El Partido Justicialista mostró este miércoles su poder de convocatoria en Plaza de Mayo con dos objetivos: abroquelarse en contra de la detención de su titular, Cristina Kirchner, y volver a expresar su capacidad de reunir en una movilización callejera a sectores más amplios que los que integran el armado de Unión por la Patria. La expresidenta buscó encausar esa afluencia destacando uno de los cantos de la jornada, que hace unas semanas era una causa perdida para cualquier oposición: "Lo que más me gustó fue escucharles cantar otra vez vamos a volver".
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La convocatoria del Partido Justicialista a Plaza de Mayo alcanzó a manifestantes por fuera de las organizaciones pero con sentimiento opositor.
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Las críticas por el fallo contra Cristina Kirchner fue el impulso para convocar a Plaza de Mayo.
Un anuncio en la marcha estimó un millón de manifestantes: la cifra, que se presume exacerbada aunque hubo réplicas en las provincias, alcanza las seis cifras si se observan las arterias del microcentro porteño totalmente saturadas de personas que, en importante proporción, no marcharon con una organización referenciada con las tribus del peronismo. “Veníamos hablando en todas las sobremesas que algo había que hacer y ahora, a esta plaza, no podíamos faltar”, relató a este medio un percusionista de una escuela de samba, que se organizó con músicos de zona sur para llegar al lado de la emblemática fuente con un recuerdo grabado: “Fue el kirchnerismo el que nos devolvió la celebración del carnaval”.
En los carteles de los manifestantes y en pasacalles a lo largo de toda Avenida de Mayo se enumeraron los pilares de los 12 años de gestión de los Kirchner, habituales consignas en el pasado que, con el tiempo y las decepciones, comenzaron a desdibujarse en la memoria por fuera del justicialismo: desde el satélite ARSAT hasta la Asignación Universal por Hijo, pasando por la tarjeta Sube y el juicio a los miembros de las Juntas Militares de la última dictadura (1976-1983). Junto a estas banderas, el color del merchandising peronista ubicó -al menos en esta jornada- a Cristina Kirchner como principal ícono y referencia del movimiento en remeras, peluches y pilusos.
Los cantos dispersos se unificaron en la tradicional marcha peronista hacia las 15:10 horas, hora en la que un locutor (quien interpretó que “hoy es el primer día de la resistencia hasta que Cristina Kirchner esté libre”) precedió a la entonación del himno nacional y a una grabación de la propia expresidenta, desde el domicilio en donde atravesará su arresto domiciliario. Los mayores abucheos llegaron con las menciones a los jueces de la Corte Suprema y al ministro Luis Caputo; las recriminaciones a Javier Milei no tuvieron la misma intensidad. Hubo asistentes desde los balcones de ARCA y del edificio de La Franco Argentina, que escucharon a Cristina Kirchner volver a pedir "organizarse para clarificar cuál es el verdadero problema que tenemos en nuestro país".
Al final de su discurso le siguió una elocuente canción de rock nacional: “Todo preso es político”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. “Hay gente que entiende que ahora la tocaron de verdad a Cristina, que no fue con la bala que no salió”, analizó una diputada nacional en la marcha, en donde hubo presencia exigua de las organizaciones sindicales en simultáneo a carteles -y a un reciente pedido de la UOM, a través de un comunicado titulado "La CGT debe actuar"- reclamando un nuevo paro general.
“No importaba si era en Comodoro Py o en Plaza de Mayo; lo importante era mostrar que se la está pasando mal”, contó un manifestante de Glew, localidad bonaerense ubicada en la tercera sección electoral, que aseguró que fue su primera marcha. Aunque no podrá votar a la expresidenta en las próximas elecciones, en su participación radica la esperanza opositora: que una reacción movilice nuevamente a acompañar a un proyecto alternativo a la de Casa Rosada.
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