13 de octubre 2004 - 00:00
Premiada obra explora la violencia que no se ve
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Periodista: Esta es la primeravez que trabaja a partir de un texto dramático.
Ciro Zorzoli: Sí, en general no trabajo con obras ya existentes, sino con textos que funcionan como disparadores. En el caso de «Ars higiénica» partí de un manual de buenos modales del siglo XIX, del cual tomé algunas ideas que me interesó explorar.
P.: ¿Qué clase de obra es «23.344»?
C.Z.: Está integrada básicamente por tres monólogos que funcionan en paralelo. Tuve que construir la interacción entre estos tres personajes que están unidos por una historia común, se conocen de la escuela secundaria, más precisamente, de fumar en el baño. De ahí el título de la obra que alude a la ley que figura en todos los atados de cigarrillos, que indica que el fumar es perjudicial para la salud. El tema del cigarrillo es una excusa además de un objeto interesante, ya que tradicionalmente interviene en la construcción de lo viril. La entrada al mundo adulto es a través del cigarrillo.
C.Z.: La amistad entre varones tiene rasgos que son universales, por eso antes necesité crear un vínculo sólido entre los actores, ya que al tener estos personajes una historia común tenía que haber mucha confianza entre ellos para poder darse algunos permisos sobre todo en lo que hace al juego físico. Hay algo muy masculino que aparece en las reuniones con ex compañeros del secundario, donde el juego siempre está presente. Por más que uno no se haya visto durante años siempre hay lugar para la broma pesada y el chiste, incluso físico. Hay una necesidad de tocarse, empujarse, de golpear al otro que es muy diferente a la manera en que se relacionan las mujeres. No sé si será un signo de inmadurez o una manera de expresar el afecto, pero está siempre presente.
P.: Usted habla del universo masculino, pero estos tres personajes exhiben un grado de sadismo que bordea la criminalidad ¿Qué tiene de típico esa conducta?
C.Z.: Es que en la obra hay un nivel que es común a los varones en general y otro más enfermo. A ellos el dinero les permite manejarse con cierta impunidad y así poder tapar cualquier tipo de acto delictivo. Por ejemplo, en la escena de la prostituta a la que someten ferozmente, uno de ellos comenta: «salió mucha plata». Da la impresión de que tuvieran una relación más sensual con el cigarrillo que con las mujeres. Sus relaciones sexuales siempre están teñidas de violencia.
P.: El perfil psicológico de estos tres jóvenes recuerda al del protagonista de «American Psycho», el yuppie convertido en asesino serial.
C.Z.: Sí, la obra tiene algunos de esos aspectos, y también algo de Osvaldo Lamborghini, en especial de su poema «El niño proletario». Por la manera de regodearse en el relato de un acto violento y salvaje y en el modo de contarlo con todos los detalles.
P.: Es decir, la criminalidad imprevista, o la que no se advierte bajo la apariencia de normalidad.
C. Z.: Fíjese lo de Carmen de Patagones. Hay algo que no estamos viendo. Eso no ocurrió entre un grupito de gente adinerada sino en una escuela de clase media o clase media baja. Si alguien hubiera llevado ese incidente a la escena habría resultado muy poco creíble, pero ocurrió. Una vez más la realidad superó a la ficción.
Entrevista de Patricia Espinosa
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