8 de julio 2002 - 00:00

Pedir más era exageración

Pedir más era exageración
Decir que David Nalbandian perdió ayer la final de Wimbledon ante el australiano Lleyton Hewitt (el número uno del mundo) es -a esta altura-apenas un detalle, teniendo en cuenta la trascendencia de lo logrado por el jugador en el césped del All England Club, con ser el primer argentino que accede a esa instancia.

Esta vez, la ovación que le brindaron en el estadio central le hizo tomar a Nalbandian real dimensión de su logro, y le devolvió la sonrisa a un rostro triste -que es condición natural luego de una derrota por 6-1, 6-3 y 6-2- en la final del torneo más importante del mundo.

Recién entonces, cuando alzó el trofeo, el joven oriundo de Unquillo, pareció comprender que escribió un capítulo importante en la historia grande del tenis, y se permitió disfrutar de ese momento incomparable en esa «catedral», donde marcó un hecho histórico y -de pronto-irrepetible por largo tiempo, aunque nadie lo quiera.

Las casi dos horas de juego, interrumpidas dos veces por la lluvia, fueron dominadas por Hewitt con un juego sólido, contundente y de alto nivel que se reflejó en el marcador. El número uno del mundo sacó a relucir su talento y su envidiable capacidad física para llegar a todas las pelotas y pegarle siempre con precisión y justeza. Así consiguió su primera corona en Wimbledon, la segunda en un torneo Grand Slam, y -además-le devolvió a Australia un título que se le negaba hace 15 años (la última vez había logrado Pat Cash).

«Gracias a toda la gente, a todos los que estuvieron a mi lado. Felicitaciones a Lleyton que jugó muy bien. Espero volver el año que viene por segunda vez y ganar la final», comenzó diciendo (en inglés) Nalbandian, en la ceremonia de premiación. Luego de recibir -de manos del duque de Kent-el cheque por 399.750 dólares (del que reseñó risueñamente: «No lo voy a depositar en un banco argentino») y una reluciente bandeja plateada, Nalbandian cerró sus declaraciones diciendo: «Papá, mamá, los quiero mucho».

Nalbandian también recibió el elogio de su vencedor, quien tras felicitarlo, lo calificó como «un joven McEnroe».

Tras la final de singles masculino,
Paola Suárez se presentó en el court central para disputar el partido decisivo del dobles femenino. La argentina, en pareja con la española Virginia Ruano Pascual, cayó en dos sets (6-2 y 7-5) ante las hermanas Venus y Serena Williams.

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