«Un lugar en el mundo» (Argentina, 1992; habl. en español, subtit. en castellano close caption). Dir.: A. Aristarain. Int.: J. Sacristán, F. Luppi, C. Roth. AVH.
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Cuando en muchos casos se ha olvidado la historia, la narración que debe estar en la base de cualquier cosa que quiera contarse, es bueno que aparezcan ediciones digitales de algunos de los mejores productos de la cinematografía vernácula. Adolfo Aristarain parece un privilegiado en ese sentido, con tres de sus obras disponibles en formato DVD («La parte del león», «Tiempo de revancha» y la que acá comentamos).
Rodada en los bellísimos paisajes de la provincia de San Luis, «Un lugar en el mundo» gira en torno de un grupo de «derrotados», seres que son mucho más que perdedores en el sentido clásico, porque han tenido la presencia de ánimo para dar batalla, pese al resultado adverso. Mario (Federico Luppi), su esposa (Cecilia Roth) y su hijo se han instalado en un pequeño pueblo que vive de la lana. Exiliados en su propio país, inducen a los lugareños a formar una cooperativa con la ayuda de una monja (Leonor Benedetto), preocupada por quienes viven en la pobreza. Obviamente, este es el nudo del conflicto pero no su razón de ser, ya que pese a las referencias políticas explícitas, «Un lugar en el mundo» se ubica casi en las antípodas: las profundidades del alma humana y sus necesidades. Esta edición digital, complementada con entrevistas a sus principales protagonistas, es mucho más que un homenaje al gran realizador argentino: es la posibilidad de un respiro, de detenerse a reflexionar sobre qué es lo realmente importante para cada uno de nosotros.
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