1 de octubre 2025 - 10:48

Argentina 2025: ¿camino a un déjà vu de 1989 y 2001?

Con ecos de las crisis de 1989 y 2001, el gobierno de Javier Milei enfrenta una tormenta de mercado y tensiones políticas en vísperas de las elecciones legislativas. Pese al salvavidas financiero de Estados Unidos, la fragilidad fiscal, la caída de la recaudación y la falta de una coalición sólida reavivan el fantasma de un colapso económico e institucional.

Milei, en un momento álgido para su gobierno.

Milei, en un momento álgido para su gobierno.

Presidencia

La historia económica y política argentina parece oscilar entre episodios de euforia y derrumbe. En 1989, el colapso de la presidencia de Raúl Alfonsín anticipó la entrega del poder en un contexto de hiperinflación y descontrol de los mercados. En 2001, Fernando de la Rúa enfrentó un proceso de deterioro acelerado que, pese a contar con un “blindaje” financiero de u$s20.000 millones otorgado por Estados Unidos, no pudo evitar el default, la corrida bancaria y el colapso institucional. Hoy, finalizado septiembre de 2025, el gobierno de Javier Milei enfrenta un escenario inquietantemente parecido: derrota electoral anticipada en Buenos Aires, un salvavidas financiero de magnitud similar proveniente del Tesoro estadounidense y un mercado en tensión, con volatilidad cambiaria, caída de acciones S&P Merval, subas del dólar nuevamente, disparada del riesgo pais y riesgos de gobernabilidad.

Este artículo sostiene que, de no mediar un cambio estructural en las próximas semanas y meses, Argentina podría estar encaminándose a una nueva crisis de magnitud comparable -o incluso superior- a las de 1989 y 2001. El análisis se apoya en las cifras fiscales y financieras actuales, en la dinámica política de cara a las elecciones de medio término del 26 de octubre, y en las lecciones históricas de los episodios anteriores.

El espejo de 1989 y 2001

En mayo de 1989, Alfonsín sufrió una derrota electoral que precipitó el final de su mandato. La falta de apoyo inmediato de Estados Unidos para sostener reservas internacionales desató una espiral inflacionaria y cambiaria que terminó en una entrega anticipada del poder. Luego De la Rúa recibió un paquete de asistencia de veinte mil millones de dólares del Tesoro estadounidense, el denominado “blindaje”. Si bien logró postergar el default durante un año, la derrota en las legislativas de octubre de 2001 lo dejó sin sostén político ni financiero. El colapso fue inevitable y culminó con su renuncia en diciembre.

Hoy, Milei enfrenta la misma ecuación: derrota electoral parcial en la provincia de Buenos Aires (7 de septiembre de 2025), asistencia financiera estadounidense por unos veinte mil millones de dólares y una elección legislativa crucial en apenas 26 días. Como en los casos anteriores, el dilema central es si esa ayuda será suficiente inmediata para evitar una corrida de mercado y un colapso político-institucional.

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Cavallo, el ministro de Economía de la crisis en 2001.

Cavallo, el ministro de Economía de la crisis en 2001.

Cifras clave del presente

El contexto macroeconómico muestra luces y sombras. El anuncio del secretario Bessent de que el Tesoro de EE. UU. negocia una línea de swap por veinte mil millones de dólares con el BCRA supone una señal de respaldo, incluso superior al actual acuerdo con China (18 mil millones, de los cuales cinco mil millones ya fueron utilizados). A su vez, el Tesoro norteamericano se comprometió a comprar deuda pública argentina, tanto en el mercado primario como en el secundario, facilitando liquidez en vísperas electorales.

Las cifras fiscales muestran un superávit primario de 1,2 mil millones de dólares hasta agosto, incumpliendo la mayoría de las partidas del último presupuesto, equivalente al 1,3% del PBI, pero ya por debajo del 1,5% de 2024. El saldo fiscal principal fue de 290 millones de dólares (0,4% del PBI). En términos de 12 meses, el superávit primario alcanzó el 1,6% del PBI, mientras que el fiscal principal fue del 0,4%. Sin embargo, la recaudación real cayó un 2,7% interanual en agosto y un 6,3% intermensual (JP Morgan, 2025). La baja fue generalizada: (-38%) en impuestos al comercio exterior, (-12,3%) en tributos a la actividad económica y (-2,4%) en seguridad social.

El gasto público acompañó la contracción (-6,4% intermensual), con mínimos históricos en gasto de capital, reducción del 19% en transferencias sociales respecto al promedio 2017-2023, caída del 27% en consumo público y recorte del 61% en subsidios económicos. El superávit proyectado para 2025 se revisó a la baja, al 1,5% del PBI, tras la eliminación transitoria de retenciones al agro que implicó una pérdida de 1.500 millones de dólares en ingresos (0,2% del PBI).

En materia cambiaria, el BCRA logró acumular 12 mil millones de dólares en los primeros cuatro meses de 2024, gracias a la recesión y al pago en cuotas de importaciones. Según estimaciones, con un tipo de cambio real entre 1.470 y 1.700 pesos por dólar, el sector público podría comprar unos 6 mil millones de dólares anuales (0,9% del PBI). Sin embargo, esta acumulación es frágil frente al calendario de vencimientos externos y la incertidumbre política.

Gobernabilidad en jaque

La gobernabilidad es otro punto de fricción. Hasta septiembre, Milei dictó 71 DNU y presentó 33 proyectos de ley, con diez vetos (nueve totales). Tres de esos vetos fueron rechazados por el Congreso el 17 y 18 de septiembre, desencadenando turbulencias en los mercados. En el Senado, la oposición amenaza con conseguir los dos tercios necesarios para revertir más vetos, incluidos los vinculados a salud y universidades. La coalición oficialista carece de mayoría en ambas cámaras y apenas aspira a un tercio de Diputados tras las elecciones, suficiente para sostener vetos, pero insuficiente para aprobar leyes de fondo sin alianzas.

Estados Unidos, como en 2001, condiciona su apoyo a tres elementos: ganar las elecciones de octubre, armar una alianza política con sectores dialoguistas (PRO, Pichetto, López Murphy y gobernadores del “tercer espacio”) y reducir la influencia de China, desarmando el swap vigente en yuanes. La disputa electoral y la presión geopolítica agregan combustible a un escenario de alta vulnerabilidad.

Milei viaja otra vez a ver a Trump en solo una semana porque se encuentra en una encrucijada histórica. El salvavidas estadounidense, las ligeras cifras fiscales positivas y la moderación de la inflación de alimentos-si sale rápido el salvataje- otorgan oxígeno en el corto plazo. Sin embargo, el deterioro de la recaudación, la fragilidad del gasto social y la ausencia de una coalición política estable replican, casi en espejo, los patrones de crisis de 1989 y 2001.

Si la elección de medio término del 26 de octubre desemboca en una derrota significativa, el riesgo de un descontrol financiero y un colapso político se vuelve inminente. Argentina podría entrar nuevamente en el círculo vicioso de pérdida de reservas, corrida cambiaria y fractura institucional. La historia enseña que los blindajes externos no sustituyen la gobernabilidad interna. La magnitud de la crisis potencial, de no corregirse el rumbo, podría ser igual o mayor que la de los episodios que marcaron las últimas cuatro décadas. El déjà vu está a la vista: el desenlace dependerá de si el gobierno logra capitalizar el apoyo externo y construir consensos políticos antes de que la dinámica de los mercados y de la política lo arrastre hacia un desenlace ya conocido.

*El autor es Doctor en Ciencia Politica, en YouTube: @DrPabloTigani, en X: @pablotigani

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