El clima de negocios a nivel global, según la percepción de las empresas, está pasando por un momento muy singular. Los indicadores del optimismo empresario están en máximos históricos, alentados por expectativas favorables en torno de la guerra comercial internacional, el desarrollo tecnológico y una economía más estable.
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El optimismo empresario global marcó un récord y tracciona una mejora en el clima de negocios local
El índice mundial de Grant Thorton trepó al 76% en el tercer trimestre, impulsado por una mejora general de la confianza. Argentina llegó a 74%, en línea con las economías más estables.
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Las expectativas de mayores ingresos por ventas constituyen uno de los motores que explican este optimismo, según el informe de Grant Thorton.
Según el International Business Report (IBR) para el tercer trimestre de 2025, que elabora la auditora internacional Grant Thornton, el optimismo del mercado medio a nivel mundial alcanzó su máximo histórico del 76%, impulsado por la mejora en la confianza global.
El informe muestra además un dato particularmente llamativo: Argentina se ubica entre los países con mayor nivel de optimismo empresarial, con un índice que alcanzó el 74 por ciento.
Este valor llamó la atención de los analistas en función de la volatilidad estructural de la economía local, que atraviesa un momento de transición en el cual todavía las principales variables no encontraron su punto de equilibrio y siguen subordinadas a las marchas y contramarchas de la política nacional.
En el caso argentino el relevamiento muestra como “señales de dinamismo” a las mejores expectativas de ingresos y los avances en inversión tecnológica. Pero a la vez destaca que la baja proyección exportadora y la cautela en inversiones físicas muestran que todavía quedan capas importantes de incertidumbre por despejar.
Por eso, el informe vincula este comportamiento local a las transformaciones que se están produciendo en el escenario global y regional.
Según los resultados del relevamiento, América del Sur se mueve en un rango de optimismo que oscila entre el 63% y el 66%, mientras que el promedio global se ubica entre el 73% y el 76 por ciento.
En ese marco, el 74% que registró Argentina es considerado un nivel relativamente alto, cercano incluso a las economías más estables del mundo, algo que no siempre ha sucedido en la historia reciente.
Desde 2022 en adelante, el optimismo argentino medido por el IBR tuvo fuertes oscilaciones, moviéndose entre un piso del 25% y un pico del 80%, lo que relaciona con que el humor empresario estuvo y sigue estando profundamente influido por ciclos políticos, factores macroeconómicos y expectativas de cambio que no siempre se cumplieron.
Sin embargo, el nivel actual del 74% es considerado como una tendencia más estable y, sobre todo, más alineada con los comportamientos internacionales.
El optimismo del mercado medio a nivel mundial alcanzó su máximo histórico del 76%, impulsado por la mejora en la confianza global.
Mejoran las expectativas de ingresos por ventas
Las expectativas de mayores ingresos por ventas constituyen uno de los motores que explican este optimismo, según el informe. En el tercer trimestre de 2025, un 69% de los empresarios argentinos respondió que proyecta un aumento en su facturación, un valor que se mantiene por encima de los promedios regionales y globales.
A eso se suma un incremento sostenido en la expectativa de aumento en los precios de venta, que alcanzó el 55% de las respuestas. Este dato refleja, por un lado, la persistencia de presiones inflacionarias que las empresas buscan trasladar al mercado.
Y por otro lado implica una percepción más favorable sobre la posibilidad de recomponer márgenes o de ajustar sus políticas comerciales en un entorno que todavía presenta signos de inestabilidad. Aún así, las respuestas indican que muchos líderes del sector privado consideran este ciclo más previsible que en años anteriores.
Con relación al empleo, las expectativas muestran un panorama más moderado. El 47% de las empresas dijo que espera aumentar su plantel en los próximos meses, lo que representa una mejora respecto de períodos anteriores, aunque todavía está por debajo de las cifras globales.
La comparación con el resto de Sudamérica revela una región con indicadores más homogéneos y con una mayor estabilidad en las decisiones de contratación.
Sin embargo, la cifra argentina no deja de ser relevante si se considera que el mercado laboral experimentó un reacomodamiento en los últimos años vinculado al avance tecnológico, la aparición de nuevas industrias y la necesidad creciente de invertir en capacitación especializada.
