21 de octubre 2025 - 09:07

La Argentina en el umbral: ecos de 2001 en la economía de Javier Milei

La historia económica argentina tiende a repetirse con inquietante simetría. En octubre de 2001, tras perder las elecciones legislativas, el gobierno de Fernando de la Rúa entró en una espiral terminal que desembocó en el colapso de la convertibilidad. En octubre de 2025, el gobierno de Javier Milei enfrenta un calendario electoral y macroeconómico con similitudes estructurales: dependencia externa, política fiscal contractiva, fragilidad política y un experimento monetario condicionado por Washington. Este artículo analiza ambos episodios para anticipar posibles derivas financieras y sociales en caso de una derrota oficialista.

Argentina enfrenta, otra vez, un octubre decisivo.

Argentina enfrenta, otra vez, un octubre decisivo.

Imagen creada con inteligencia artificial

Octubre suele marcar los giros trágicos de la economía argentina. En 2001, el gobierno de Fernando de la Rúa perdió las elecciones legislativas y con ellas el último sostén político de la convertibilidad. 24 años después, en octubre de 2025, el gobierno de Javier Milei llega a las urnas en circunstancias que evocan aquel preludio del colapso. Los paralelismos no son solo simbólicos; la combinación de ajuste fiscal extremo, financiamiento externo condicionado y deterioro de la gobernabilidad compone un escenario de riesgo sistémico comparable.

El reciente swap de divisas por 20.000 millones de dólares entre el Tesoro de Estados Unidos y el Banco Central de la República Argentina (BCRA), acompañado de un paquete adicional de asistencia financiera al sector privado por otros 20.000 millones (Bausili, 2025; Bessent, 2025), remite al blindaje financiero que en 2001 precedió al colapso del régimen de convertibilidad. En ambos casos, el crédito externo aparece como paliativo transitorio de una economía en recesión y con limitada capacidad de generación de divisas propias.

El espejo de 2001: déficit cero, deuda infinita

Octubre de 2001 refería una economía en depresión; caída interanual de 10,4 % en la producción industrial, pérdida de 1.200 millones de pesos en depósitos en apenas dos semanas, y un PBI que retrocedía 2,3 % anual

El plan de “déficit cero” impulsado por Domingo Cavallo buscaba sostener la confianza de los mercados, pero resultó políticamente inviable tras la derrota electoral. El Congreso opositor, la rebelión de los gobernadores y la recesión prolongada erosionaron la capacidad de ejecución fiscal y desataron una crisis bancaria sin retorno.

El programa de reestructuración voluntaria de deuda, presentado como salvavidas técnico, terminó acelerando la fuga de depósitos y la ruptura del contrato de confianza que sostenía la convertibilidad (Machinea, 2002). La secuencia fue nítida: pérdida electoral, ruptura de coalición, corrida bancaria, default y devaluación.

El espejo de 2025: disciplina fiscal, dependencia externa

En 2025, la administración Milei exhibe una macroeconomía contenida en apariencia: inflación mensual del 2,1 % en septiembre y una variación interanual del 31,8 %, según el propio Banco Central de la República Argentina (BCRA, 2025)

Sin embargo, esa estabilidad se sostiene sobre un esquema de austeridad fiscal inédita, alta tasa real de interés y un anclaje cambiario sustentado por la intervención directa del Tesoro estadounidense.

La dependencia del financiamiento externo recuerda los momentos previos al colapso de 2001. Entonces, el “blindaje” del FMI por 40.000 millones de dólares se agotó en menos de un año (Dornbusch & Edwards, 2001). Hoy, la asistencia combinada de Washington por igual monto -40 000 millones entre swap y paquete privado- condiciona la política económica al alineamiento geopolítico y a la continuidad del ajuste tras las elecciones.

Milei, como De la Rúa, enfrenta un dilema clásico: la lógica de los mercados exige continuidad fiscal; la lógica política demanda alivio social. La historia muestra que ningún gobierno argentino ha logrado conciliar ambas cuando el crédito externo marca el ritmo del poder doméstico.

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El presidente Javier MIlei estará este sábado en Santiago y Tucumán pero retornará a Olivos por la noche.

El presidente Javier MIlei estará este sábado en Santiago y Tucumán pero retornará a Olivos por la noche.

Las coincidencias estructurales

Las analogías entre ambos episodios pueden ordenarse en tres dimensiones:

  • Financiera: en 2001, la contracción del crédito y la caída de reservas precipitaron la crisis bancaria; en 2025, la dolarización parcial del sistema y el arbitraje hacia el dólar financiero evidencian una tensión contenida.
  • Fiscal: el ajuste de Cavallo (-13 % en salarios públicos y jubilaciones) encuentra su eco en la política de Milei, que redujo el gasto real en más de 15 % interanual durante 2025 (INDEC, 2025).
  • Política: ambos presidentes llegaron a las elecciones intermedias con coaliciones fracturadas y un Senado adverso. En 2001, el peronismo bloqueó el déficit cero; en 2025, los gobernadores y bloques provinciales cuestionan la continuidad del programa de “anclaje dolarizado” sin recomposición salarial ni obra pública.

Más allá de las diferencias tecnológicas o discursivas -Cavallo hablaba de “competitividad”, Milei de “libertad”-, el sustrato institucional es el mismo: un Estado sin autonomía financiera, dependiente de decisiones de Washington y de los flujos especulativos que, como en 2001, pueden revertirse en horas.

Discusión: la recurrencia argentina

Joseph Stiglitz (2003) advirtió que las economías que adoptan ajustes draconianos sin respaldo político “terminan pagando el doble; primero con recesión, luego con inestabilidad social”. El espejo de 2001 sugiere que el riesgo no radica solo en los números, sino en la erosión simultánea de legitimidad y liquidez.

El gobierno actual confía en que el apoyo explícito de Estados Unidos bastará para estabilizar expectativas. Sin embargo, la experiencia de 2001 mostró que la asistencia externa sin anclaje político interno no evita las crisis, solo las posterga. Cuando la sociedad percibe que el costo del orden recae sobre los sectores medios y populares, la disciplina fiscal se convierte en combustible de ingobernabilidad.

Conclusión

Argentina enfrenta, otra vez, un octubre decisivo. Si el oficialismo pierde las elecciones legislativas de 2025, el país podría revivir una secuencia de crisis económica, social y política de magnitud comparable -o superior- a la de 2001. La historia enseña que las crisis argentinas no se repiten, se amplifican; cambian los nombres, pero no los mecanismos.

Milei, como De la Rúa, ha hecho del equilibrio fiscal su credo y del respaldo externo su sostén. Pero la legitimidad popular sigue siendo la única variable que no se puede importar. Si la voluntad electoral fractura el andamiaje de confianza, ni los swaps de Washington ni las promesas de disciplina monetaria alcanzarán para contener la marea. Octubre, otra vez, amenaza con recordarle a la Argentina que la economía también vota.

Director de la Fundación Esperanza y de la consultora Hacer.com.ar. Profesor de posgrado en la Universidad de Buenos Aires y universidades privadas. Tiene una maestría en Política Económica Internacional, un doctorado en Ciencia Política y es autor de seis libros.

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