No fue una semana buena para el fútbol y en esto no tienen nada que ver los resultados deportivos. La violencia volvió a avanzar y desnudar la incapacidad de los estamentos de seguridad creados especialmente para combatir esta endemia en el fútbol.
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El Coprosede, dirigido por el ex árbitro Mario Gallina y el comisario Pérez, demostraron que no están en condiciones de armar un operativo policial eficaz. Lo que pasó el sábado en cancha de Racing en la final de primera B entre Almirante Brown y Estudiantes de Buenos Aires fue la muestra más evidente de esta incapacidad y las explicaciones posteriores no sirvieron ni como excusa.
El frustrado partido que terminó a los 13 minutos ya empezó mal con la llegada del micro de Estudiantes al que no dejaron pasar por el camino más corto a su vestuario y le hicieron dar una vuelta por donde estaban los hinchas de Almirante Brown.
Consecuencia: los hinchas apedrearon el micro y el jugador Juan Manuel Quevedo recibió una pedrada en su muñeca, además del susto que se llevaron. La explicación de que desde el micro venían cantando y festejando por lo que «provocaban al público rival» es una falacia en todas sus reglas. Porque no era la barra brava, que tan puntillosamente acompaña a la cancha mientras estos hacen desmanes a su paso, cometiendo delitos que ninguno castiga, sino los jugadores que llegaban en un clima festivo porque estaban jugando la final del campeonato.
Después, ese petardo que pasó el «severo cacheo» y estalló cerca del arquero de Estudiantes, Walter Cáceres, por lo que se suspendió el partido, y la gresca entre los sectores de la hinchada de Almirante Brown en una lucha campal donde los policías hicieron de testigos privilegiados y hasta se los vio ayudar a los «muchachos» para cruzar de una tribuna alta a la platea adjunta por un costado de una reja que los policías cuidaban-(o por lo menos estaban apoyados en ella), para que la devastaran tirando los asientos y hasta un carrito de venta de hamburguesas.
El tribunal de disciplina de AFA tiene que darle por perdido el partido a Almirante Brown y, por lo tanto, ascendería Estudiantes, pero la Justicia tiene que castigar al jefe del operativo y a los que manejan el Coprosede porque con su incapacidad casi causan una desgracia.
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