19 de septiembre 2020 - 00:00

CUENTOS DE LA PANDEMIA XVIII: "El supermercado de zapatos"

La cuarentena me abrió una puerta que tenía casi cerrada: la experiencia de escribir.

Cuentos de la Pandemia: Supermercado de Zapatos (Ilustración Julián Ochoa IG: @ochoapinturas)

Cuentos de la Pandemia: Supermercado de Zapatos (Ilustración Julián Ochoa IG: @ochoapinturas)

CUENTOS DE LA PANDEMIA es una sección de Ambito.com donde se publican cuentos breves, historias, relatos, crónicas o ensayos de ficción, vinculados a la pandemia del coronavirus Covid-19.

La cuarentena me abrió una puerta que tenía casi cerrada: la experiencia de escribir. Me di cuenta cómo algunos momentos de mi vida pasaron como ráfagas y en cambio otros, quizás, hayan forjado la elección de mi profesión.

Tenía 4 años y nos acercábamos al “súper”. Jamás hubiera imaginado que tras las risas compartidas, vendría la primera lección de economía y negocios de mi vida.

Una vez estacionado el auto nos acercamos al negocio y mi padre abre la puerta para que mi hermano y yo entremos. Nuestra presencia no pasa desapercibida, nos reciben con alegría. Hasta nos convidan caramelos haciéndonos sentir como en nuestra propia casa. Mi papá recibía un reconocimiento menos efusivo aunque su rostro transmitía que se sentía igual de cómodo.

Lo recuerdo como si fuera hoy. Tomados de la mano hicimos un laberíntico recorrido hasta un inmenso lugar donde el techo parecía llegar al cielo y el frío se metía en las estanterías repletas de zapatos. Lo bauticé “supermercado de zapatos”. Mis ojos no sabían por dónde empezar a mirar. Mi olfato estaba confundido ante la fusión de pegamento y cuero.

Con mi hermano empezamos a correr, mientras que mi padre hablaba con un montón de personas. Pasados unos pocos minutos, y con una lágrima en mi mejilla, recurro a los brazos de mi padre para decirle que mi hermano se estaba portando mal. Para resolver el malestrar entre niños, mi padre nos involucra en cuestiones competitivas de adultos. “Les propongo algo”, dijo, captando rápidamente nuestra atención. “Les doy un trapito para que cada uno limpie los zapatos de una estantería distinta. El que primero termina de limpiar le doy 50 australes”. Despojados por el interés monetario que los adultos parecían tener, el hecho de jugar nos impulsó a aceptar rápidamente.

Con trapito en mano y dispuesto a ganar la competencia, arranqué con velocidad limpiando con detalle cada uno de los zapatos de mi estantería. Al levantar la vista, observo que mi hermano me iba ganando. ¿Acaso puedo vencerlo? ¿Por qué él era tan rápido? De repente, me di cuenta de que él no estaba limpiando de manera tan meticulosa como yo. Simplemente, tocaba los zapatos con su trapo y pasaba al próximo. ¿Acaso yo debería hacer lo mismo? ¿Cuál es la manera de hacer las cosas? Sin darme cuenta, las mismas preguntas volverían a repetirse en mi pensamiento muchos años más tarde

¿Cuál es la manera de resolver cuestiones profesionales? ¿Cuáles son las reglas de juego? Y lo más importante, ¿quién define las reglas de juego?

-¡Listo!, escuché de repente mientras la angustia crecía al ritmo de los latidos de mi corazón.

-¡No vale!, dije instantáneamente para intentar salvar mi ego ante tantas miradas adultas. ¡Hizo trampa! fue mi segunda frase en un intento desesperado, al borde del llanto, de profanar la victoria de mi hermano.

En eso mi padre se acerca para calmarme. “El no lo limpió como yo lo hice, lo hizo más o menos”, le dije.

Y en un intento más por contenerme, mi padre responde: “Vos podrías haber hecho lo mismo. Yo dije que limpiaran los zapatos, vos decidiste hacerlo con detalle. Martín decidió hacerlo a su manera y esa decisión lo hizo ganar. Él es el que ganó los 50 australes. De todas maneras, te felicito por tu esfuerzo. Gracias por esforzarte en limpiar, vos también ganaste 50 australes y juntos vamos a ir a tomar un helado”.

Las palabras de mi padre trajeron calma y alivio a mis emociones. Además, sin quererlo, me dieron la primera lección de negocios: “La economía basa su funcionamiento en un esquema de incentivos competitivos y recompensas monetarias que permiten lograr los deseos individuales. Sonríen los que ganan, lloran los que pierden, miran de afuera los espectadores y dirige el que paga”.

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Cuentos de la Pandemia: Supermercado de Zapatos (Ilustración Julián Ochoa IG: @ochoapinturas)

Cuentos de la Pandemia: Supermercado de Zapatos (Ilustración Julián Ochoa IG: @ochoapinturas)

Este cuento forma parte de la iniciativa Escribir alivia, de Lili Ochoa De la Fuente. ¿De qué se trata? En su charla “Cerebro, corazón, pulmón y escritura”, Lili te cuenta cómo la escritura alivia. Te invita a probar y a enviarle lo que escribas a [email protected]

Para leer más Cuentos de la Pandemia:

CUENTOS DE LA PANDEMIA I: "Clase a distancia en cuarentena"

CUENTOS DE LA PANDEMIA II: "La Rabia"

CUENTOS DE LA PANDEMIA III: "Qué día es hoy"

CUENTOS DE LA PANDEMIA IV: "Retorcijones"

CUENTOS DE LA PANDEMIA V: "La casa de los sordos"

CUENTOS DE LA PANDEMIA VI: "El amante pandémico"

CUENTOS DE LA PANDEMIA VII: "WENYI"

CUENTOS DE LA PANDEMIA VIII: "La tormenta"

CUENTOS DE LA PANDEMIA IX: "Olivia tiene miedo a salir"

CUENTOS DE LA PANDEMIA X: "La selva que hay en mí"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XI: "Como luciérnagas en el pulmón de manzana"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XII: "Una excursión al mundo exterior"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XIII: Despertarse cada mañana y preguntarse: ¿qué día es hoy?

CUENTOS DE LA PANDEMIA XIV: "La Cocina de Teresita"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XV: "El ritual de la soledad"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XVI: "Coronita"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XVII: "Te quiero"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XVIII: "En el Teatro, el show debe continuar"

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