9 de julio 2001 - 00:00

El Azem explora las formas del ornamento

Obra de El Azem.
Obra de El Azem.
Entre los temas que abordan los artistas de la última generación, difícilmente se aluda a la situación social, política y económica que atraviesa la Argentina. Y no deja de ser llamativo que el nombre de una galería de apertura reciente, frecuentada por los más jóvenes, Belleza y Felicidad, encarne la estética de estos últimos años.

Si bien en ocasiones, aunque de un modo indirecto y apenas perceptible, las obras son penetradas por la realidad de un país en crisis, su inspiración -al igual que la felicidad-proviene más del mundo privado que del público.

Las creaciones de Karina El Azem que se exhiben en la galería Ruth Benzacar son un buen ejemplo. Su particular investigación acerca de los patrones decorativos que cruzan la historia del ornamento habla de un placer individual que la aísla del contexto social.

En el refugio de su taller, El Azem se sustrae del entorno y con la calma secular de las antiguas bordadoras, dispone sus mostacillas para crear un universo de formas, destellos y reflejos. La matriz tiene una factura manual que la artista reitera de modo digital, pero la tecnología está al servicio de esas bellas construcciones, y su función no es otra que la de acelerar el ritmo de la creación.

Aislamiento

El fenómeno de aislamiento que lleva el signo de la subjetividad se concreta en una instalación: un cubo en medio de la sala, donde por medio de un juego de espejos el espectador queda inmerso en un juego de colores y formas abstractas que lo envuelven totalmente. «Las artes decorativas basadas en series repetitivas de un 'pattern' son anteriores al arte pictórico -señala El Azem-, y no existe cultura que carezca de ellas. Los patrones son una forma rítmica del arte con una justificación que acaso posee un significado místico y simbólico al que no tenemos acceso, pero podemos percibir.»

Lo cierto es que los diseños egipcios, árabes, franceses y chinos, caprichosamente intercalados con los de la propia artista, ofrecen al visitante la posibilidad de sumergirse en una dimensión estética tranquilizadora. La precisa reiteración de las formas puede ser vista como un homenaje a las artes decorativas, rejerarquizadas internacionalmente en la década de los noventa, pero además, permite complacer la necesidad elemental de regodearse en la belleza.

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