7 de abril 2005 - 00:00

Duro traspié de Banfield ante Tigres

Perdió Banfield con tres goles de diferencia en favor del mexicano equipo de Tigres. Un traspié doloroso porque lo complica (aunque no lo saca) en la carrera de lograr la clasificación. Más, si se piensa que la derrota la tiene que asumir en un partido raro, soportando un gol prematuro en su contra y dos expulsados que daban terreno como para la goleada.

El partido mostró dos facetas diferentes. Unos veinte minutos durante los que los dos equipos parecieron plantarse en el terreno como para medir lo que tenía cada uno: fútbol, despliegue, capacidad individual y colectiva, dinámica para generar juego y llegar al resultado. En ese lapso ganó el equipo mexicano. Fue algo más, con más volumen futbolísticos, de pronto con mejores argumentos. Hasta que llegó la controvertida expulsión de Cervera.

Nervios en Banfield, búsqueda rápida para un reacomodamiento en el terreno y una gran voluntad para tratar de llegar al arco de Rodríguez con alguna peligrosidad. Lo hizo con cuentagotas y con mucho fervor y sacrificio. Un gol de diferencia no era tanto como para no jugarse con algún centro o alguna pelota parada. Sin embargo, todo se derrumbó cuando Tavio cometió un error si se quiere infantil: Banfield, que estaba perdiendo, quedó con dos hombres en las duchas.

Tal vez demasiado para un equipo que parecía haber perdido la identidad futbolística de la que siempre hizo gala, y los jugadores de Tigres sólo tuvieron que esperar, superpoblar la zona media con mucha gente y tras cualquier rebote partir rápido a manera de contraataque. El segundo gol ya había pegado como un mazazo sobre la débil estructura del equipo local y ni hablar con el tercero.

Se podría decir que el partido terminó cuando nuestro conocido Sixto Peralta empujó la pelota a la red por tercera vez. La pelota quedó como patrimonio de los mexicanos, pero que a esa altura no mostraban ninguna actitud como para ir más allá de lo necesario y Banfield jugó sus últimas cartas más movido por un envión anímico que provenía de las tribunas y tocaba la vergüenza individual que por fútbol. El partido había terminado bastante tiempo antes.

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