9 de diciembre 2004 - 00:00

"La caída del dólar es manejable"

(El especialista en mercados internacionales, personificado como Gordon Gekko, de la película «Wall Street», considera que salvo que ocurra algo importante, Estados Unidos no va a intervenir para frenar la caída del dólar, aunque llegue al nivel de u$s 1,45 por euro. Este fue el diálogo que mantuvo con este diario.)

La caída del dólar es manejable
PERIODISTA: La ópera del dólar débil gana en dramatismo. Los doce ministros de Finanzas de la eurozona entraron en escena alarmados por lo que denominaron «excesiva volatilidad y movimientos desordenados» de las divisas.

Gordon Gekko: Jean Claude Trichet -el presidente del Banco Central Europeose retrató junto a ellos en Francfort.


P.:
Es una postal que revela suma preocupación por el ascenso descontrolado del euro.

G.G.: Tanto como impotencia.


P.:
¿Cree que Estados Unidos prestará atención? Sobre todo cuando las relaciones entre Europa y EE.UU. no son las mejores luego de Irak.

G.G.: Créame que se nota. Pero aún si fueran buenas -con Japón, por ejemplo, son excelentes; la verdad, gracias a China, son mucho mejores que en tiempos de Bill Clinton-, el hecho es que la definición de la política cambiaria es de prescindencia. Un enfoque de manos libres.


P.:
Que el mercado decida.

G.G.: Todos los comunicados del G-7 giran en torno a ese punto central. Sin excepción. Por lo menos hasta que las decisiones del mercado no perturben sobremanera la marcha de los bonos y las acciones.


P.:
¿Vía una pronunciada suba de tasas de largo plazo?

G.G.: O, como ya experimentamos en octubre de 1987, a través de una caída vertical de la Bolsa.


P.:
Un periódico alemán, el «Boersen Zeitung», publicó el fin de semana -como «off the record» atribuido a un alto funcionario del Tesoroque EE.UU. empezaría a considerar una intervención recién en la zona de 1,45 contra el euro.

G.G.: Si primero algo importante se rompe; entonces, tomará cartas en el asunto antes de tocar ese nivel. Mire, la idea de que hay niveles preestablecidos de intervención tiene más sentido para Europa o Japón que para EE.UU.Y, sin embargo, esos umbrales críticos se han ido franqueando uno a uno sin hallar la esperada oposición por parte de los bancos centrales. Lo que distingue este episodio de caída del dólar de sus predecesores es, precisamente, la ausencia de intervención.


P.:
¿Cómo se entiende?

G.G.:Aprendizaje, tal vez. El Banco de Japón se habrá cansado de proveer almuerzos gratis a la comunidad de inversores.


P.:
Esa prescindencia parece una receta para provocar una caída libre del dólar.

G.G.: Es una invitación a la exageración, a una sobrerreacción. ¿Quién levantaría la mano hoy pensando que el dólar va a subir? Y, le recuerdo, sin embargo, que ésa era la postura dominante a mediados de año cuando la Fed comenzó a ajustar las tasas de interés en alza. A pesar de que el déficit de cuenta corriente, el déficit fiscal y todo ese berenjenal lucían tan exuberantes como ahora.


P.:
Si la caída del dólar entró en el terreno de la exageración, es más factible que la intervención pueda tener éxito.

G.G.: No hay dudas. Además de ser mucho más económica: sólo hay que elegir con cuidado el momento de producir el disparo. En ese sentido, me parece que la situación, en el fondo, es manejable.


P.:
¿Por qué cree que EE.UU. adopta esta tesitura indiferente ante un problema que resulta tan irritante?

G.G.: Se podría achacar a la personalidad de Bush pero lo cierto es que obra una larga tradición. «El dólar es nuestra moneda, pero es su problema.»Ya lo decía John Conally cuando ocupaba la Tesorería en los tiempos en que crujía Bretton Woods. Se debe entender, además, que la política del dólar débil ( oficialmente denominada de dólar fuerte por los secretarios O'Neill y Snow) funciona como una herramienta de política exterior. Ha sido la manera más eficaz, y por varios cuerpos, de inducir a terceros países a tomar un compromiso con estrategias más decididas de estímulo macro.


P.:
¿Cómo es eso?

G.G.: Tiene un nítido ejemplo esta semana. El Banco Central de Canadá, luego de subir las tasas de interés en setiembre y octubre, prefirió dejar pasar su última reunión sin introducir modificaciones ante la ostensible fortaleza de su moneda. Piense en el Banco Central Europeo. ¿Qué margen tiene hoy para pensar en un retoque de tasas?

P.: Ninguno. Los políticos pondrían el grito en el cielo.

G.G.: Sin embargo, en setiembre, antes que se precipitara la avalancha contra el dólar, el escenario favorito de los analistas contemplaba un aumento de tasas de interés antes de que finalizara el año.

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