro que para esto Biden o ella -que esta un par de puntos debajo de su jefe- deben ganarle la presidencia a Donald Trump lo que, según las casas de apuesta, en estos momentos parece improbable.
Una segunda oportunidad y Dios
Biden puede -si sigue siendo el candidato demócrata- y seguramente lo hará, mejorar su performance en el próximo debate, el 10 de septiembre. Pero más que un triunfo dialéctico, lo que necesita es convencer a los votantes que su edad no es un problema (en 2020 36% de los norteamericanos decían que estaba demasiado viejo para el cargo, el mes pasado era el 69%, ahora es el 74%) y lo que es aún más importante, si es que está y estará mentalmente apto para gobernar la mayor potencia del mundo.
Por ahora las señales son que no quiere dar el brazo a torcer y seguirá siendo “El Candidato”, pese a las presiones de todo tipo, desde los grandes donantes como Disney, hasta famosos como Stephen King.
El viernes temprano, en un evento -ultracuidado- de campaña arrancó bromeando:
"Probablemente hayan oído que tuvimos un pequeño debate la semana pasada",. "No puedo decir que fue mi mejor actuación. Pero desde entonces, ha habido mucha especulación. ¿Qué va a hacer Joe? ¿Se quedará en la carrera? ¿Se va a retirar? ¿Qué va a hacer?". "Bueno, aquí está mi respuesta: me postulo y voy a ganar de nuevo",
Por la tarde, dió su primera entrevista televisiva desde el debate.
A la pregunta de si se había hecho algún test cognitivo, la respuesta fue "No. Nadie dijo que tenía que hacerlo. Nadie lo dijo. Dijeron que estoy bien".Cuando se le inquirió si estaría dispuesto a someterse a una evaluación médica independiente que incluyera pruebas cognitivas y hacerlas públicas empezó a enojarse: " Mira. Me hago una prueba cognitiva todos los días. Todos los días me hago esa prueba. Todo lo que hago. Sabes, no sólo estoy haciendo campaña, sino que también dirijo el mundo”.Cuando por tercera vez se le preguntó si estaría dispuesto a tener una evaluación médica independiente la respuesta fue: "Mírenme, todavía queda mucho tiempo en esta campaña. Hay más de 125 días".
Sobre las encuestas su respuesta fue: “Creo que está en... todos los encuestadores con los que hablo me dicen que es empate. Es un empate. Y cuando estoy detras, solo hay una encuesta en la que estoy muy atrasado: CBS Poll y NBC.
Cuando el periodista le preguntó si renunciaría en caso de que lo convencieran qué no podía derrotar a Donal Trump, su respuesta, con una risa, fue “Depende de... si el Señor Todopoderoso baja y me dice eso, podría hacerlo”.
Este domingo en Misa el pastor Louis Felton habló de la historia bíblica de José, el hijo de Jacob, quien fue vendido por sus hermanos por 20 piezas de plata, en clara referencia lo que le está ocurriendo a Biden dentro del partido. Tras el sermón, el Presidente afirmó “Honestamente, ante Dios, nunca he sido tan optimista sobre el futuro de los norteamericanos, si nos mantenemos unidos”.
Por ahora no renuncia.
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