El capítulo de la rentabilidad es el más sensible a la percepción empresarial y muestra señales que moderan el entusiasmo general. El indicador cayó al 38%, lo que evidencia que, aunque las empresas esperan vender más y en muchos casos contratar más personal, no necesariamente prevén una mejora equivalente en sus utilidades.
El fenómeno es atribuido a la presión de costos, el aumento de los insumos, la competencia y la necesidad de invertir en mantenimiento operativo y modernización tecnológica. Estos factores generan un desfasaje entre ingresos y ganancias que no es exclusivo de Argentina, pero que en el país se intensifica por la volatilidad del contexto interno.
De todos modos, el optimismo general sugiere que los líderes empresariales interpretan que esta brecha podría comenzar a cerrarse en los próximos trimestres si se sostienen algunos factores de estabilidad como los que se insinúan actualmente.
Los indicadores vinculados al comercio exterior muestran el costado más débil del optimismo argentino. La expectativa de aumento en las exportaciones se ubicó en apenas el 19%, mientras que la proyección de crecimiento de ingresos provenientes de mercados extranjeros alcanzó apenas el 12 por ciento.
El contraste con Sudamérica y con el promedio global es significativo: tanto la región como el mundo presentan dinámicas más alentadoras en materia de comercio exterior.
En Argentina, el análisis destaca que la combinación entre costos logísticos, restricciones cambiarias recientes, incertidumbre normativa y limitaciones competitivas continúa impactando negativamente en la expansión internacional de las empresas, pese a que algunas compañías del segmento medio lograron posicionarse en nichos específicos.
En el tercer trimestre de 2025, un 69% de los empresarios argentinos respondió que proyecta un aumento en su facturación.
La inversión, otro de los aspectos que mejor refleja la confianza empresarial, también muestra matices. Los planes de instalación de nuevas plantas o estructuras productivas cayeron al 32%. Y la porción de empresas que tiene prevista la compra de maquinaria se ubicó en 35%, cifras que indican una actitud de cautela ante un contexto donde la incertidumbre económica sigue ocupando un lugar central en las preocupaciones del sector privado.
La señales más positivas se registran por el lado de la inversión en tecnología, que alcanzó el 53% de las respuestas. Y la destinada a mejorar las habilidades del personal llegó al 37%.
Esta dualidad revela un cambio de paradigma: las empresas no están apostando tanto por expandir su infraestructura física como por modernizar sus procesos, optimizar recursos y asegurar que sus equipos puedan adaptarse a las nuevas exigencias del mercado.
La sustentabilidad también juega su partido
La inversión en iniciativas sustentables también muestra una evolución favorable, con un 41% de los encuestados, lo que sugiere que la transición hacia modelos más sostenibles va ganando espacio en la agenda corporativa local.
En cuanto a los factores que las empresas identifican como una limitación a su crecimiento mencionan la incertidumbre económica como el principal obstáculo, con un 62% de menciones. Este factor se convirtió en una constante en Argentina y condiciona la capacidad del sector privado para planificar a largo plazo.
La regulación y la burocracia son también percibidas como trabas significativas, alcanzando un 52% de las respuestas. En ese concepto las empresas incluyen la carga administrativa, los cambios normativos frecuentes y la complejidad de los trámites, que siguen afectando la competitividad y la capacidad de respuesta.
Otros factores mencionados, como los costos energéticos, la escasez de financiamiento y la falta de trabajadores calificados, completan el cuadro.
El informe también destaca las expectativas salariales, un elemento calificado como clave en el clima laboral. La expectativa de alcanzar aumentos reales alcanzó el 29% de las respuestas, mientras que la expectativa de incrementos nominales escaló al 91 por ciento.
La competencia por el talento se convirtió en una preocupación cada vez con mayor vigencia en la medida que se acelera la transformación tecnológica. Para atraer y retener empleados calificados, las empresas están desarrollando estrategias que van más allá del salario.
El informe señala que la profesionalización del talento y la inversión en desarrollo son prioridades crecientes, reflejo de un mercado laboral donde la movilidad es alta y las empresas necesitan diferenciarse para conservar a sus mejores equipos.
Desde hace más de tres décadas, el IBR de Grant Thornton funciona como un termómetro global que permite conocer cómo piensan y qué proyectan los líderes del mercado medio en decenas de economías, en base a más de 15.000 entrevistas realizadas por trimestre en 35 países. En el caso de Argentina la encuesta incluyó a 76 compañías.
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