9 de agosto 2007 - 00:00
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A.M.: Así es, justamente allí reside el problema. Lo que se necesita es más producción, más rodajes, más películas. El marco legal, la cuota de pantalla, etc. pueden ser todo lo benéficas que se quiera, pero si sólo hay dos o tres películas al año nada se puede hacer.
P.: ¿Hay especialización docente en cine infantil?
A.M.: Ahora sí, pero hasta 2003 no existía esa cátedra que fundé yo. ¿Cómo se podía pretender un cine nacional para chicos con continuidad y tradición y sin educación? Esa cátedra se inició en la carrera de Imagen y Sonido en la UBA y, el año pasado, en el Enerc (Escuela de realización cinematográfica del Incaa) ya inicié cuatrimestralmente una materia similar, Cine y TV para niños. Esa cátedra, que junto con la otra no sólo son únicas en el país sino en todo el mundo, funciona como banco de datos de proyectos de todo tipo. Y ya ha dado resultados más que brillantes.
P.: ¿Por ejemplo?
A.M.: «El ratón Pérez», por ejemplo, salió de allí. Fue la propuesta de uno de mis alumnos. A nadie se le había ocurrido, hasta entonces, relacionar la leyenda del ratón con la posibilidad argumental de una película. Esa idea, repito, la tuvo un alumno mío. En primer lugar, yo había asumido personalmente la decisión de hacer la película con medios independientes. Más tarde, la tomó una productora grande. Pero no me molestó, al contrario. Me puso feliz de que esa idea se hubiese concretado finalmente en algo real, y de éxito indudable, continuado hasta ahora en teatro.
P.: ¿Cuáles son los errores más frecuentes cuando se trabaja en cine para niños?
A.M.: Suele confundirse el cine de animación con el cine para niños, y es muy importante diferenciar las dos ideas, separarlas. Animación no significa niñez, de hecho, el cine de animación para adultos es un género muy específico. En «Nahuel», por ejemplo, hemos mezclado tres posibilidades: el cine de acción real con el cine de animación y los títeres.
P.: ¿Cómo es básicamente la idea?
A.M.: Se trata de una película integradora, y no sólo en lo que se refiere a técnicas. Fusiona lo urbano con lo rural, las culturas aborígenes con las culturas ciudadanas. Es la historia de un chico que busca a su madre, y en esa travesía lo acompaña un gato, que encabeza una murga gatuna. En un tacho de basura descubren un libro mágico, de imágenes troqueladas, que los transporta imaginariamente a otras zonas del país, como para dar pie al contacto de Nahuel con las culturas aborígenes. Se han trabajado leyendas guaraníes, onas, mapuches y collas. En la selección se tomaron en cuenta dos variables : que correspondan a diferentes zonas geográficas, y que relaten historias entretenidas y de diferentes características temáticas: guerra, de amor, de competencias, de fauna.
P.: ¿Tuvo algún modelo de referencia?
A.M.: En especial, el de mi admirado Jim Henson, creador de los Muppets. Hemos combinado sus enseñanzas con técnicas de animación en 2D y de Stop Motion por «recortes». Victor Depilla, del Teatro Colón, el maestro de titiriteros y mano derecha de Ariel Bufano, Roberto Docampo, y la directora de animación Beatriz Blankerhorst son mis colaboradores más estrechos.
P.: ¿Empieza en octubre para estrenar..?
A.M.: Para las vacaciones de invierno del año próximo. La meta también es la aparición previa de la novela para la Feria del libro, que será distribuida en las escuelas.
Entrevista de M.Z.
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