4 de julio 2002 - 00:00

Cambia gabinete, se va Vanossi

Eduardo Duhalde despidió ayer al radical Jorge Vanossi del Ministerio de Justicia para reemplazarlo por el bonaerense Juan José Alvarez, quien retendrá el área de Seguridad. Vanossi es el responsable de la pelea con la Corte, y Alvarez deberá cerrar ese conflicto y asegurarle paz judicial al Presidente cuando deje su cargo. Además actuará en el nivel ministerial para diferenciar al gobierno nacional respecto del garantismo de Juan Pablo Cafiero en Buenos Aires en el tratamiento del conflicto piquetero.

Cambia gabinete, se va Vanossi
Eduardo Duhalde precipitó ayer la primera movida de la transición de la transición: despidió a Jorge Vanossi del Ministerio de Justicia y lo reemplazó por el abogado de Malvinas Argentinas (vive en el Tortugas Country Club), Juan José Alvarez. Cree que lo ayudará a enfrentar los dos problemas clave de su mandato: piqueteros y juicio de la Corte.

Lo adelantó anoche a los gobernadores peronistas que lo visitaron en Olivos como prenda de amistad en tanto que promesa de reparto de nuevos cargos en el gabinete que lo acompañará de vuelta a casa.

Este cambio del equipo de ministros, como publicó ayer este diario, lo empezó a discutir durante las últimas 48 horas el presidente designado como consecuencia de la decisión de adelantar las elecciones presidenciales para el 30 de marzo. Busca no sólo rodearse de amigos fieles en esta última etapa de su gobierno, algo que podría provocar el alejamiento de otros funcionarios radicales como Horacio Jaunarena, que anoche debió desmentir la renuncia. También destrabar los problemas centrales de su gobierno:

• «Juanjo» Alvarez retendrá el área de Seguridad que hoy atiende como secretario presidencial, desde ahora fusionada con Justicia. Es una novedad esta mezcla de quien reprime con quien juzga pero transmite una señal poderosísima hacia adentro y hacia afuera del gobierno en un país que danza al ritmo de las consignas piqueteras. Por un lado, marca una diferencia ideológica sustancial con el rumbo garantista que imprimió a esta cuestión Felipe Solá al designar como ministro de Seguridad a Juan Pablo Cafiero. Este nombramiento no ha gustado nada en el círculo íntimo del duhaldismo que ha preferido siempre identificarse con la línea dura que avaló en su momento Carlos Ruckauf cuando era ministro el propio Alvarez.

• Vanossi
había intentado erigirse en las últimas horas en el adalid de alguna forma de mano dura al alardear de que el gobierno podía controlar a los piqueteros actuando con dureza pero sin producir víctimas. «Ahora se quiere dividir al gobierno entre duros y blandos y he quedado en el lado de los duros», reflexionó hace algunas horas con un colega de gabinete y dormía sobre el inminente despido del gobierno.

Pero la misión suprema de Alvarez es ahora cerrar la principal herida política del gobierno, la pelea con la Suprema Corte de Justicia. Esta querella mostró además la principal debilidad de la gestión de Vanossi. Había llegado al gabinete como un hombre experto en Corte, poder en el cual había sido secretario letrado y donde es una estrella en el estrecho club de los litigantes en el caso federal. Contaba además con la amistad personal de algunos de sus miembros, pero en menos de un mes liquidó ese capital que lo había llevado al cargo.

Fue el animador de la torpeza más grande de este gobierno, que fue promover el juicio político contra la Corte con el solo propósito de acompañar la música de las encuestas y desviar el objetivo de los cacerolazos del verano caliente. Aconsejó mal a Duhalde en no sacarse la foto de familia que pedían los ministros del tribunal. Se confió en poner en la Ley de Emergencia Económica la cláusula que enviaba a la Corte todos los reclamos presentados por ahorristas del «corralito», sin haber acordado antes con ese tribunal que le daría al gobierno una mano para frenar el goteo de depósitos por los amparos concedidos por los jueces.

En la jornada previa a la firma de la célebre acordada del 1 de febrero que declaró la inconstitucionalidad del «corralito» calentó los ánimos en Olivos aconsejando al Presidente el discurso de aquel viernes que arruinó esa acordada, con la idea de que pidiera por la cadena nacional una renuncia masiva de la Corte. La acordada de la Corte fue la estocada que signó el fracaso del gobierno de Duhalde y nunca Vanossi pudo enmendar ese desastre. Su reemplazo por Alvarez, en la visión de Duhalde, abre la posibilidad de un diálogo que el ministro renunciante no tiene con los magistrados del alto tribunal. El versátil «Juanjo» está confiado en que le sobra cancha para sentarse a explicarles a los ministros de la Corte que el voto del próximo 10 en el recinto de los Diputados refleja en serio la voluntad del gobierno de terminar la pelea.

Esto es clave para Duhalde, pero no tanto por el «corralito», tema que cree deben ayudar a solucionar ahora los candidatos a presidente. Con una fecha cierta de salida del cargo, el Presidente siente el escalofrío del que se va en un país en el cual los perdedores van presos, con pruebas o sin ellas, como lo han demostrado Carlos Menem o Domingo Cavallo. Qué suerte puedo correr yo, piensa en soledad el designado, si Menem que era amigo de la Corte terminó preso.

• Alvarez
es un abogado que estudió en la Universidad Católica Argentina espaciadamente, lo cual le hizo ser sucesivamente compañero de estudios y después alumno de, entre otros, Oscar Salvi y Alberto Piotti. Despuntó antes de 1989 como un proyecto duhaldista para enfrentar, sin suerte, al menemista Juan Carlos Rousselot en Morón. En 1989 estuvo en la obra social del Congreso cuando Duhalde era vicepresidente; pasó por una Dirección de Fronteras en el Ministerio de Defensa de Humberto Romero. Siguió como director del Banco Provincia (es experto en Derecho Monetario), logró luego que le crearan el partido de Hurlingham para ser intendente. Fue fugaz funcionario de seguridad con León Arslanian con Duhalde gobernador y regresó después con Ruckauf, cuando capotaron Aldo Rico y Hugo Verón en esa misma función. Siempre se dio tiempo para mantener el culto a su tío, el inolvidable Tito Lusiardo.

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