Daireaux es una pequeña ciudad del centro de la provincia de Buenos Aires, a unos 400 kilómetros de Capital. Está en las cercanías de diferentes centros urbanos, como Olavarría, Pehuajó, Azul o Trenque Lauquen. Está alejada por más de 300 kilómetros de Tandil, pero una persona los conecta: María Lourdes Carlé, uno de los proyectos más sólidos del tenis argentino.
Argentina Open: Lourdes Carlé, una promesa del tenis argentino que ya es realidad
Oriunda de Daireaux, fue formada por quien forjó a Del Potro y ahora es entrenada por Davín. Dialogó con Ámbito sobre el WTA Argentina Open y su brillante temporada.
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Nacida el 10 de febrero de 2000, Carlé se destacó muy rápido por sus cualidades. Fue entonces cuando dejó su casa para mudarse a Tandil. Alguien muy especial la había detectado: Marcelo Gómez, el formador de Juan Martín Del Potro, comenzó a entrenarla.
Su apellido se convirtió en uno de los más buscados en el WTA Argentina Open. Aunque perdió 3-6, 6-2 y 6-2 en el debut ante la griega Despina Papamichail –juntas están en la final del doble-, su paso por el Buenos Aires Lawn Tennis Club no resultó inadvertido. “Estoy en nivel, pero las derrotas duelen un montón, y más en casa”, le confiesa a Ámbito.
Este año ganó el W25 de Santo Domingo, su octavo título en el ITF World Tour. Además, alcanzó al menos los cuartos de final en una decena de torneos. En abril disputó la Billie Jean King Cup ante Kazajstán, y venció a Elena Rybakina y Yulia Putintseva, por entonces dos Top 30. Ahora le llegó el momento de debutar en el cuadro principal de un WTA.
Estas cifras, frías por sí mismas, explican por qué pasó del puesto 443 en enero al 261 en este cierre de temporada. Su lugar en la clasificación del Australian Open está cada vez más cerca.
“El balance del año es positivo. El avance en el ranking es una muestra del trabajo y el progreso. Pero cuando uno llega a este nivel, te das cuenta que faltan más cosas y que hay que seguir mejorando”, elabora.
Hace dos años vivió un hecho especial. Cansada de luchar en un deporte que entrega pocas oportunidades y demanda sacrificios desorbitantes, Carlé emigró a EEUU para estudiar Management Deportivo en la Universidad de Georgia. Algunos meses después se consagró campeona junto el equipo de estudiantes. Así, se aseguró una beca de por vida para reiniciar la carrera que elija.
No le resultó fácil a Carlé ingresar en la elite del tenis femenino, pero lo hizo en base a su propio juego que la llevó a tener buenos resultados en el circuito ITF. Allí abreva su clasificación al Argentina Open, el primer torneo WTA en el país en 34 años.
“Tener un certamen así es muy bueno porque no siempre tenemos la chance de jugar este tipo de torneos cerca”, apunta la bonaerense. Argumenta que este campeonato es “clave” no sólo para las albicelestes sino “para todas las chicas sudamericanas”. Además de las (pocas) plazas de nivel ITF, es una de las tres citas de la WTA en la región: junto a Buenos Aires (125) se disputa en Bogotá (250) y Montevideo (125). En Latinoamérica totalizan cinco fechas, con dos competencias en México, también categoría 250.
Para la bonaerense, que regrese el tenis del circuito mayor a Argentina esconde algo más: “La posibilidad también para las chicas que no tienen buen ranking de medirse contra otras que sí lo tienen. Eso impulsa el nivel para arriba. Es muy positivo”.
Aunque la evolución de Carlé es notoria, ella elige no contentarse con lo hecho. “Necesito mejorar para seguir ganando”, redobla. “Tengo que creer más en mí misma, en mis patrones, en mi saque, en mi derecha. Hay pequeños detalles en los que uno se encierra que se da cuenta después que el partido pasa”, argumenta con madurez y autocrítica.
Los buenos resultados en EEUU no fueron sólo a nivel universitario. En 2015 se consagró campeona en el Orange Bowl Sub 16 (Sebastián Báez lo ganó entre los varones), y en 2017 alcanzó las semifinales junior del US Open, cuando cayó con Coco Gauff.
La figura del “Negro” Gómez no es la única que conecta a Carlé con Del Potro, con quien practicó en Miami a mitad de año. Desde 2019, tras su paso universitario, es entrenada por Franco Davín, quien guio a Gastón Gaudio a ganar Roland Garros en 2004 y al tandilense en el histórico US Open 2009. “Sin él, esto hubiera sido muy difícil, por todo el trabajo que él hizo conmigo”, reconoce con gratitud hacia su equipo, que también incluye al coach y estadístico Marcelo Albamonte.
“El lugar en el que estoy hoy es gran parte por Franco. Es una persona clave. Siempre hace hincapié en que confíe en mi misma y que me preocupe por mí y no en las rivales, en hacer mi juego”, revela sobre la dinámica de trabajo entre ambos.
Carlé acepta que suele mirar mucho a sus contendientes para elaborar su estrategia de juego. Sin embargo, Davín opina diferente: “Él me dice que eso está buenísimo, pero que me enfoque primero en lo que yo tengo que hacer y después en el rival. Siempre me transmite mucha tranquilidad, y eso para mí, que soy una persona más ansiosa, me hizo muy bien”.
Las aspiraciones de la bonaerense la llevan a pensar en un corto plazo muy prometedor. Su objetivo está en el Abierto de Australia, ya que muy pocos puntos la separan de ingresar en la clasificación del primer Grand Slam de 2022. Resulta tentador pensar en ella como una de las promesas del tenis argentino. Pero ya no lo es. Y lo mejor está por venir.
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